En esa estructura influyen una serie de factores, que veremos a continuación y que serán determinantes para la eficacia de una entidad y que van a depender en buena medida de los miembros de la misma. Por muy bien que implantemos un modelo determinado, por muy democrática y participativa que sea una estructura, sin la colaboración positiva de las personas que pertenecen a ella no será eficaz, porque al final, quienes mejoran o empeoran el funcionamiento organizacional son los seres humanos, y por tanto el ambiente que se cree en una empresa concreta.
De manera que el ambiente no sólo es un elemento clave en una organización sino que es el espejo en donde se ve reflejado su funcionamiento, ya que como tal plasma las relaciones entre las personas, las condiciones de trabajo (que afectan a la estructura) y el nivel de comunicación entre los trabajadores y los directivos. Son muchos los autores que señalan a los “jefes” o los “lideres de una organización como los responsables de ese ambiente en lugar de a los trabajadores, que serían figuras pasivas, sino, porque ellos tienen la llave para mejorarlo.
Pero ante todo, debemos analizar los factores que influyen en esa estructura organizacional, sobre los que nos encontramos con diversas teorías que nos permitirán, al final, aplicar convenientemente un modelo u otro de organización o de empresa.
a) El sistema.
Una organización empresarial debe funcionar como un sistema, que es definido por algunos autores como “un conjunto de unidades que interactúan manteniendo relaciones entre sí” (Argyris, 1976; Katz y Khan, 1977; Peiró, 1986, March y Simón, 1987). Para que el sistema funcione los miembros de una organización deben actuar conjuntamente. Y al hablar de “conjunto” se está indicando que tienen algunas propiedades comunes. Boulding, estableció ya en 1956 los esquemas básicos de la “Teoría General de sistemas” jerarquizándolos en nueve niveles diferentes, desde los sistemas estáticos, a los sistemas sociales y humanos, pasando por los cibernéticos, los sistemas abiertos, los sistemas animales y los sistemas humanos.
De esos nueve sistemas nos interesan aquellos que puedan ser de aplicación a las organizaciones de carácter deportivo. Pero antes de llegar a ello, debemos conocer donde se ubicarían éstas y no cabe duda de que estarían dentro de las organizaciones sociales, ya que su principal actividad se enmarca dentro del intercambio que se produce entre personas y grupos humanos. Por tanto, son sistemas abiertos, que frente a los sistemas cerrados de las ciencias físicas que no se pueden modificar, son cambiantes. Intercambian relaciones entre sus propios miembros y con el entorno, cuya influencia puede modificar el sistema y la estructura.
En ese sentido, estamos hablando de un sistema social, que en el caso del deporte está muy influenciado por el entorno. En ese entorno, aparece, por ejemplo, la afición cuyo comportamiento puede modificar todo un modelo organizacional, o los patrocinadores, o los medios de comunicación, es decir los skateholders o grupos de presión e influencia en una entidad deportiva (Heineman, 2006; Robinson et al., 2008). Es más, en un deporte como el Fútbol, la influencia del resultado, esto es: si el balón entra o no, está muy por encima del resto de organizaciones sociales, porque si los aficionados comienzan a silbar cada semana, acaban echando al entrenador y hasta el presidente, como ha pasado en más de una ocasión. El sistema deportivo, por tanto, es muy abierto y permeable a las presiones externas e internas.
En cualquier caso, los grupos sociales montan el sistema organizacional y la estructura que consideren mejor para alcanzar los objetivos, y el modelo escogido influirá, sin duda, en el futuro de la organización, Y eso dependerá de ellos mimos y no del sistema general que prevalezca en un país, aunque, lógicamente tendrá que ajustarse a las leyes y normas del mismo.
b) Integración.
Es el grado de pertenencia, admisión y corresponsabilidad de los miembros de una entidad (Katz y Khan, 1977; Peiró, 1986). La integración de los nuevos miembros es el primer reto de toda organización, máxime de las deportivas. Esa integración se produce por diversos cauces, principalmente por selección, afiliación o adscripción.
• Selección. El proceso de selección de un nuevo miembro es un sistema generalizado en el mundo empresarial y así es como se integran los trabajadores de la mayoría de las empresas, pero, también, en otro tipo de organizaciones sin fines de lucro, como por ejemplo la Academia de la Lengua, que actúa introduciendo a sus nuevos miembros por el sistema de cooptación (seleccionar un nuevo integrante a través de la propuesta exclusivamente de los propios académicos y su posterior votación), al igual que lo hace con la mayoría de sus miembros el Comité Olímpico Internacional. También se actúa así en el caso del deporte profesional o de alto rendimiento, y así lo hacen las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) cuando fichan a un jugador. Por tano esa integración en este tipo de asociaciones no es libre. Y hoy ni siquiera es libre la pertenencia de socios a un club de fútbol profesional en el ámbito europeo, porque hay que comprar acciones del mismo, lo que no está al alcance de cualquiera. Un aficionado podrá ser abonado e ir a los partidos, pero no tendrá influencia en las decisiones, sino en todo caso, junto al resto de aficionados, como skateholder. Pero la integración se refiere sobre todo a los miembros internos, a los trabajadores o directivos de un club y, uno de sus sistemas de acceso es el de selección.
• Afiliación. A diferencia de la selección la afiliación sí es totalmente libre y supone simplemente el cumplimiento de una ficha o inscripción, el pago de una cuota si ha lugar a ello, y el cumplimiento de las normas que imperen en esa asociación a la que uno se afilia. En realidad es el sistema de integración de la mayoría de los practicantes deportivos, lo que puede suponer, incluso más del 80% de los mismos. Es el imperante en el llamado deporte amateur o no profesional, y que se suele producir en la infancia, siendo muchas las personas que pasan gran parte de su carrera deportiva en un club y van subiendo de categoría a medida que avanzan en su edad. No obstante, hemos de decir que en nuestro país el nivel de afiliación o de asociacionismo todavía es bajo. Si el nivel de practicantes actual está en torno al 44% (García Ferrando, 2010), sólo el 50%, más o menos está asociado en un club y un 25% está federado.
• Adscripción. La adscripción es otra forma de integrarse en una asociación o simplemente relacionarse con ella. Y ahí puede haber diferencias conceptuales importantes. Por un lado, puede entenderse como una fase inmediatamente posterior a la afiliación o la selección, por la que se adscribe o se remite a un trabajador a un área o departamento concreto de la organización o se le asignan unas tareas específicas. Por otro lado, puede interpretarse como un individuo o grupo simpatizante o cercano a una asociación sin pertenecer a ella. Es lo que sucede con las ideologías o las creencias religiosas. Uno puede ser considerarse socialista o conservador, sin pertenecer a un partido político, o ser católico sin estar en ninguna asociación y sin siquiera ir por la Iglesia. Los casos más significativos son los “simpatizantes” de determinados partidos políticos, que, incluso, como sucede en Francia o en Estados Unidos pueden participar en las elecciones primarias sólo registrándose en el momento previo a las votaciones de esas primarias, sin necesidad de pertenecer al partido. En el caso del deporte, lo más parecido serían las “peñas”. Con la Ley del deporte de 1990, donde los socios de los clubes se convirtieron en accionistas si querían, la mayoría de los aficionados mantiene vínculos con su club a través de las peñas o de su “abono” para asistir a los partidos, pero no participa en las asambleas de accionistas ni vota en las mismas.
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