Y claro que en alguna oportunidad se me cuela la muy molesta escasez, sobre todo cuando me enredo en expectativas y quiero que todo sea como yo quiero. Menos mal que me dura poco, al darme cuenta de que nada puedo controlar, dejo de enfocarme en lo que creo que debe ser y me abro a mirar serenamente el mundo que tarde o temprano me contesta sin palabras, mostrándome todo lo que tiene disponible para mí.
— MARIO
Resignificar
la abundancia
Este capítulo elegí escribirlo yo. Lo hice durante varios días frente al mar mientras Patricia avanzaba con los suyos. Ella estirada a sus anchas en un sillón y con su computadora en la falda, yo sobre la mesa repleta de apuntes, mate y tostadas.
Cuando el capítulo ya estaba casi listo apreté la tecla inoportuna y borré absolutamente todo. Sí, ¡todo! No hubo forma de recuperar lo escrito. Patricia se levantó para socorrerme, pero no hubo caso. Acudimos a tutoriales y consultamos con amigos conocedores en computación y nada. Capítulo perdido y a escribir todo de nuevo. Al contarle lo ocurrido a una amiga me hizo el siguiente comentario: “Yo en tu caso chequearía por qué justo borraste ese capítulo. ¿Qué te pasa a ti con la abundancia que lo borraste de un plumazo?”. El comentario me dejó para el diván.
Un rato después prendo la tele y un cronista camina con un vecino de El Hoyo, una de las comunidades arrasadas por un incendio voraz e implacable que dejó muertos, destruyó casas, quemó bosques en la Patagonia argentina. El señor muestra su casa convertida en un pequeño cementerio de cenizas y le cuenta al periodista: “Fuimos a la peluquería con mi hijo y cuando volvimos ya estaba todo envuelto en llamas, se cayó el techo, perdimos todo, nos quedamos con lo puesto… Pero sabe qué señor periodista, me duele ver cómo quedó mi casa, sin embargo, hay algo más importante, estamos vivos, estamos bien para empezar de nuevo, nos tenemos para el esfuerzo como lo hemos hecho hasta ahora y para volver a empezar”. Se me olvidó rápido mi capítulo perdido y me dije en voz baja: “Eso que está haciendo ese señor es saltar a la abundancia. Así de digno. Así de simple”.
MODELO PARA ARMAR
El valor de la osadía
Rodrigo Germán Díaz está al frente de una fábrica de muebles en Uranga, un pueblo de 900 habitantes a 45 kilómetros de Rosario (Santa Fe). La empresa tiene 20 años, atravesó distintas crisis, pero su mayor crecimiento fue durante la pandemia.
Rodrigo nos cuenta que la primera semana de cuarentena se asustaron porque las persianas estaban bajas y el clearing bancario abierto. Durante 25 años nunca tuvieron cheques rechazados y al quedar con las manos atadas, sin producción, sin poder entregar mercadería no tenían cómo cubrirlos.
– ¿Cómo te sentiste en ese momento?
– Fue una mochila de piedras sobre mi espalda porque tenemos una responsabilidad para con el personal y sus familias.
Lo primero que diseñaron fue un plan de huertas comunitarias con sus empleados para sobrevivir la cuarentena. Después se dieron cuenta de que los vecinos encerrados y sin poder viajar volcaban el dinero en las refacciones de sus casas, con cambio de muebles incluido.
– ¿Qué cambiaron ustedes?
– Mucho. Hicimos un salto interno del sistema de ventas: pasamos del equipo de vendedores en la calle a hacerlo de manera online, reforzamos nuestra web, abrimos locales propios en donde teníamos un cliente representativo que nos acompañara. ¡Ah! Como los clientes no querían recibir gente en su casa incluimos tutoriales que enseñan a armar los muebles sin ayuda extra.
El resultado sorprendió a todos. Pasaron de 100 a 210 empleados, abrieron 20 sucursales, exportan a Paraguay y Uruguay, y se animaron a un master plan de inversión. Le dieron trabajo a todo el pueblo y a gente de localidades vecinas. El 50 % de los empleados de planta son mujeres, y el rango etario del personal abarca de los 18 a los 70 años.
– ¿Cómo hicieron para cambiar el modelo mental de la empresa?
– Aceleramos a fondo. Hay que darle valor a la osadía. Si se te viene el mundo abajo no hay que aflojar porque si no te aplasta. Aquí en el interior y en medio del campo tenemos que pagar flete para todo, si nos quedamos esperando que alguien nos traiga una línea de colectivo o de tren no haríamos nada.
¿Qué nos llevamos de esta historia para armar nuestro modelo de abundancia?
Frente a la crisis, no se quedaron lamentándose, se tomaron un tiempo para observarse y pasar a la acción.
Pusieron más foco en lo que tenían (fuerza de ventas, clientes, sistema web) que en lo que les faltaba.
Tuvieron la flexibilidad necesaria la empresa y sus empleados para resignificarse y hacer otras cosas diferentes a las que estaban acostumbrados. Los que pateaban las calles, ahora sacudían el teclado de sus computadoras y hacían videos de sus productos.
Frente a la necesidad no se quedaron en la queja, sino que apelaron a la creatividad, combinando de manera diferente los recursos que ya tenían.
Fueron equipo.
La empresa pensó en ganar, pero que también sus colaboradores ganaran.
En el espacio de ganar/ganar, todos trabajaron para el mismo lado.
Luego de leer la historia de Rodrigo, te preguntamos:
¿Qué pieza te falta para pararte en la vereda de la abundancia?
¿En qué aspecto de tu vida?
¿Qué crees que sería diferente si lo vieras desde esta mirada?
Capítulo 3
• Saltar a la libertades hacerse responsable de la vida que hemos elegido y, por lo tanto, de las consecuencias que nuestras acciones generan en el paso a paso por el mundo.
• Saltar a la libertades ser honestos con nosotros/as mismos/as. Sin honestidad no hay libertad.
• Saltar a la libertades preguntarse ¿cuál es mi compromiso?, ¿con qué me comprometo?, ¿para qué lo hago?
Hay un país llamado libertad que nos pertenece y donde rara vez habitamos. Está todo dado para que allí podamos ser felices, tomemos decisiones, desarrollemos nuestras pasiones, podamos expandirnos cada minuto que pasa… pero es quizá donde menos tiempo nos quedamos. Ese país florecido está dentro de cada uno/a de nosotros/as y es el que te invitamos a visitar en este capítulo.
La libertad interior y la felicidad son derechos de nacimiento y, por lo tanto, vienen incorporados a nuestra vida desde que llegamos a este mundo, nos constituyen. No es posible una vida plena, si no ejercemos esos derechos. Ser libres nos ayuda a volar bien alto, ser felices nos permite disfrutar de ese vuelo. Y si nos pertenecen, ¿por qué nos cuesta tanto ser libres y felices?
No existe un parámetro general para medir cómo está nuestra libertad interior, dónde estamos parados en este momento, qué nos falta. Cada persona puede saberlo con solo mirar su propia vida, sus deseos, sus necesidades, sus carencias. Saber cómo me quiero sentir, hacer todo lo que está a mi alcance para lograrlo, chequear si efectivamente lo he logrado es casi de manual, pero requiere de varias condiciones.
A saber:
— ¿Qué es para mí la libertad?
—¿Qué necesito para sentirme libre?
— ¿Cómo puedo llegar a eso?
—¿Cómo me daré cuenta de que estoy siendo libre?
Propósito. Acción. Chequeo.
La libertad es la posibilidad que tenemos, todo el tiempo, de elegir aun cuando nos parezca que la vida o el destino lo hacen por nosotros. Somos libres cuando elegimos más allá de las circunstancias del mundo exterior. Al elegir ponemos en juego nuestros pensamientos, nuestros valores, nuestros principios, nuestras emociones. Es un gran regalo que podemos hacernos a nosotros/as mismos/as, y compartirlo con quienes forman parte de nuestra vida.
Читать дальше