En mayo de 1445 en Nápoles se volvía a preparar otra campaña en la marca contra Sforza. El Magnánimo aprovechaba la necesidad del pontífice Eugenio IV de ayuda frente a la presión militar de Sforza sobre los estados papales y renovaba su alianza, obteniendo las últimas concesiones de su bula de investidura sobre el reino napolitano. También recuperaba su alianza con el duque de Milán, de nuevo enfrentado con su yerno Sforza, por lo que la coyuntura era más que propicia para expulsar definitivamente al conde de la marca de Ancona. [148]Para las operaciones del verano de 1445 [149]de nuevo movilizó un considerable ejército, que podemos conocer a partir de los fragmentos de cèdules de la tesorería conservados de ese año, entre septiembre y diciembre. [150]A finales de julio el rey salió de Capua hacia Teano, donde debían concentrarse, camino del norte, las fuerzas contratadas. Encontró dificultades para articular las tropas asoldadas, ya que tardaron en llegar al punto de reunión y, como confesó, tuvo que ralentizar su marcha para evitar el desprestigio de atravesar tierras de barones con pocas compañías de gente de armas. [151]Pero a inicios de septiembre el conjunto de tropas reales fueron llegando a los Abruzos. En total, según revelan los pagos de soldada de septiembre y octubre recogidos en las cèdules de la tesorería, había movilizado un ejército de cerca de 4.500 hombres: 2.746 caballos (915 lanzas y 1 tercio de lanza) organizados en 168 comitivas armadas y 1.596 efectivos de infantería (entre 1.400 infantes y 191 espingarderos). [152]Parte de esas tropas, en concreto 1.652 caballos (550 lanzas y 2 tercios de lanza) organizados en 62 comitivas armadas, las enviaría al mando del noble siciliano Giovanni de Ventimiglia, marques de Gerace, a unirse a las fuerzas papales que combatían a Sforza en la marca de Ancona. Pero el monarca y el resto del ejército no pasaron a la marca sino que permanecieron en los Abruzos, debido a la carestía de víveres en la zona, castigada por el constante trasiego de tropas y, en parte, por desconfianza respecto a las tropas papales, comandadas por el cardenal d’Aquileia. En los Abruzos las fuerzas reales iniciaron el asedio del último reducto que disponía el conde Sforza en el reino napolitano, el castillo de Civitella. Pero a comienzos de septiembre el rey se retiró hacia el sur, primero a Teramo y más tarde a Atri, dejando el mando de las operaciones del ejército real que asediaba Civitella a Ramon Boïl y enviando un pequeño contingente a cargo de Berenguer d’Erill a reforzar las tropas del marqués de Gerace. El resultado de las operaciones fue un completo éxito. Las fuerzas combinadas papales y reales lograron entre noviembre y diciembre ocupar la práctica totalidad de la marca de Ancona, expulsando al conde Sforza y sus tropas: de hecho, el 25 de diciembre Boïl rendía Civitella.
Para finales de 1445 por fin parecía que la situación militar tanto el extremo norte del reino, en los Abruzos, como en la vecina marca de Ancona, se estabilizaba a favor del Magnánimo y sus aliados, el papa y el duque de Milán. Sin embargo tan sólo se trataba del parón invernal de las operaciones. En primavera el conde Sforza reinició las hostilidades y continuó combatiendo las tierras papales. Contaba con el decidido apoyo de Venecia y Florencia: Venecia se encontraba en enfrentamiento abierto con Milán desde 1426 y se oponía a cualquier alianza entre Visconti y el Magnánimo; Florencia, aliada a su vez de Venecia, no podía consentir que el rey consolidara su influencia sobre el papado. La permanente guerra entre los estados norditalianos favorecía las intenciones de los comandantes profesionales, entre ellos el conde y condottiere Sforza quien, buscando consolidar un estado propio en la marca de Ancona, reaunudaba las operaciones a mediados de marzo. Ante ello era necesario que el ejército del rey continuase operativo para una nueva campaña en las fronteras norte del reino napolitano, en los Abruzos, pero también en Nápoles y otras ciudades reales. Por ese motivo, desde febrero de 1446, las finanzas reales siguieron pagando la soldada (acorriments e imprestanza) al conjunto de sus tropas, tanto a las que habían pasado el invierno en la frontera como a aquéllas retornadas a Nápoles.
El 3 de febrero de 1446 el monarca informaba al cardenal de Aquileia que esperaba reunir un ejército de 2.000 caballos y 1.000 infantes, aunque confiaba ampliarlo hasta 9.000 caballos para marchar personalmente hacia la marca en abril. [153]Aunque era una previsión optimista por las dimensiones y fecha de partida, la información de la tesorería confirma el inicio de la articulación del ejército en febrero. Ese mes comenzaba un ciclo de pagos de soldada que continuaría a lo largo de todo el año. Es probable que todavía no se se conociese la partida de las tropas, pero era necesario iniciar el lento proceso de articulación del ejército librando los correspondientes adelantos fraccionados de soldada. Las cèdules de la tesorería del primer semestre de 1446 permiten conocer la mecánica del pago y la cuantía de las tropas. En febrero el tesorero Mateu Pujades comenzaba a pagar 4 duc. por lanza y en marzo el cumplimiento de la emprestança de 60 duc. a 1.675 caballos (558 lanzas y 1 tercio de lanza) dispuestos en 135 pequeñas comitivas de la escuadra real. [154]En abril el tesorero libraba media emprestança (30 duc.) a 7 conducters a cargo de 1.269 caballos (423 lanzas). [155]En mayo también se pagaba otra media emprestança a 24 capitanes y hombres de armas a cargo de 350 caballos (116 lanzas y 2 tercios de lanza), así como a parte de la escuadra de Ramon Boïl, 555 caballos (185 lanzas) en 48 comitivas y 850 infantes en 13 condestabilías. [156]Hasta entrado el verano no se reanudaba la contratación de tropas pagándose al grueso de fuerzas del ejército. Para entonces ya se había obtenido del papa (el 23 de abril) una bula que le autorizaba a atacar, si era necesario, a Florencia, el principal aliado de Sforza, así como un subdisio de 40.000 duc. para sufragar los gastos, a percibir sobre el clero de los reinos ibéricos del monarca. [157]Obtenido el subsidio, como reconocía el propio rey el 2 de mayo, ya se enviaba a Roma en apoyo de las tropas papales que marchaban hacía el frente contra Sforza, un contingente de 2.000 caballos y 500 infantes, y aseguraba que pronto enviaría hacia el norte, a los Abruzos, otros 1.000 caballos y 1.000 infantes. [158]En junio el ejército del conde Sforza, más de 6.000 hombres, atacaba Roma; el cardenal de Aquileia y Eugenio IV deseaban una ayuda militar mayor y más rápida por parte del rey, aunque no querían que las tropas fueran dirigidas por el monarca, quizás por desconfianza de verle al frente de un poderoso ejército cerca de Roma. [159]
El grueso de las fuerzas del Magnánimo no estuvo preparado hasta bien entrado el otoño debido a una enfermedad del rey y, sobre todo, a la entrada de capital en las arcas reales, vía créditos y letras de cambio. Conforme iba lográndose liquidez se reanudaban los pagos de soldada a partir de agosto y especialmente a lo largo de septiembre cuando se pagó adelantos de media emprestança (con libranzas de 20 y de 10 duc.) al conjunto de escuadras del ejército real: en agosto 807 caballos (219 lanzas en 37 comitivas) y 650 infantes en 12 conestabilías, [160]y en septiembre 2.931 caballos (977 lanzas en 242 compañías), 320 infantes en 5 condestabilías y 31 espingarderos. [161]Para octubre el monarca ya estaba en condiciones de informar del despliegue del conjunto de su ejército: enviaba en ayuda del duque de Milán 2.500 caballos y él comandaba personalmente 5.000 para socorrer el ejército papal del cardenal de Aquileia. [162]Las cèdules de la tesorería confirman que el conjunto de combatientes que había ido recibiendo soldada del rey entre febrero y septiembre superaban los 7.500 caballos: en concreto 7.687 caballos (2.562 lanzas y 1 tercio de lanza, en 494 comitivas) junto a 2.000 efectivos de infantería (1.970 infantes en 31 condestabilías y 31 espingarderos). [163]Su contratación había supuesto a las arcas reales un desembolso próximo a los 40.000 duc. [164]y sólo era la media paga. Durante la segunda quincena de octubre, todavía en Nápoles, las tropas percibirían la mitad restante (30 duc. lanza, recibiendo algunas compañías pagos en draps por 10 duc. lanza), [165]al tiempo que las fuerzas que partían de la marca de Ancona hacia Milán, al mando de Ramon Boïl, 2.137 caballos (713 lanzas y 1 tercio de lanza), recibían dos acorriments más a fines de octubre y de noviembre. [166]A inicios de noviembre de 1446 el rey partía de Nápoles hacia el norte al mando del grueso de su ejército, en el momento en que disponía del camino libre hacia la Italia central, sin oposición alguna de su teórico aliado, el ejército papal que, desde fines de septiembre, se encontraba asediado en el territorio de Rimini por las fuerzas de Sforza. [167]De hecho ni el papa Eugenio IV ni su comandante el cardenal de Aquileia deseaban ver al Magnánimo dirigirse con su gran ejército al escenario de los enfrentamientos. Entre noviembre y diciembre, mientras por los rigores invernales se retiraban a sus cuarteles las fuerzas papales y las de Sforza, venecianas y florentinas, Alfonso V conducía su ejército, en un lento y tortuoso viaje, en dirección a Roma. El 29 de diciembre solicitaba al papa un subdisio de 20.000 duc. para mantener su ejército durante el invierno ya que como rey, según reconoció, no podía permitirse vivir sobre el terreno como cualquier otro condottiere. Como quiera que el papa rechazó concederle subsidio alguno, el monarca proclamó la plena independencia de su ejército de las fuerzas pontificias. El 8 de enero de 1447 acampaba en las cercanías de Roma, en Tívoli, posición privilegiada para vigilar y controlar al estado papal. Allí permancería junto a su ejército durante los próximos ocho meses.
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