Por aquel entonces sólo quedaban dos trámites para aceptar o denegar la petición de entrada en el Fascio, en primer lugar, como ocurriría el 8 de abril de 1929 con otros nombres, el ente fascista escribía al Consulado: «La Secretaría de los Fasci en el exterior me comunica las informaciones precedentes de la R. Questura sobre los nombrados más abajo [en el documento] y me concede el visto bueno para la admisión de los mismos en el Fascio de Barcelona, siempre que nada desfavorable resulte sobre su relación con este Real Consulado». [71]Una circunstancia que en ocasiones permitía a las autoridades italianas conocer el paradero de supuestos criminales. Así, por ejemplo, el 2 de julio de 1929 el Fascio escribía al Consulado para conocer la conducta de Enrico Russo en España, una vez desde Italia se calificaba de «peligroso (...) por delitos contra la persona y la propiedad y venta de billetes falsos; expatriado clandestinamente en fecha imprecisa». [72]Ante estos supuestos delitos, el Consulado indagaba las actividades de Russo en Barcelona pidiendo información al Gobierno Civil de Barcelona, de la cual se extraía que: «Ha obtenido un carné de intérprete, profesión que ejercería a la llegada de barcos transatlánticos italianos. (...) Pero parece que esta profesión declarada no es más que un velo para esconder su verdadera vida». Y es que según el Consulado, Russo obligaba a su mujer a ejercer la prostitución como medio de subsistencia. [73]Por lo tanto, una vez que desde Italia se autorizara la admisión en el Fascio, fuera por parte de las autoridades civiles a petición del Consulado o del Fascio barcelonés directamente, era la legación diplomática la que tenía la última palabra. La respuesta favorable o negativa del Consulado iría vinculada en muchas ocasiones a otro trámite ante unas nuevas autoridades, en este caso las españolas. Una demanda realizada con la intención de conocer si el demandante había cometido alguna actividad delictiva o «subversiva» durante su estancia en España.
Otra tarea de control de los ciudadanos italianos residentes en Barcelona encargada al Consulado y al Fascio era la de mantener bajo vigilancia a los supuestos subversivos. Por ejemplo, el 8 de marzo de 1930, la Prefectura de Livorno pedía información de un ciudadano que «en diciembre de 1918 emigró a Barcelona (...), el cual profesaba abiertamente ideas comunistas» para aceptar o denegar su entrada de nuevo en Italia. [74]Por otro lado, la voluntad de conocer las actitudes pasadas de los italianos que querían incorporarse a las estructuras exteriores del fascismo también vinculaba Fascios y Consulados de diversas ciudades. Por ejemplo, el 8 de abril de 1932, la Secretaría general de los Fasci pedía información sobre el ciudadano residente en Barcelona, Maggi Natale, para reenviarla al Fascio de Marsella, donde había pedido su inscripción. [75]
Al margen de la vigilancia de italianos residentes en Barcelona y del exhaustivo control de los que pedían su incorporación al Fascio de Barcelona, la entidad fascista mantuvo una actuación de la cual nos han quedado pocos documentos. Así, podemos señalar que el 12 de marzo de 1930, la secretaría general de los Fasci en el exterior ordenaba al Fascio de Barcelona convocar una asamblea general para el día 23 de aquel mes. Según esta orden, la reunión tenía que seguir un guión predefinido ya desde Roma. En primer lugar, el secretario tendría que exponer la memoria de la actuación del período anterior y plantear cuál era el programa de trabajo para el siguiente curso. Seguidamente, se debería abrir un turno de discusión sobre la tarea realizada para pasar, a continuación, a recordar con «palabras apropiadas» la fundación de los Fascio di Combattimento. [76]Para el año 1931, la documentación existente nos permite conocer unos datos muy significativos: conocer quiénes eran los principales benefactores del Fascio de Barcelona con sus donaciones. Así podremos descubrir, como era de suponer, que básicamente se trataba del conjunto de las entidades italianas de Barcelona y de las empresas allí presentes. Estas donaciones supuestamente resultarían voluntarias, pero con toda seguridad respondían a las presiones de las autoridades consulares fascistas y del gobierno de Mussolini en Roma.
Dos años después, concretamente el 2 de abril de 1932, se celebraba una nueva asamblea del Fascio de Barcelona. De aquella reunión, de la cual no contamos con la documentación, sólo podemos extraer el conocimiento de la existencia de un Fascio Femenino en Barcelona. [77]Tres años después, ya en la navidad de 1935, podemos ver que empresas y particulares colaboraban con el Fascio en hacer donaciones para la festividad italiana de la Befana Fascista, en forma de dinero, juguetes, ropa o alimentos (ver anexo). Esta popular celebración navideña, celebrada el día de la Epifanía, sería rápidamente apropiada por el fascismo. [78]
Después de esta documentación, y hasta el inicio de la Guerra Civil, sólo encontramos diferentes solicitudes de adhesión y los trámites correspondientes.
Donaciones económicas recibidas por el Fascio Italiano de Barcelona (del 1 de marzo al 28 de octubre de 1931) [79]
LA POLÉMICA SOBRE LA COLONIA ITALIANA DE GIRONA Y LA SECCIÓN LOCAL DEL FASCIO (1934-1936)
Si la constitución del Fascio de Barcelona fue complicada por cuestiones políticas y de competencias, el caso de Girona se adentraría en el ámbito de lo personal y de la lucha entre las familias de la colonia italiana local, una comunidad que en 1927 estaba formada por siete u ocho familias y cuarenta cabezas de familia, entre los cuales, diecinueve eran de la del Agente Consular, Giuseppe Magaldi. [80]
Dos años después, y a raíz de la petición de una fotografía de Mussolini por parte de Maria Magaldi, el Cónsul en Barcelona preguntaba al Agente Consular si existía en Girona un núcleo femenino fascista o si había suficiente número de fascistas para formar uno. [81]La respuesta del Agente Magaldi negaba la existencia de tal núcleo al mismo tiempo que explicaba la renuncia a formar uno masculino debido a la migración de la colonia italiana local. [82]
Pero este argumento no convencía al Cónsul Romanelli, quien insistía el 15 de marzo de 1929 en la posibilidad de formar un núcleo fascista, masculino y femenino y bajo la supervisión del Fascio de Barcelona, partiendo del aparente entusiasmo de los italianos residentes en Girona. [83]Esta propuesta del Cónsul se debió llevar a cabo, ya que la siguiente noticia que la documentación nos aporta sobre dicha sección fascista está fechada en febrero de 1934, la demanda del secretario del Fascio de Barcelona de refundar o eliminar la sección de Girona «a causa de discordias de carácter personal que dividen aquella colectividad y en consideración del escaso numero de inscritos [diez hombres y cuatro mujeres]». [84]Ante esta demanda, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano preguntaba al Consulado en Barcelona cuál era su opinión y cuál era la tra- yectoria del jefe de dicha sección, Carlo Baratto. Pero la respuesta la escribiría directamente el Fascio de Barcelona, que en carta enviada al Consulado explicaba el origen de los problemas del colectivo italiano de Girona: «La Colonia italiana de Girona está dividida desde una fecha muy lejana, esta desarmonía fue inicialmente provocada por discordias aparecidas en las [diversas ramas de las] familias Magaldi, y todavía alimentada de esta aversión familiar». [85]Según especificaría días después el Consulado en Barcelona, las discordias habrían sido producidas por culpa de algunos negocios familiares de los Magaldi y del conjunto de las otras familias de la colonia a aquélla vinculada. Ante esta realidad y las constantes demandas de la colonia de formar una sección fascista, y creyendo apaciguadas las luchas familiares, en 1932 se nombraba a un «neutral» en las luchas entre Magaldis, Carlo Baratto, como fiduciario de la Sección de Girona del Fascio de Barcelona: «la única persona que estuvo durante un tiempo por encima de tales luchas mezquinas (...) que, efectivamente, consiguió, si bien con dificultad, mantener con vida la sección del Fascio». [86]
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