1 ...8 9 10 12 13 14 ...30 –Monjes, el Bienaventurado no se da a la buena vida, ni ha dejado de lado el esfuerzo dándose a la buena vida. Monjes, el Bienaventurado es santo y está completamente iluminado. Prestad oído y escuchad, monjes: lo que no muere ha sido logrado, os voy a instruir y a predicar la Enseñanza. Si hacéis lo que os digo, sin tardanza, en este mismo mundo, realizándolo por vosotros mismos con conocimiento superior, alcanzaréis y permaneceréis en aquella insuperable consumación de la vida de santidad por la que los hijos de familia dejan el hogar, y hacen bien, para salir a la vida sin hogar. Dicho esto por segunda y por tercera vez, el grupo de cinco monjes me contestó lo mismo.
»Entonces monjes, les dije:
–¿Es que no os dais cuenta de que nunca antes os había hablado de esta manera?
–No venerable señor.
–Monjes, el Bienaventurado es santo y está completamente iluminado. Prestad oído y escuchad, monjes: lo que no muere ha sido logrado, os voy a instruir y a predicar la Enseñanza. Si hacéis lo que os digo, sin tardanza, en este mismo mundo, realizándolo por vosotros mismos con conocimiento superior, alcanzaréis y permaneceréis en aquella insuperable consumación de la vida de santidad por la que los hijos de familia dejan el hogar, y hacen bien, para salir a la vida sin hogar.
»Y así, monjes, conseguí convencer al grupo de cinco monjes. A veces adiestraba a dos monjes mientras los otros tres iban a recolectar comida, y de la comida que los tres monjes habían recolectado, el grupo de seis nos manteníamos. Otras adiestraba a tres monjes mientras los otros dos iban a recolectar comida, y de la comida que los dos monjes habían recolectado, el grupo de seis nos manteníamos. Entonces, monjes, el grupo de cinco monjes adiestrados e instruidos por mí, estando ellos mismos sometidos a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, habiendo comprendido el peligro inherente en lo sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, buscadores de lo no sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, la suprema salvación de toda sujeción, el Nibbāna , lograron lo que no está sometido a nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena y contaminación, la suprema salvación de toda sujeción, el Nibbāna . El conocimiento y la visión surgieron en ellos: “Nuestra liberación es inconmovible, éste es nuestro último nacimiento, ya no hay más devenir”.
»Monjes, hay cinco sogas 32 de los placeres de los sentidos, ¿cuáles son?: formas materiales conocibles por la vista que son deseables, apetecibles, encantadoras, seductoras, acompañadas de deseo de los sentidos y conducentes a la pasión, sonidos conocibles por el oído… olores conocibles por el olfato… sabores conocibles por el gusto… objetos tangibles conocibles por el tacto que son deseables, apetecibles, encantadores, seductores, acompañados de deseo de los sentidos y conducentes a la pasión.
»Éstas son, monjes, las cinco sogas de los placeres de los sentidos. Monjes, de los ascetas y brahmines que se enredan, obsesionan y envician con ellas, entregándose a ellas sin ver el peligro y sin conocer el modo de librarse de las mismas, se podría decir que “han caído en desgracia, en desventura; el maligno 33 podrá hacer con ellos lo que quiera”.
»Al igual que de un ciervo silvestre atrapado en una trampa, se podría decir que “ha caído en desgracia, en desventura, el cazador podrá hacer con él lo que quiera”, ya que si viene, no podrá escapar e ir adonde quiera, del mismo modo, monjes, de los ascetas y brahmines que se enredan, obsesionan y envician con las sogas de los placeres de los sentidos, entregándose a ellas sin ver el peligro y sin conocer el modo de librarse de las mismas, se podría decir que “han caído en desgracia, en desventura; el maligno podrá hacer con ellos lo que quiera”.
»Sin embargo, monjes, de los ascetas y brahmines que no se enredan, obsesionan y envician con las sogas de los placeres de los sentidos, no entregándose a ellas, viendo el peligro y conociendo el modo de librarse de las mismas, se podría decir que “no han caído en desgracia, ni en desventura; el maligno no podrá hacer con ellos lo que quiera”. Al igual que de un ciervo silvestre que se acuesta encima de una trampa sin dejarse atrapar, se podría decir que “no ha caído en desgracia, ni en desventura; el cazador no podrá hacer con él lo que quiera”, ya que, si el cazador viene, podrá escapar e ir adonde quiera, del mismo modo monjes, de los ascetas y brahmines que no se enredan, obsesionan y envician con las sogas de los placeres de los sentidos, no entregándose a ellas, viendo el peligro y conociendo el modo de librarse de las mismas, se podría decir que “no han caído en desgracia, ni en desventura; el maligno no podrá hacer con ellos lo que quiera”.
»Monjes, imaginad un ciervo silvestre que va por el bosque; éste camina, está de pie, se sienta y se tiende sin temor, ¿por qué?, pues porque no está al alcance del cazador. De la misma manera, monjes, un monje, apartado del deseo de los sentidos, apartado de lo que es perjudicial, alcanza y permanece en la primera abstracción meditativa, 34 en la que hay gozo y felicidad nacidos del apartamiento y va acompañada de ideación y reflexión. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos a Māra, desapareciendo de la vista del maligno sin dejar rastro. 35
»Luego, monjes, al cesar la ideación y la reflexión, un monje alcanza y permanece en la segunda abstracción meditativa, en la que hay gozo y felicidad nacidos de la concentración, está libre de ideación y reflexión, y va acompañada de unificación de la mente y serenidad interior. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al desvanecerse el gozo, el monje permanece ecuánime, atento y lúcido, experimentando con el cuerpo aquel estado de felicidad que los Nobles llaman: “Vivir feliz, atento y ecuánime”, con lo que alcanza y permanece en la tercera abstracción meditativa. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al renunciar al placer, al renunciar al dolor, y previa desaparición de la alegría y la aflicción, el monje alcanza y permanece en la cuarta abstracción meditativa, sin dolor ni placer, completamente purificada por la atención y la ecuanimidad. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al superar la percepción de formas materiales y con la desaparición de las percepciones sensoriales, sin prestar atención a las percepciones de la multiplicidad, atendiendo sólo al espacio ilimitado, el monje alcanza y permanece en el estado que tiene el espacio ilimitado como base. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al superar el estado que tiene el espacio ilimitado como base, atendiendo sólo a la conciencia ilimitada, el monje alcanza y permanece en el estado que tiene la conciencia ilimitada como base. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al superar el estado que tiene la conciencia ilimitada como base, atendiendo sólo a la nada, el monje alcanza y permanece en el estado que tiene a la nada como base. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al superar el estado que tiene a la nada como base, el monje alcanza y permanece en el estado que se basa en ni percepción ni no percepción. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos… del maligno sin dejar rastro.
»Luego, monjes, al superar el estado que se basa en ni percepción ni no percepción, el monje alcanza y permanece en la cesación de la percepción y la sensación; y tras haber conseguido la visión de sabiduría, 36 sus corrupciones son totalmente aniquiladas. Monjes, de este monje se dice que ha vendado los ojos a Māra, desapareciendo de la vista del maligno sin dejar rastro. Éste ha dejado atrás todas las adhesiones 37 del mundo y camina, está de pie, se sienta y se acuesta sin temor. ¿Por qué?, pues porque no está al alcance del maligno.»
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