El texto literario expresa el mundo del escritor y su realidad subjetiva. Esto condiciona su comprensión por parte del lector, que tiene su propio punto de vista y los conocimientos que no siempre coinciden necesariamente con los del escritor. Según Cheplygina (2002: 45), el texto se convierte en una parte de la literatura sólo si es percibido por el lector. La orientación al lector representa la característica común de todas las obras literarias. Dibrova (1995) observa que la variedad de las interpretaciones de un mismo texto se debe a la diversidad de los lectores. Diferentes factores determinan la percepción de cada lector, tales como: la intuición, la erudición y las características emocionales. Eco (1979: 7) apunta que “to make his text communicative, the author has to assume that the ensemble of codes he relies upon is the same as that shared by his possible reader”. Los escritores, pues, dirigen sus textos teniendo en mente un tipo específico de lector.
En cuanto a los autores bilingües, éstos orientan sus textos heterogéneos a una audiencia más versada que el lector normal. Al estudiar la noción del lector de los textos heterogéneos, Kachru (1987: 97) señala que este tipo de lectores debe poseer las siguientes clases de competencias textuales: el conocimiento de las peculiaridades lingüísticas del texto, el conocimiento de la cultura del escritor y el conocimiento de la literatura nacional del escritor. Estos tres factores forman parte del conocimiento preliminar que debe tener el lector para comprender un texto heterogéneo. Aunque existen varios términos para referirse a este tipo de conocimiento, como “conocimiento de fondo”, “el fondo cultural de los conocimientos”, “conocimiento preliminar”, aquí adoptamos el término de “tesauro”.
El lector implícito de Nabokov
En el caso de Nabokov, traducir al inglés (las novelas de los años rusos) y escribir en inglés (las novelas de los años americanos), presentando la cultura rusa, presupone un tipo de lector diferente. Recordemos que las novelas rusas fueron inicialmente escritas para un público que tenía unas características culturales y lingüísticas parecidas a las del escritor. Sin embargo, al traducirlas al inglés, los lectores presentan rasgos culturales y personales distintos. Novosilzov (1998: 101) señala lo siguiente al respecto:
Medias palabras le bastarían al lector ruso que conocía e intuía la realidad de Nabokov, su Rusia de la infancia y el ambiente que rodeaba la vida en San Petersburgo en las casas de campo. Al lector inglés, sin embargo, habitante de Boston, Nueva York o Londres, necesariamente había que acercarle por todos los medios aquella realidad, hacerle comprensible las alusiones y crearle el marco adecuado para, por ejemplo, referirle las costumbres y tradiciones de la época y del lugar.
Como destaca Tammi (1985: 251), los lectores ingleses “lack familiarity with the milieu, attitudes, or language used as materials in the initial version, and this change is seen to affect also the internal ordering of the text”. A Nabokov le preocupa el problema de códigos y lo aborda en los prólogos de las novelas traducidas. Por ejemplo, en Glory se lamenta de la desaparición del conocimiento común que compartían los intelectuales rusos en los siguientes términos: “the unconscious precision of the common knowledge held by the Russian intelligentia who was the main reader of [his] books” ( EG : xii ). En The Gift confiesa que la presencia de tantas musas rusas ha dificultado su traducción ( ETG : 9). Incluso en Mashenka ofrece varias explicaciones para los lectores ingleses como complemento a la traducción: “brief utilitarian phrases alluding to routine Russian matters (obvious to fellow-émigrés but incomprehensible to foreign readers)” ( EM : iii ). Nabokov, en cierto modo, adapta sus textos para los lectores ingleses. A pesar de esta “adaptación”, no todos los componentes de la cultura rusa son explicados y algunas traducciones juegan descaradamente con la ignorancia del lector no eslavo (Tammi 1985: 256).
El lector ideal de Nabokov, representante de la cultura no rusa, sería una persona con el tesauro por encima de los conocimientos de un lector medio. Se puede decir que las novelas de Nabokov están orientadas al lector implícito, “que estaría más cerca del prototipo del emigrante ruso perteneciente a la intelectualidad rusa” (Barreras Gómez 2005: 121). El lector implícito de Nabokov es el hipotético lector cuyas habilidades de decodificación lingüística, bagaje cultural y conocimiento general le posibilitan entender correctamente el texto.
El nivel literario del lector implícito debe ser alto, ya que las novelas de Nabokov aluden a los escritores de diferentes épocas y movimientos literarios. No olvidemos que las traducciones han sido realizadas por varios colaboradores del autor, pero siempre revisadas y supervisadas por éste. Por lo tanto, las versiones inglesas de sus obras rusas son realmente suyas. El componente ruso en las novelas de Nabokov representa un obstáculo para los lectores inexpertos. Quizás por esta razón el mayor interés y estudio en las universidades de Europa y de Estados Unidos lo reciben las novelas Lolita , Cosas transparentes o Pálido fuego . Sin embargo, para conocer el legado literario de Nabokov en su totalidad hay que conocer y comprender todas sus novelas, empezando por las novelas rusas ya que éstas presentan su punto de partida para convertirse posteriormente en un escritor mundialmente conocido. Por esta razón, estudiamos con detalle todos los componentes de la cultura rusa en todas las novelas de Nabokov.
LOS ELEMENTOS DEL LEGADO CULTURAL EN LAS NOVELAS DE NABOKOV
Varios críticos proponen diferentes taxonomías de los componentes del legado cultural ruso en las novelas de Nabokov. A continuación, mencionamos las que parecen más completas. Tammi (1985) fue uno de los primeros en clasificar los componentes del legado ruso en las obras de Nabokov. El crítico distingue entre el código lingüístico ( linguistic code ), el código cultural ( cultural code ) y los métodos de la intertextualidad ( subtext-baring devices ). El primer componente incluye el léxico ruso. Citando a Tammi ( Ibídem : 253), “it is a common case in literary narratives that local colour is added to the text by aid of foreign or otherwise exotic phrases”. La introducción del vocabulario ruso le permite a Nabokov jugar con la ignorancia del lector no eslavo. El código cultural incluye alusiones a las tradiciones sociales, las instituciones y diversas facetas de la historia de la cultura rusa. Estos elementos son fácilmente reconocibles por los lectores rusos, pero desconocidos para los lectores ingleses: “they are all obsolete from the standpoint of contemporary Anglo-American readers” ( Ibídem : 256). Por último, los métodos de la intertextualidad son las referencias a la literatura rusa. La identificación de los elementos intertextuales juega un papel importante en la prosa de Nabokov ya que, según Tammi, el escritor desprecia a los lectores incapaces de reconocerlos: “scorn was expressed more than once in the author’s texts for those readers whose knowledge of Russian literature amounts to having skimmed through ‘Tolstoyevski’” ( Ibídem : 258).
Aunque la taxonomía de Tammi abarca algunos componentes del legado ruso en las novelas de Nabokov, no nos permite apreciar la influencia de la lengua rusa en su estilo. Por esta razón, en parte, adoptamos la clasificación ofrecida por Timofeyeva (1995). La crítica estudia las novelas inglesas de Nabokov y distingue los siguientes recursos de localización: los préstamos y las inclusiones, los calcos y semi-calcos, las metáforas y las comparaciones nacionales específicas, las tradiciones y las costumbres, la hiper-semantización, los topónimos y los antropónimos, y el intertexto. Esta clasificación parece más específica, aunque tampoco nos permite tratar la presencia del legado ruso en toda su complejidad. Para tal fin proponemos una taxonomía diferente, basada en la clasificación de Timofeyeva.
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