Pero esa actitud empresarial depende mucho de la estructura de la propiedad. En España, por ejemplo, hay una estructura de la propiedad muy concentrada (el accionista principal suele controlar la mayoría de las acciones, al contrario de lo que ocurre en el modelo anglosajón), sobre todo en las empresas pequeñas, que son, además, de carácter familiar. Pues bien, la empresa familiar sacrifica a menudo potencial de crecimiento al mantenimiento del control interno. Por lo tanto, se puede convenir que la estructura del accionariado no debería ser un obstáculo para el crecimiento si se abandonaran ciertas actitudes conservadoras (Costa, 2003: 165). Estamos hablando de problemas de agencia .
Finalmente, también cuenta el entorno empresarial, particularmente en el mundo de las pequeñas y medianas empresas –que constituyen la dimensión característica del tejido empresarial español y valenciano–, donde es muy difícil obtener economías internas a la empresa y son muy altos los costes de transactión, los costes de relación con el resto de agentes económicos y sociales. En este sentido, conviene cultivar las economías externas más convenientes, como, por ejemplo, las que potencialmente se dan en las aglomeraciones territoriales de actividades económicas del mismo tipo, el efecto distrito industrial 7 (Becattini, 1979: 1.1; 2002).
2.5 El nivel de bienestar
2.5.1 Renta per cápita: productividad y tasa de empleo
El nivel de bienestar de una sociedad depende en buena medida de la capacidad de conseguir un crecimiento sostenible económica, social y medioambientalmente. La productividad del trabajo no sirve, por lo tanto, sólo para explicar el crecimiento sostenible y la competitividad de una economía, sino también para explicar el nivel de vida de la población.
Y eso también es tarea de la contabilidad del crecimiento . Porque, si convenimos que el indicador sintético más conveniente para evaluar el nivel de vida es la renta per cápita, es obvio que este indicador está claramente relacionado con el de productividad del trabajo. Aunque deberíamos añadir que la diferente tasa de utilización del trabajo potencial (de la población en edad de trabajar), es decir, la diferente tasa de empleo, pero también la diferente cantidad de horas trabajadas por trabajador, puede hacer divergir los niveles relativos de la productividad y los de la renta per cápita entre países, como muestra la tabla 2.7.
TABLA 2.7
Niveles de PIB per cápita y de productividad* (2002)
|
PIB per cápita |
Productividad |
|
|
Por ocupado |
Por hora trabajada |
EE. UU. |
139 |
132 |
115 |
UE |
100 |
100 |
100 |
España |
85 |
91 |
81 |
* EU = 100, en paridad de poder adquisitivo (PPA)
Fuente : Eurostat.
Es decir, la renta por habitante y la productividad por hora pueden comportarse de manera diferente porque entre estas dos variables se interponen dos factores: las horas trabajadas por ocupado y la tasa de empleo (asociada a la relación entre la cantidad de gente que trabaja y el conjunto de la población).
Efectivamente, como se puede ver, las diferencias entre España y EE. UU. y la UE, en términos de PIB por habitante (una buena aproximación a la magnitud de renta per cápita), eran más pronunciadas en el 2002 que las de productividad por trabajador, debido a que las tasas de empleo americana y europea eran más altas que la española.
Ahora bien, estas diferencias cambian cuando hacemos la comparación con la productividad por hora trabajada, ya que las horas efectivamente trabajadas por trabajador en EE. UU. y en España eran más que en el caso de la media de la UE. Por ello, las diferencias aún eran más grandes en el caso americano, pero se acortaban en el caso europeo, ya que la cantidad de horas trabajadas por trabajador en el caso español era superior a la media europea.
En todo caso, el comportamiento de la renta per cápita en los últimos años ha sido positivo, como señala el gráfico 2.3.
Ahora bien, la convergencia relativa en renta per cápita valenciana y española con la UE (aparte del efecto estadístico de las sucesivas ampliaciones con países de menor nivel de renta que hacen bajar la media) en los últimos años se ha basado en que se trabaja más horas que en Europa y, sobre todo, en que ha aumentado la tasa de empleo.
Desgraciadamente, no se ha basado en una mejora relativa en términos de productividad, sino al contrario, como muestra fehacientemente el gráfico 2.4.
GRÁFICO 2.3
Renta per cápita (1995-2007) (dólares EKS PPP de 2007)
Fuente : INE, GGDC Total Economy Database, enero 2008 (en línea < hhttp://www.ggdc.net>), EU KLEMS Database, marzo 2008 (en línea < http://euklems.net>) y elaboración de Matilde Mas.
GRÁFICO 2.4
Renta, empleo y productividad (1985-2007) (1985 = 100)
Fuente: INE, GGDC Total Economy Database, enero (en línea 2008 < hhttp://www.ggdc.net>), EU KLEMS Database, marzo 2008 (en línea < http://euklems.net>) y elaboración de Matilde Mas.
2.5.2 Distribución de la renta
En España, también ha mejorado la equidad en la distribución espacial, tal y como se estudiará más detenidamente en el capítulo 3. Ahora bien, hay que recordar que todo crecimiento económico, desde esta perspectiva espacial, comporta normalmente (cuando hay movilidades de factores y el mismo entorno institucional) dos procesos diferentes: uno de convergencia en términos de renta per cápita y otro de divergencia en términos de producción, que acentúan los fenómenos de polarización espacial.
El primero de estos procesos se basa en el supuesto de rendimientos decrecientes del capital y, por lo tanto, las funciones de producción de las zonas retrasadas tenderán a sustituir trabajo por capital (modelo neoclásico). El otro proceso cuestiona el marco analítico neoclásico y se explicaría por lo que Krugman valora como importante: los factores geográficos que van desde las características del medio físico hasta las sociales, entre las que hay que destacar la cultura emprendedora que haya (Parellada, 2007: 336).
En este sentido, se forman claramente dos períodos en cuanto a la intensidad en estos dos procesos, con un punto de inflexión en 1979: antes, de mucha intensidad y, después, de mucha menos. Además, mientras en el primer período las diferencias en términos de renta per cápita se explicaban básicamente por los diferenciales en los niveles de productividad (excepto en los casos de Valencia y Aragón); en el segundo período, cada vez más por las diferencias en la tasa de empleo (también con la excepción valenciana).
Después de cuanto se ha dicho, hay que hacerse una pregunta clave: qué grado de igualdad tiene la distribución personal de la renta. En una primera aproximación podemos decir que, en el País Valenciano, este grado es superior al español. De todos modos, todo eso se contestará con cálculos rigurosos en el capítulo 3.
2.5.3 El Estado del Bienestar
En cualquier caso, todos los cálculos que se hacen, o se pueden hacer, se realizan sobre la base de referencias monetarias explícitas. Detrás de todo están, básicamente, los ingresos de los trabajadores vía nómina, los salarios monetarios. Pero evidentemente, la calidad de vida no depende sólo de este tipo de ingresos. Depende también de la posibilidad de acceder de manera adecuada a servicios esenciales como la sanidad, la educación, la seguridad o los servicios sociales en general. 8
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