No obstante las limitaciones de financiamiento y contexto antes mencionadas, en el ámbito de la educación superior católica, algunas universidades latinoamericanas han logrado una capacidad científica meritoria en relación con sus pares de los EE.UU., Europa y Asia ( Tabla 3).
TABLA 3 PUBLICACIONES DE LAS PRINCIPALES UNIVERSIDADES CATÓLICAS LATINOAMERICANAS Y SUS PARES CATÓLICAS DE OTROS CONTINENTES EN 2016-2020.
UNIVERSIDAD |
PUBLICACIONES (2016-2020) |
% ARTÍCULOS MUY CITADOS |
UC DEL SACRO CUORE |
12.903 |
2,21 |
UC LOUVAIN |
12.301 |
2,94 |
P. U.C. DE CHILE |
11.890 |
1,55 |
GEORGETOWN UNIV. |
10.756 |
2,10 |
CATH. UN, OF S, KOREA |
10.192 |
0,69 |
NOTRE DAME UNIV. |
10.099 |
1,49 |
BOSTON COLLEGE |
4.943 |
1,11 |
P.U.C. DE VALPARAÍSO |
3.386 |
0,59 |
P.U.C. DO RIO G. DO SUL |
3.184 |
0,91 |
(Fuente: Web of Science abril 2021)
La investigación es tan importante para el ambiente intelectual y ethos académico de una institución de educación superior que las universidades católicas deberían hacer un esfuerzo para crecer en esta dimensión. Una estrategia realista podría ser la de enfocarse en las ciencias sociales, cuyos métodos de investigación son considerablemente menos onerosos que los de las ciencias naturales. Incluso pueden encontrar una “agenda” para la investigación en ese ámbito, en lo que Ex corde Ecclesiae propone como los “graves problemas contemporáneos”: la dignidad de la vida humana, la promoción de la justicia para todos, la calidad de vida personal y familiar, la protección de la naturaleza, la búsqueda de la paz y de la estabilidad política, una distribución más equitativa de los recursos del mundo y un nuevo ordenamiento económico y político que sirva mejor a la comunidad humana a nivel nacional e internacional (N. 32). Algunas de las universidades católicas más antiguas de la región han incursionado exitosamente en este campo, desarrollando actividades en el área de la salud, de la familia, de la vivienda social, de las organizaciones comunitarias y de las etnias originarias.
4) Ampliar y profundizar la proyección social
Las universidades católicas de América Latina tienen el gran desafío de ser impulsoras del auténtico progreso de las regiones a las que pertenecen. Todos los países de la región tienen altos porcentajes de su población viviendo en condiciones de pobreza extrema y, al mismo tiempo, ofrecen pocas oportunidades reales de movilidad social. Por lo mismo, la pobreza perdura en las generaciones sucesivas de las mismas familias. En este sentido, las universidades católicas deben hacer suyo el mensaje de Juan Pablo II en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en Santiago de Chile: ¡los pobres no pueden esperar! (1987).
El Papa Francisco ha insistido en este punto, invitando a las universidades católicas a ser “el lugar donde las soluciones para el progreso civil y cultural de las personas y de la humanidad, caracterizado por la solidaridad, se persigan con constancia y profesionalidad, considerando lo que es contingente sin perder de vista lo que tiene un valor más general. Los problemas, viejos y nuevos, deben ser estudiados en su especificidad e inmediatez, pero siempre desde una perspectiva personal y global. La interdisciplinariedad, la cooperación internacional y el compartir los recursos son elementos importantes para que la universalidad se traduzca en proyectos solidarios y fructuosos en favor del hombre, de todos los hombres y también del contexto en el que crecen y viven” (Francisco, 2019).
Para las universidades católicas de la región asumir ese desafío debe constituirse en una alta prioridad institucional. Las acciones que puedan emprender dependerán, indudablemente, de las posibilidades de cada una. Aquellas cuya actividad académica se concentra principalmente en la docencia de pregrado deberán procurar que sus programas de formación tengan los contenidos y actividades necesarias para despertar una “conciencia social”. Vale decir, que los estudiantes puedan adquirir los conocimientos y valores conducentes a un fuerte compromiso con el bien común y la suerte de los más pobres y marginados. Para este objetivo pueden servir el estudio de la doctrina social, crear cursos en la modalidad “aprender sirviendo”, organizar actividades misioneras y de ayuda solidaria en zonas de pobreza, las visitas a centros de reclusión, hospederías y hogares para ancianos desposeídos. En este ámbito varias universidades católicas de la Región tienen interesantes experiencias para compartir.
Especialmente en la última década, las instituciones de educación superior católicas se han preocupado también de contribuir al desarrollo económico de la región mediante la capacitación de personas, asesorando a la mediana y pequeña empresa, incubando nuevos negocios, y aquellas que tienen fortalezas en la investigación aplicada transfiriendo tecnología a las industrias. En esta línea, están comenzando a surgir los primeros parques científicos tecnológicos creados por universidades católicas.
5) Dinamizar la internacionalización y las redes de apoyo
Para una universidad católica joven, que intenta crecer y desarrollarse académicamente, es muy importante contar con una red de apoyo integrada por universidades católicas de mayor trayectoria. En un espíritu de comunión, ellas pueden aportarles experiencias útiles, oportunidades de perfeccionamiento para el cuerpo académico, la posibilidad de involucrarse en proyectos de investigación multicéntricos, etc. En las últimas décadas, una de las tendencias más positivas en el mundo de la educación superior ha sido precisamente la creación de numerosas redes nacionales e internacionales, cuyo fin es aprovechar fortalezas institucionales complementarias, para así ayudarse mutuamente a progresar.
La mayoría de las universidades católicas de América Latina mantiene algún tipo de vínculos formales con alguna de sus pares internacionales. Una de las alternativas más cercanas es la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL). A ella pertenecen 106 universidades, lo que la constituye en la red continental con el mayor número de instituciones afiliadas, incluyendo los ateneos de inspiración católica. Fundada el 7 de septiembre de 1953 por nueve universidades, su membresía ha ido creciendo en paralelo con la expansión de la educación superior católica de la región. ODUCAL está afiliada a la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC) en calidad de Asociación Regional.
Otra red universitaria importante es la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL), que cuenta con 15 universidades y otros tantos centros de estudios superiores. Casi todas las universidades de AUSJAL también están afiliadas a la ODUCAL. Además de los jesuitas, otros institutos y congregaciones religiosas de la región que sustentan universidades son los lasallistas, franciscanos, maristas y salesianos. A ellos se suman las universidades cuyos sostenedores son laicos, destacando por su número y calidad aquellas afines a la espiritualidad del Opus Dei.
Pese a la vitalidad de ODUCAL y su creciente oferta de redes especializadas y grupos de estudio, el intercambio académico entre las universidades católicas de la región tiene un gran espacio para seguir creciendo. En general, por su mayor desarrollo académico y pese a las diferencias culturales e idiomáticas, las universidades de los EE.UU. y Europa continúan siendo las alternativas preferidas para los programas de intercambio y movilidad estudiantil.
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