Se trata de un recorrido sobre los avatares del humanismo y sus crisis, desde los diferentes momentos históricos, Renacimiento, Ilustración, siglo XX, con las diferentes temáticas y oposiciones entre mundo clerical y secularización; oposición entre las dos culturas, ciencias-letras; el corte entre progreso científico-técnico y la mejora moral de la especie, etc. Las crisis del humanismo en los cruciales debates de mitad del siglo XX entre Sartre y Heidegger o existencialismo y estructuralismo. Todo ello va conformando una reflexión que conduce a la autora a la idea de la necesaria vinculación del humanismo con una base sólida en el universalismo. Una vinculación apoyada sobre la idea que Valcárcel expresa así: «Para el mundo humano, que es una intrincada red de mundos grupales y particulares, además de institucionales y trascendentales, solo para este tejido, existe la conciencia de sí y la pregunta por el sentido» (p. 14).
Ese «tejido del mundo» es objeto de reflexión desde la perspectiva que el nuevo tiempo del siglo XXI nos depara. Una perspectiva que se adentra en los cambios en la democracia y la ciudadanía en un planeta hipercomunicado en el que las grandes decisiones escapan, cree, al estado-nación, y no se acaba de autorizar a nadie fuera de este para tomarlas. Todo ello presenta un panorama poco alentador, aunque, al mismo tiempo, introduce un horizonte universalista con un contenido humanista. Todo un horizonte de valor para salvaguardar principios básicos: libertad, igualdad, fraternidad. Valores y prácticas constitutivos de la democracia y expresados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El universalismo y la compasión de la Ilustración están en su base, pero esta declaración introduce claramente un contenido de mínimos.
El humanismo hoy es un humanismo autorreferente, lo que quiere decir que es la humanidad misma la que se toma como un todo cuyo horizonte es su propio fin. Amelia Valcárcel es muy consciente de los límites de la propuesta humanista. Límites que ya el propio Hegel expresó: la fijación del marco dentro de una estructura moral pasajera, que puede claramente resultar escasa en sí misma. Pero, aunque el «humanismo no sea ninguna ganga, es lo que hay». Esa rotundidad en la afirmación nos muestra que la defensa del humanismo va más allá de sus límites epistémicos. Se trata de un humanismo que ya no es ni geocéntrico ni antropocéntrico, ni la tierra ni el hombre son el centro, pero sí lo son los valores. Valores con pretensión de seguridad en un mundo que ha cambiado sus seguridades, en un mundo que nos coloca en consensos de valor, en fines compartidos. Se trata de un resurgir del humanismo como internacionalismo y, sobre todo, con un sentido moral de la democracia. Por ello se insiste en el texto en vindicar no solo la tabla de derechos de la Declaración del 48, sino el sentido moral, la justicia, el cuidado, la caridad. En definitiva, «una ética global para una ciudadanía global».
Desde este planteamiento vindicativo del humanismo, las conferencias Aranguren finalizan con una vindicación del feminismo al entender que «el feminismo es un humanismo pero informado», y dedica las últimas páginas a dar cuenta de esa identidad entre humanismo y feminismo.
Para finalizar la selección, he entresacado el capítulo «La violencia inevitable» de uno de sus últimos libros: Ensayos sobre el bien y el mal (2018). Se trata de un libro de ensayos muy representativos de la forma de reflexión que ha caracterizado la obra de Amelia Valcárcel: claridad en la expresión y profundidad en las reflexiones. Ensayos eruditos, pero sin pedantería. En este libro se atreve con lo que llama «los temas peligrosos de la ética». Temas como la violencia, capítulo que hemos seleccionado, pero también la envidia, la mentira, la obscenidad, etc. Temas que se refieren al mal, que queremos evitar, pero que, sin embargo, nos fascina.
El capítulo seleccionado da cuenta del tema de la violencia, al que considera quizás «el mayor de los que nuestro pensamiento tiene en agenda». Da cuenta de las perplejidades de este nuestro nuevo mundo, postmoderno, postcolonial, global, a la búsqueda de sentido, y se pregunta si estaremos, o no, ante «un nuevo siglo ilustrado» delante de la constatación de que ya no es una cuestión de si la violencia es o no legítima, de definirla de una u otra manera, sino de afirmar que «ya no la queremos en nuestro horizonte» y, sin embargo, como otros signos dispares de nuestro presente, «constantemente la vemos, la sentimos, la usamos». La vindicación del feminismo y la vindicación del humanismo son, sin duda, antídotos contra ella.
NEUS CAMPILLO
DISCURSOS PRONUNCIADOS EN EL ACTO DE INVESTIDURA (8 de marzo de 2016)
Laudatio académica de la doctora Amelia Valcárcel a cargo de la doctora Neus Campillo
Senyor rector magnífic
Excel·lentíssimes senyores vicerectores i excel·lentíssims senyors vicerectors
Il·lustríssima Sra. secretaria general
Doctora Amelia Valcárcel
Distingits convidats
Membres de la comunitat universitària
Senyores i senyors, amigues i amics
Es per a mi un gran honor, com a professora d’aquesta universitat, actuar com a padrina en aquest solemne acte acadèmic en que és va a procedir a la investidura de doctora honoris causa de la professora Amelia Valcárcel. Vull agrair al Consell de Govern de la Universitat de València la proposta de nomenament i l’aprovació la qual ha llegit la Il·lustríssima Secretaria General de la Universitat. Així mateix m’ompli d’orgull i satisfacció haver estat designada per a pronunciar la laudatio de la nova doctora.
Al leer esta laudatio de la profesora Amelia Valcárcel lo hago en nombre de todos los compañeros de la Universidad, pero especialmente de todas mis compañeras de la Universidad, así como de las mujeres del ámbito social y político del feminismo de todo el País Valencià. También en nombre de aquellos profesores de la titulación de Filosofía de la Universitat de València que fueron sus profesores en los años setenta, cuando cursó aquí sus estudios.
Amelia Valcárcel ha estado vinculada a la Universitat de València mediante la impartición de cursos y seminarios desde que se creó el Institut Universitari d’Estudis de la Dona, con el que colaboró a lo largo de los años. En Valencia mantiene muchas y buenas amigas porque siempre ha acudido a las actividades en las que se le requería, desde la Casa de la Dona y la Coordinadora Feminista de Valencia, hasta el Seminario de Alicante o los de Castellón.
Son muchos los logros científicos y políticos que se pueden destacar de ella para justificar que una institución académica como la Universitat de València la nombre doctora honoris causa . Comenzaré exponiendo algunos de los aspectos más sobresalientes de su proyección política, tanto institucional como académica y en la actividad política feminista. En segundo lugar, me centraré en destacar su pensamiento filosófico y feminista.
1. PROYECCIÓN INSTITUCIONAL, POLÍTICA Y CULTURAL
Amelia Valcárcel es una figura destacada tanto en la filosofía española como en el feminismo, pero también lo es en el ámbito institucional, cultural y político en nuestro país. A la investigación rigurosa y novedosa en el ámbito de la ética y la filosofía política, ha unido la actividad pública en diferentes campos. Forma parte del Consejo de Estado, del que es miembro desde 2006. Es vocal del Patronato del Museo del Prado, así como de la Biblioteca Nacional. Fue Consejera de Educación y Cultura de la Junta del Principado de Asturias, así como miembro del Jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en diversas convocatorias.
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