Durante este período, a muchos les costará comprender y se confundirán con el despliegue de poder de las fuerzas del mal, específicamente autorizadas por Dios para dictatorialmente dominar al mundo durante ese período. Pero el designio de Dios es que ésta sea una prueba final para el remanente de cristianos, judíos y creyentes que no ameritaron ser rescatados en el Rapto de los fieles. A pesar de esto, una buena parte de ellos regresarán a Dios durante la Tribulación, pero a costas de enormes sufrimientos o de morir mártires (los Santos de la Tribulación).
Durante los 3.5 primeros años de este Período, el Anticristo gobernará con extraordinaria sagacidad y con el despliegue de falsas señales y milagros, dominará y consolidará su poder sobre un mundo desquiciado, confuso y dividido durante los años que lo precedieron, y auspiciará el Nuevo Orden y la Nueva Religión Universal que se promovió durante ese tiempo. Como un gran logro, el Anticristo firmará un acuerdo de Paz con Israel, y el pueblo Judío lo confundirá con el “Mesías” que han estado esperando por siglos (por cuanto que no reconocieron a Cristo cuando vino), pero antes del fin de este período los traicionará, e Israel será invadido por una coalición de naciones dirigidas por él. Asimismo, el Anticristo sobrevivirá en forma aparente una falsa herida de muerte en su cabeza, que impactará a muchos. Formará también una coalición de Diez Reinos en Europa (a semejanza del viejo Imperio Romano), consolidando su hegemonía territorial y causando persecución y muertes masivas sin piedad alguna. “Porque entonces será la angustia tan grande como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Y si no se abreviaran aquéllos días nadie se salvaría; pero en atención a los elegidos, se abreviarán los días aquéllos” (Mt.24:21-22). Su reino durará otros 3.5 años (la segunda mitad del Período de la Tribulación), durante el cual el Anticristo reconstruirá el ala del Templo de Jerusalén y entrará en el lugar sagrado y se declarará Dios, acto que las Escrituras llaman “la Abominación de Desolación” (Dn.11:31). Esto desatará el juicio final de Dios sobre el Satanás, el Anticristo, el Falso Profeta y la población mundial que ha aceptado la marca de la Bestia, un sistema satánico de control reconocido por el nombre de la Bestia o el número “666” (en el lenguaje de hoy, seguramente un sistema computarizado de extraordinaria velocidad y memoria, con reconocimiento de imágenes y estructuras robotizadas), siendo la “marca” seguramente un chip insertado en la mano derecha o en la frente de la población, “sin el cual nadie podrá comprar ni vender”, y que permitirá a la Bestia matar a quienes se nieguen a recibir dicha marca (Ap.13:15-18). Esta es una profecía extraordinaria por dos razones fundamentales:
Nos conmina a aceptar en fe que Dios ha otorgado a la Falsa Trinidad el poder de dominar a los Santos de la Tribulación y al mundo durante los últimos 3.5 años del período de la Tribulación, para probar su arrepentimiento y fidelidad (su Iglesia Fiel ya habrá sido previamente rescatada del mundo sin conocer muerte, como se comenta más arriba: El Rapto de la Iglesia). Esta será una dura prueba, en cierta manera semejante a la obediencia de Jesucristo al pedido del Padre, quién estando en igualdad con Dios, no vaciló en aceptar su sacrificio y muerte vicaria para salvar a los pecadores que creyesen en Él (Flp.2:5-9).
La anticipación profética (2.000 años) de un sistema de computación de avanzada tecnología para los tiempos finales, que solo los que vivimos hoy pudiésemos entender (algo imposible para los que nos antecedieron), representa una extraordinaria profecía.
Éstos serán anunciados al inicio de la etapa final del Período de la Tribulación, acorde a lo descripto en el libro de Apocalipsis, Capítulo 5, Los Siete Sellos, y que representan el preanuncio de los flagelos que se ejecutarán posteriormente a través de Las Siete Trompetas (Ap. Cap. 8 y 9) y Las Siete Copas (Ap. Cap.16), como se comentará seguidamente.
La Apertura de los Siete Sellos: por parte del Cordero (el Señor Jesucristo), seguirán un orden cronológico y progresivo. Los cuatro primeros corresponden a los Jinetes del Apocalipsis, a quienes se les dará autoridad sobre un cuarto de la Tierra para conquistar, quitar la paz, imponer justicia, a matar con la espada, con hambruna, pestilencia y con fieras salvajes. El quinto sello alude a los mártires, Santos de la Tribulación, que darán sus vidas por causa de la Palabra de Dios. El sexto sello advierte sobre un gran terremoto, en que el Sol se volverá negro, la luna como de sangre, y los astros del cielo caerán como una higuera deja caer sus brevas. Y cuando se abra el séptimo sello habrá un silencio absoluto en toda la Tierra durante 30 minutos. En ese momento, a los cuatro ángeles del Señor con poder de dañar la tierra, el mar y los árboles, se les ordenó no proceder hasta que los “144.000 siervos escogidos de todas las tribus de Israel” sean sellados en sus frentes como protección (Ap.14:1-4). Estos habrán de predicar la salvación de Dios a los gentiles remanentes en la Tierra. También se enviarán a “Dos Testigos” con gran poder a predicar la salvación de Jesucristo al remanente Judío, que si bien no son identificados (Ap.11:3-12) se considera que pudiesen ser los profetas Elías y Enoc, quienes en su tiempo fueron llevados a Dios sin conocer muerte. Estos dos siervos predicarán con gran vigor y poderosas señales durante 3.5 años, y serán matados públicamente por las fuerzas del mal, pero Dios los resucitará públicamente al tercer día, como testimonio de su autoridad, en el mismo sitio de su muerte.
El Sonar de la Siete Trompetas (Ap .Cap. 8 y 9): de la enunciación de los Juicios mencionados precedentemente se pasará a la ejecución de los mismos, en lo que la Palabra identifica como Las Siete Trompetas, a cargo de siete ángeles:
La primera trompeta causará granizo y fuego mezclado con sangre que abrasará una tercera parte de la tierra, de los árboles y de toda hierba verde;
La segunda arrojará al mar algo así como una gran montaña ardiendo en fuego y la tercera parte del mar se convertirá en sangre, matando una tercera parte de la fauna marítima, y una tercera parte de las naves se hundirán;
La tercera trompeta desplomará del cielo una estrella ardiente sobre ríos y fuentes de agua que se contaminarán, causando la muerte de muchos hombres;
La cuarta afectará una tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, oscureciéndolas;
La quinta causará que la caída de una estrella abra el pozo del Abismo, del que surgirá una humareda como la de un gran horno, y de ésta saldrán langostas como escorpiones con autoridad para atormentar solo a los hombres que no tienen el sello de Dios durante cinco meses, y serán guiadas por el Rey del Abismo (Satanás);
La sexta soltará a cuatro ángeles con miríadas de miríadas de jinetes prestos para matar, conjuntamente con las dos trompetas anteriores, hasta un tercio de los hombres no protegidos por Dios; “pero el resto de los hombres no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos” (Ap.9:21).
El séptimo ángel “declaró consumado el misterio de Dios anunciado por los profetas… y declaró: El reino del mundo ha pasado a nuestro Señor y a su Cristo. Él reinará por los siglos de los siglos” (Ap10:7; 11:15).
Las trompetas precedentes representan gravísimos castigos dirigidos a idólatras, asesinos, maléficos, fornicarios y ladrones, quienes a pesar de la magnitud de las pruebas no se arrepentirán ni retornarán a Dios. Importantemente, debe observarse que los hombres sellados o protegidos por Dios serán eximidos de las consecuencias de dichas pruebas y tormentos.
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