Analicemos finalmente el grupo más representativo de los agentes externos a la Casa Real de remuneración monetaria, el colectivo de pensionados por el rey: individuos de diferente condición social, nobles y ciudadanos, que frecuentaban la domus regia sin pertenecer a la misma y recibían periódicas rentas de la tesorería real mediante las cuales el monarca buscaba recompensar o asegurar servicios, suyos o de su linaje. Entre esos pensionados cabe destacar, como antes comentamos, el grupo de napolitanos de origen noble, pero también algunos burgueses e incluso eclesiásticos, sustentados por la tesorería real entre 1424 y 1432. Representarían a aquellas familias napolitanas que apoyaron la causa de Alfonso V en su primera campaña (1421-1423) y que tras el regreso del monarca a sus dominios ibéricos abandonaron Nápoles para seguir en servicio del rey de Aragón como refugiados político. Su apoyo a las pretensiones del Magnánimo por conquistar el reialme de Nàpols no sólo les forzaría a abandonar su tierra, regresando con el rey a la península ibérica a fines de 1423. También les ocasionaría pérdidas que su nuevo patrón, Alfonso V, se encargaría de recompensar. [169]Los napolitanos que acompañaron al monarca no constituían un colectivo muy numeroso, rondaban los 40 individuos: en 1425-1427 documento a 31 napolitanos pensionados mientras que en el primer semestre de 1429 figuran 14. [170]Todos eran mantenidos por el rey con donativos de la tesorería real, como gràcies genéricas o gràcies per lur susteniment o per sustentació de sa vida, con cantidades que oscilabaºn entre los 25 y 100 flor. [171]Un reducido grupo de esos napolitanos de condición noble, al menos siete caballeros documentados, concentraba los donativos de mantenimiento de mayor cuantía y de carácter más regular y difrutaban de un equipamiento militar sufragado por la tesorería. [172]Esos caballeros napolitanos encarnarían el modelo típico de pensionados o retainers: servían al monarca y su corte, sin ser miembros de ella, a cambio de pagos monetarios periódicos, frecuentarían la corte con asiduidad y muchos militaban en el ejército como hombres de armas o a cargo de comitivas. En último extremo, detrás de esos napolitanos pensionados habría que ver una política de Alfonso V dirigida a crearse una clientela propia entre la nobleza napolitana. Una política que le dotase del necesario sustento militar en tierras italianas cuando esos linajes se movilizasen en la conquista del reino Nápoles, como así sucedió.
[1]Al respecto remito a las siguientes síntesis: Ch. Allmand, «New Weapons, New Tactis», en G. Parker (ed.), The Cambrigde Illustrated History of Warfare. The victory of the West, Cambridge, 1995, pp. 92-105, sobre todo, pp. 98-99; Ph. Contamine, La guerra en la Edad Media, Barcelona, 1984, pp. 169-170; J. A. Fernández de Larrea, «Guerra y sociedad en Europa occidental durante la Baja Edad Media (siglos XIIIXV)», en La guerra en la Historia. Décimas Jornadas de Estudios Históricos, Salamanca, 1999, pp. 45-94, especialmente, pp. 47-76; J. Flori, Caballeros y caballería en la Edad Media, Barcelona, 2001, pp. 116-120; Id. La caballería, Madrid, 2001, pp. 82-83; F. García-Fitz, Ejércitos y acividades guerreras en la Edad Media europea, Madrid, 1998, pp. 30-34; J. Hale, Guerra y sociedad en la Europa del Renacimiento, 1450-1620, Madrid, 1990, p. 63; B. S. Hall, Weapons & Warfare in Renaissance Europe, Baltimore-Londres, 1997, pp. 9-40; M. Keen, La caballería, Barcelona, 1986, pp. 287-297; M. Vale, War and Chivalry. Warfare and Aristocratic Culture in England, France and Burgundy at the End of the Middle Ages, Londres, 1981, pp. 100-128. Sobre la mejora del equipo del hombre de armas, vid. A. Ayton, «Arms, Armour and Horses», en M. Keen (ed.), Medieval Warfare. A History, Oxford, 1999, pp. 186-208, sobre todo, pp. 203-206; D. Edge y J. Miles, Arms & armour the medieval knight, Nueva York, 1993, pp. 96-135. El peso de las tropas de caballería en los ejércitos italianos, navarros, franceses e ingleses puede seguirse respectivamente en: M. Mallet, Signori e mercenari..., op. cit., pp. 150-153; J. A. Fernández de Larrea, Guerra y sociedad en Navarra durante la Edad Media, Bilbao, 1992, p. 75; Ph. Contamine (dir.), Historie militaire de la France, 1. Des origines a 1714, París, 1992, pp. 183-184; M. Prestwich, Armies and Warfare in the Middle Ages. The english experience, Londres, 1995, pp. 52-56; A. Curry, «English Armies in the Fifteenth Century», en A. Curry y M. Hughes (ed.), Arms, Armies and Fortifications in the Hundred Years War, Londres, 1994, pp. 44-47.,
[2]El mito de una «decadencia» de la caballeria bajomedieval basado en argumentos culturalistas (la cultura caballeresca como evasión e idealización de un pasado de hegemonía perdida) comenzó con las tesis de Huizinga (J. Huizinga, El otoño de la edad media. Estudio sobre las formas de vida y el espíritu durante los siglos XIV y XV, Madrid, 1981 (ed. orig. 1919) e influyó en la polarización de estudios culturales e ideológicos sobre la caballería bajomedieval, sobre todo entre la historiografía franco-italiana (F. Cardini, Guerre di primavera. Studi sulla cavalleria e la tradizione cavalleresca, Florencia, 1992). La revisión del mito vino con las aportaciones de una historiografía anglosajona (M. Vale, M. Keen) que defendió la correspondencia entre el apogeo de la cultura caballeresca y una guerra bajomedieval en la que la caballería sigue estando altamente presente y valorizada, vid. A. Barbero, «Guerra, nobiltà, onore fra Trecento e Quattroceno nella storiografia anglosassone», Studi Storici, 27 (1986), pp. 173-201.
[3]Sobre los ejércitos y la caballería en la Corona de Aragón y el equipo del cavall armat (con arnés de mallas o lorigas) y del alforrat (con cubiertas de cuero y montado a la gineta, derivado de la guerra de frontera contra el Islam) vid. M. de Riquer, L’arnès del cavaller. Armes i armadures catalanes medievals, Barcelona, 1968, pp. 67-68; M.ª T. Ferrer i Mallol, «La organización militar en Cataluña en la Edad Media», en Conquistar y defender. Los recursos militares en la Edad Media Hispánica. Revista de Historia Militar, n.º extraordinario (2001), pp. 119-222; J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea de la Corona de Aragón, siglos XIV-XV», R. Narbona (ed.), en XVIII CHCA. La Mediterrània de la Corona d’Aragó, segles XIV-XVI vol. I, Valencia, 2005, pp. 737-764; J. Sáiz, «Los ejércitos de caballería de la Corona de Aragón en las guerras de Alfonso el Magnánimo», en Fueros y milicia en la Corona de Aragón, s. XIV a XVIII, Valencia, 2004, pp. 29-53. Sobre los ejércitos y caballería en Castilla: A. Ladero Quesada, Castilla y la conquista del reino de Granada, Granada, 1987, pp. 13-14; id., «La organización militar de la Corona de Castilla durante los siglos XIV y XV», en La incorporación de Granada a la Corona de Castilla. Actas del Symposium Conmemorativo del Quinto Centenario, Granada, 1993, pp. 195-227, p. 212; id., «Recursos militares y guerras de los Reyes Católicos», en Conquistar y defender..., op. cit., pp. 383-420, sobre todo, pp. 391-392.
[4]El análisis del equipamiento de combatientes a caballo en 1430, en la única nómina completa disponible (445 combatientes), confirma que un 95 % son hombres de armas (425 de ellos, la mayoría, armats de totes ses armes a la guisa y unos pocos sólo ab cuirasses) frente a sólo 20 hombres armats a la gineta: AMV, PC, YY-14, fols. 42r-71v. El arnés y armamento a la guisa, es una terminología del ámbito peninsular que equivale a llevar el arnés complit o armadura completa.
[5]Véase la tabla 1 de J. Sáiz, «La organización militar en la expansión mediterránea...», cit., pp. 741-742.
[6]A partir de los registros de la Tesorería de ese bienio: ARV, MR, n.º 8.774, 8.777, 8.778 y 8.779. Aplicamos los cambios monetarios contenidos en dichos registros unificando todos los pagos (en doblas, florines, sueldos de Barcelona, sueldos de Jaca, ducados, etc.) a sueldos de Valencia (ss.). Los datos fueron presentados en J. Sáiz, «Estado y poder militar en la Corona de Aragón...», cit. y publicados en id., «Los ejércitos de caballería de la Corona de Aragón...», cit., p. 34.
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