Por cortesanos de la Casa Real (Apéndice 2, cuadro 2.1) englobamos aquellos cargos regidos por personal nobiliario y que, en la Casa de Alfonso V, según el cotejo de su reglamentación interna con las ordinacions de Pedro IV y los registros de la tesorería, agruparía a 14 oficios, que en función de su número de integrantes, suman un colectivo de 33 nobles y caballeros. [138]
En función de las labores domésticas que nominalmente se les atribuía, podemos organizarlos en dos conjuntos. En primer lugar los vinculados a la alimentación y servicio en la mesa real, a la cuadra real y a la caza, bajo la autoridad de dos majordoms: 2 copers, 2 botellers, 2 panicers, 2 trinxants o escuders dels coltells, 2 sobrecocs, 1 cavallerís, 2 falconers majors. A este grupo habría que añadir el oficio de munter major, ausente en la reglamentación interna. [139]En segundo lugar, aquéllos ligados a la cámara real bajo la autoridad de dos camarlencs: 6 cambrers, 1 armer, 2 rebosters, 4 uixers d’armes y 2 alguzirs. Como se aprecia, en la relación constan oficios que, a primera vista, ejercerían tareas domésticas: como los panicers, sobrecocs y trinxants difícilmente asociables a caballeros cortesanos. Ahora bien, en función de la condición noble de quienes ostentan tales cargos, estipulada en las ordenanzas y documentada en los registros de la tesorería, y las competencias que asumían sirviendo al monarca (consejeros, diplomáticos, soldados y capitanes del ejército) todos son cortesanos del rey. Aunque algunos desempeñasen esporádicamente la función de sus oficios, acompañando al rey en la cámara y en la mesa real, a todos les unía, por encima de sus competencias nominales, sus funciones políticas y militares. Unos cortesanos cuyo número real excedía el personal estipulado en las ordenanzas (33 miembros), como consta en la contabilidad de la tesorería real y los registros de la Cancillería. Por ejemplo, en la tesorería del primer semestre de 1429 figuran 36 cortesanos, entre ellos 10 cambrers, casi el doble de los reglamentados, y sin que exista una correspondencia exacta con el número de integrantes estipulados por las ordenanzas. [140]Es, no obstante, una imagen parcial: los cortesanos que sirvieron en la cort durante ese periodo (analizando desde las quitacions hasta todo tipo de remuneraciones), pero no el total existente, imposible de calcular a partir de los registros de la tesorería. Para conocer el potencial de cortesanos del rey debe combinarse la información de las contabilidades financieras con los registros de la Cancillería (como las convocatorias militares y a Cortes), analizando periodos de movilización armada. Desde esa perspectiva, ese mismo año, se documentan nada menos que 45 cortesanos participando en la incursión de junio del ejército real a Castilla. Entre ellos, localizo nada menos que 17 cambrers, 4 copers y 3 cavallerissos, frente al número ordinario de sólo 6 cambrers, 2 copers y un cavallerís.
Diversos factores explicarían el desfase entre el número reglamentado y la cifra real de nobles con dichos oficios. En principio derivaría de la necesaria rotación de servicio en la corte de la nobleza cortesana. Atendiendo al funcionamiento de la Casa real como un colectivo itinerante y fluctuante, parece claro que las ordenanzas sólo recogerían el personal teórico con dichos oficios, el número ordinario que debía acompañar y servir en la cort real. La necesidad del monarca de disponer regularmente de un servicio nobiliario en su entorno, en la dirección de labores domésticas en la cámara y mesa real, sólo podía ser cubierta, ante la itinerancia de la corte, si se concedía el privilegio de ser oficial palatino a nobles y caballeros de diferentes reinos y principados. Ahora bien, la proliferación de nobles con oficios cortesanos también derivaría de la expansión de una clientela personal del rey. Aquel caballero o noble que disfrutaba del privilegio de servir en el entorno más próximo y cotidiano del monarca, procedería de los linajes nobiliarios más afines y fieles, de tal forma que tradicionalmente tales servicios se reservaban a la clientela inmediata del monarca. La concesión de cargos cortesanos a gran número de caballeros y nobles, en la medida en que el disfrute de dichos oficios era una fuente de rentas (desde quitacions o salarios hasta pensiones y rentas extraordinarias) y privilegios (privilegios jurisdiccionales por ser familiar del rey), equivalía a pensionar y recompensar a la nobleza por los servicios prestados. Pero también era un medio para asegurar la continuidad de los mismos, ya que ser cortesano obligaba a la plena disponibilidad de servicio al monarca. La proliferación de oficios cortesanos confirmaría, pues, la existencia de una red clientelar nobiliaria del rey. Tras la codificación de las ordinacions de la domus regia, y tras la estabilización de su mecánica retributiva durante la segunda mitad del siglo XIV, [141]se habría consolidado un proceso por el que el rey de Aragón mantenía activa y vigente una amplia red de caballeros y nobles cortesanos por sus diferentes reinos. Prueba de ello es la cuantía de cortesanos en la corte de Alfonso V pero también en el tránsito de los siglos XIV al XV, en la de Martín I, donde un exhaustivo estudio del personal que formó parte del consell reial a partir de los registros de la cancillería real, documenta un mínimo de 111 cortesanos durante su reinado, todos ellos nobles y caballeros catalanes, valencianos y aragoneses: 41 camarlencs, 9 majordoms, 20 uixers d’armes, 20 alguzirs y 21 cambrers. [142]Dada su importancia conviene abordar someramente su organización institucional y su forma de retribución.
De ese conjunto de oficios palatinos predominan dos a nivel institucional: majordoms y camarlencs. El majordom era la máxima autoridad en la domus regia, en la dirección de la casa y mesa real, estando los cargos vinculados a estos ámbitos sometidos a su jurisdicción; su autoridad se extendía sobre todos los miembros de la Casa Real, con la excepción del camarlenc quien controlaba la cámara real y los oficios de Estado (canceller, tresorer, escrivà de ració, mestre racional), sus respectivas áreas de influencia (cancillería-escribanía y finanzas) y cargos vinculadas a éstas. Las Ordinacions de Pedro el Ceremonioso fijaron que, ante la itinerancia de la Casa Real, Cataluña, Aragón y Valencia y Mallorca debían estar provistas de un majordom de la alta nobleza, para ejercer sus funciones cuando la cort llegase a cada territorio. [143]Por su parte los camarlencs, estipulados en las Ordinacions del Ceremonioso como dos nobles, controlaban la cámara real (cama, armas, joyas, etc.) y custodiaban la persona del soberano, actuando como filtro entre el rey y el exterior de la Casa, teniendo a su cargo los oficios relacionados con la cámara como cambrers, escuders y ajudants de cambra, armer y sotsarmer, uixers d’armes, alguzirs, porters de maça, etc. [144]Pero, por encima de esas funciones, majordoms y camarlencs por su vinculación a familias altonobiliarias próximas al rey, ejercían ante todo competencias políticas ejecutivas (debían ser consellers, miembros del consell reial) y militares (cuadros de mando del ejército). [145]
Al igual que ambos máximos cargos palatinos, los oficios cortesanos vinculados a la cámara real (cambrers, armers, uixers d’armes, alguzirs), al servicio en la mesa real (copers, botellers, sobrecocs, panicers, trinxants o escuders dels coltells) o a la caballeriza y la caza (cavallerissos, munters major, falconers major, etc.), habían relegado a un nivel secundario sus labores domésticas. En algunos casos cumplían funciones políticas efectivas, al asociar su oficio en la corte a cargos en las administraciones territoriales del rey (governadors, batles, justicias), o al oficio de conseller, participando en el sistema de consells reales. [146]Ahora bien, lo que singulariza al conjunto de cortesanos era el ejercicio de misiones diplomáticas (en embajadas y negociaciones entre Estados) y sobre todo militares. A este respecto se ha destacado la particular función que en la Casa de Alfonso V en Nápoles ostentaron oficios de la cámara real como cambrers y uixers d’armes, los primeros, líderes de compañías armadas y los segundos, activos agentes diplomáticos. [147]Pero la función militar, desde la aportación de compañías a las labores ya comentadas de movilización y mando, puede extenderse, de hecho, a todo noble o caballero cortesano. No en vano tradicionalmente los cortesanos estaban obligados a servir en el ejército y a aportar un mínimo tasado de caballos de guerra cuando acudían a la Casa Real, por lo que en caso de necesidad podía emerger un contingente de gente de armas rápidamente movilizable a partir del entorno cortesano. [148]
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