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E38
Don Mateo Rey: crónicas de barbarie en el occidente antioqueño / Ramón Elejalde Arbeláez
Medellín: Ediciones UNAULA, 2017
182 p. (Tierra Baldía)
ISBN: 978-958-8869-42-1
I. 1. VIOLENCIA – OCCIDENTE ANTIOQUEÑO
2. CONFLICTO ARMADO – OCCIDENTE ANTIOQUEÑO
3. PARAMILITARISMO – OCCIDENTE ANTIOQUEÑO
II. 1. Elejalde Arbeláez, Ramón
SERIE TIERRA BALDÍA
Ediciones UNAULA
Marca registrada del Fondo Editorial UNAULA
DON MATEO REY
Crónicas de barbarie en el occidente antioqueño
Ramón Elejalde Arbeláez
© Ramón Elejalde Arbeláez
© Universidad Autónoma Latinoamericana, de la presente edición
Primera edición: abril de 2016
Segunda reimpresión: febrero de 2017
ISBN: 978-958-8869-42-1
Hechos todos los depósitos que exige la Ley
CORRECCIÓN DE TEXTOS:
Luis Javier Cardona
DISEÑO, DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN:
Editorial Artes y Letras S.A.S
Hecho en Medellín - Colombia
Universidad Autónoma Latinoamericana,
Cra. 55 No. 49-51 Medellín - Colombia
Pbx: [57+4] 511 2199
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Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego
Mahatma Gandhi
La violencia es el último recurso del incompetente
Isaac Asimov
En las que se narran hechos reales sufridos por la gente de Frontino, un municipio situado al occidente de Antioquia, a 135 kilómetros de Medellín sobre la vía que lleva a Urabá en los 6 o, 46’ 11’’ de latitud norte y a los 2 o, 04’, 11’’ longitud oeste del meridiano de Bogotá.
Es la mismísima terrible realidad que ha venido padeciendo Colombia en la mayoría de su territorio. Historias repetidas en las que basta cambiar los nombres de las víctimas o de los victimarios, establecer las responsabilidades y asignarles su correspondiente grado de impunidad. Todos los nombres son reales, con excepción de dos, entre ellos el del protagonista de la obra, reconocido por su alias de Mateo Rey en la organización paramilitar.
Injusto seguir escondiendo hechos tan aterradores, pues así se consolidaría la impunidad, caldo de cultivo a la posibilidad de que en el futuro tales hechos pudieran repetirse, o también ocultarse el dolor de las víctimas y denegar la justicia y la reparación. Sin verdad, sin reparación y sin justicia es imposible olvidar y cicatrizar las heridas padecidas por una sociedad abandonada, humillada y sacrificada con sevicia...
Antecedentes de violencia en Frontino
Después de la violencia política desatada en 1948, surgieron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el ELN, el M19, el EPL entre otras organizaciones. Eran guerrillas entrenadas y apoyadas por la línea de Cuba, Moscú o Pekín con el propósito de derrocar el gobierno y tomarse el poder por las armas, inspiradas en el marxismo y con el ideal de establecer el comunismo. Con el tiempo y el dinero de actividades ilícitas fueron ganando terreno en todo el país y Frontino también sufrió su violenta presencia.
Primero llegó la subversión con el Ejército Popular de Liberación (EPL), después con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y tímidamente con el Movimiento 19 de Abril (M-19). Los hechos violentos que estas agrupaciones infligieron a la población, en especial a las personas más pudientes y a las que fueran incómodas para sus designios, fueron el caldo de cultivo y el pretexto para que algunos montaran ejércitos privados; y también fueron el motivo para que otros incautos sin esperanza creyeran que el camino de las Convivir, y luego el de las autodefensas, sería la solución lógica y apropiada a las agresiones de las FARC. Tremendo error, como quedará demostrado en las historias contenidas en estas páginas.
Entre las desgracias muy lamentadas por los frontineños, está el asesinato a mansalva y con mucha sevicia de cinco integrantes del Ejército Nacional: Cabo Primero Elmer Geovanny Alarcón y los soldados: Wilson Rentería Rodríguez, Jaime Castrillón Osorio, Darwin Andrés Moreno Lora, Juan Carlos Palacio Jiménez. En este mismo hecho quedaron heridos el Cabo Tercero Jaime Vaquero Avirama y los soldados Juan de Dios Jaramillo, Miller Saldarriaga Muñoz, Jonathan Abad Gómez, Ariel Ortiz Gómez, Luis Alberto Madrid Londoño y Willington Montoya Durán.
Esta acción contra el ejército sucedió en el Alto de Cuevas, en la trocha que conduce del corregimiento de Nutibara al de Murrí, el día veinte de junio de 2004 1.
Modus Operandi paramilitar
Llegaban a los lugares que iban a someter, asesinando indiscriminadamente para doblegar por el miedo a las autoridades locales y a la población civil; muchas veces eran masacres despiadadas. Era un trabajo sicológico premeditado y certero. Así se hicieron amos y señores de regiones enteras, ante el silencio cómplice de unos y el miedo de otros. Ellos emergían como los dueños de vidas y bienes y por la fuerza se erigían como autoridades supremas del lugar. Los funcionarios judiciales eran ignorados y arrinconados; las autoridades civiles debían plegarse a sus designios y ayudar a financiarlos con el erario público; los militares y policías debían escoger entre apoyarlos o cumplir con su deber de proteger a las personas. Tristemente, en más de una ocasión hicieron lo primero.
Donde la guerrilla controlaba la población y se adueñaba de la vida social y económica, los paramilitares ingresaban con el pretexto de liberar a los pueblos del flagelo guerrillero. Como la guerrilla aprendió a vivir del narcotráfico, los paramilitares aprendieron lo mismo y después de liberar a la gente del dominio guerrillero, imponían el suyo y continuaban el negocio del narcotráfico para sus propios bolsillos, ante el notorio silencio de las autoridades judiciales, civiles y de policía.
En otros casos no acudían al pretexto liberador: simplemente buscaban el dinero de la cocaína y de la marihuana y asumían la vigilancia de los cultivos ilícitos o de los laboratorios para procesar alcaloides. Solamente con el gramaje o peaje que exigían a cultivadores, procesadores y traficantes, bastaba para enriquecer a los dueños de estas organizaciones criminales. La periodista y defensora de los derechos humanos, María Teresa Ronderos, afirma que “este sangriento conflicto político atizado con las arcas infinitas provenientes del tráfico ilícito de narcóticos desde finales de los años setenta, ha creado una de las peores catástrofes humanitarias del mundo en años recientes” 2.
Fabio Arboleda fue un educador caracterizado por su sentido crítico y su aversión a la violencia. Pacífico por definición pero rebelde frente a la pobreza y las desigualdades sociales, jamás tuvo relación con la guerrilla; en sus comentarios casuales rechazaba por igual las acciones de ambos grupos. Ya sabemos que el neutral incomoda por igual a cada una de las partes en contienda. Un domingo, a menos de cien metros del comando de la policía de Frontino, fue raptado por los paramilitares ante la mirada temerosa o indolente de los testigos y ante los oídos sordos de la Policía que no escuchó sus desgarradores gritos cuando lo subían al carro que ya todo el pueblo conocía como “Caminito al cielo”.
Fabio apareció muerto antes del anochecer de aquel 15 de abril de 1999.
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