1 ...6 7 8 10 11 12 ...19 La mistificación es doble, puesto que, al engaño que suponía haber hecho pasar un poema de 1829 por uno escrito expresamente para la ocasión, se añadía ahora la falsedad de que ese poema hubiese sido escrito a una edad inverosímil. De nuevo, la ocurrencia poeana nos predispone a todo tipo de especulaciones. El nuevo engaño podía obedecer al reconocible intento de añadir insulto sobre insulto hacia el público de la conferencia y los comentaristas que escribieron sobre lo allí sucedido: ninguno de ellos, insinuaba Poe, había sabido reconocer un poema escrito por un niño de diez años. Pero también parece claro que el autor está descargándose de su responsabilidad en la composición de un poema que sabía fallido; tanto, que no podía aceptar la responsabilidad de haberlo escrito en su edad adulta.
EN BUSCA DEL ÉXITO: LOS POEMAS “LARGOS”
Tales son las circunstancias y posibles interpretaciones de lo ocurrido en el Boston Lyceum en aquel fatídico recital-conferencia del 16 de octubre de 1845. Nos sirven para situar el segundo de los dos poemas “largos” del autor —el primero fue “Tamerlane”, publicado en el volumen Tamerlane and Other Poems de 1827— en la problemática consideración que el escritor podría haber tenido hacia él cuando habían transcurrido más de tres lustros desde su primera publicación, y cuando los intereses literarios de Poe, su posición autoral y su relevancia como crítico literario, escritor en revistas e incluso poeta de éxito tras la publicación de “The Raven”, lo situaban en circunstancias bien distintas a las que concurrían en él cuando publicó su segundo libro, dieciséis años antes.
No era la primera ocasión en la que Poe manifestaba su incomodidad hacia su poema fallido, al mismo tiempo que revelaba que aquella tentativa juvenil —aunque no tan juvenil como había querido hacer creer a sus oyentes de Boston— seguía estando presente en sus reflexiones sobre su propia trayectoria poética, por lo mismo que algunas de las intuiciones plasmadas en el poema de 1829 seguían fructificando en otros textos suyos.
Como decíamos, dos años antes de la aparición de Al Aaraaf, Tamerlane and Minor Poems , el libro de 1829 en el que vio la luz el poema en el que basó su mistificación de Boston, Poe inauguró su carrera literaria con la publicación de Tamerlane and Other Poems , un librito de cuarenta páginas que aparecía firmado “por un bostoniano” y encabezado por el poema épico mencionado en el título. “Tamerlane” y “Al Aaraaf” fueron las dos únicas tentativas de esta clase de poemas que su autor llevó a cabo en toda su trayectoria, sus dos únicos intentos de medir sus fuerzas en el género más característico de la poesía romántica, el mismo al que pertenecían piezas tan disímiles, pero a la vez tan inconfundiblemente marcadas por las inquietudes y querencias estéticas de su tiempo, como Cain o Manfred de Byron, The Eve of Saint Agnes de Keats o Prometheus Unbound de Shelley. Todos estos poemas, como los dos de Poe, eran epics , textos de largo aliento en los que, a la manera de los poemas épicos de la Antigüedad clásica o, en el caso específicamente inglés, los ejemplos que ofrecían obras como The Faerie Queen de Edmund Spenser o Paradise Lost de Milton, se enunciaba un mito o se desarrollaba la historia de ascensión y caída de un héroe trágico; o ambas cosas a un mismo tiempo, como sucede en Milton, en quien el mito de salvación aparece inextricablemente unido a la historia trágica de la rebelión y caída de Satanás, cuya afinidad con el espíritu romántico no dejaron de advertir los poetas de las dos generaciones anteriores a la de Poe: la de Blake, primero, tan determinado a ofrecer su propia réplica al mito miltoniano, y la de Byron, Shelley y Keats.
Sobre si esos “poemas épicos” gozaron de un verdadero éxito de masas y aseguraban la fama y supervivencia económica de sus autores hay opiniones contrapuestas. En cualquier caso, la idea generalizada de que así fue queda seriamente en entredicho si atendemos a las conclusiones de quienes han investigado con detalle la producción editorial del periodo. Frederick E. Pierce (1918, 113), por ejemplo, señala cómo el aparente éxito “popular” de poemas como las baladas de ambiente medieval de Walter Scott pudo hacer pensar a los historiadores que la primera década del siglo XIX conoció una desacostumbrada abundancia de lectores de poesía; lo que queda contradicho por los testimonios de los propios autores que dependían en primera instancia de los ingresos generados por ese presunto florecimiento.
Uno de esos testimonios es la carta, citada por Pierce, que Robert Southey escribió al también poeta Ebenezer Elliott en 1808, y en la que afirma: “La poesía es el peor artículo del mercado; de cincuenta volúmenes que pueden publicarse en el curso de un año, ni cinco cubren los gastos de publicación; constatación que les cuesta bien cara a los autores, pues en la mayoría de los casos esos volúmenes se imprimen a su cargo” (íbid.). Lo que no obsta para que el propio Scott, que publicó su popular poema Lay of the Last Minstrel en enero de 1805, viera como éste alcanzaba el número de veintisiete mil ejemplares impresos en siete años y llegaba a rozar un total de cuarenta y cuatro mil en 1830, por lo que Pierce llama al periodo que va de 1805 a 1812 el de “la supremacía popular de Scott” (íbid., 112); periodo que terminó con la ascensión de Byron, de cuyo poema The Corsair se vendieron diez mil ejemplares inmediatamente después de su publicación en 1814; la misma cifra —añade Pierce— que alcanzaron las ventas de The Excursion de Wordsworth en todo un siglo.
Que un jovencísimo Poe, en el trance de lograr la emancipación económica tras comprobar que no contaba con el apoyo de su padrastro, el hacendado John Allan —que nunca reconoció legalmente a su protegido como hijo de adopción—, fuera sensible a la posibilidad de un éxito mundano a través de la poesía es un hecho que no se puede descartar a la hora de considerar sus tentativas fallidas en el género que parecía asegurar el reconocimiento y el sustento de los poetas más conocidos de la época. De hecho, la preocupación económica será una de las constantes en la biografía de Poe y determinará gran parte de sus actuaciones como escritor: desde su decisión de concurrir, en 1833, a un doble certamen literario, en el que resultó premiado su cuento “MS. Found in a Bottle” y quedó finalista su poema “The Coliseum” (Quinn 1941, 202); hasta la de aplazar el proyecto de publicación de sus Tales of the Folio Club , que hubiera sido su primera compilación de relatos, para abordar, por sugerencia de los posibles editores, 14la redacción de la novela larga —y también, a juicio de muchos críticos, parcialmente fallida— que conocemos como The Narrative of Arthur Gordon Pym .
Es también este empeño por lograr la independencia económica lo que determinará buena parte de sus esfuerzos como magazinist , es decir, como escritor en revistas literarias y, eventualmente, editor y promotor de las mismas, en una época en la que éstas empezaban también a ajustarse a un modelo industrial de producción en masa, que exigía que sus redactores, como hizo el propio Poe en numerosas ocasiones, no dudaran en plagiar o refundir el trabajo de otros u ocuparse de asuntos sensacionalistas (Tresch 1997, 277). Y es este afán de éxito económico lo que, como parecen demostrar los últimos intentos de evaluar los elementos racistas presentes en la obra de Poe, determina que éste, como editor de revistas, adoptara la postura que Terence Whalen ha llamado “racismo medio” (“average racism”), 15es decir, una posición equidistante entre la de algunos defensores sureños del esclavismo, como el extremista Nathaniel Beverley Tucker, y la de, en el otro extremo, los partidarios de la aventura colonial liberiana y del experimento de estado de negros emancipados que allí se estaba gestando. Esa equidistancia respondería, según Whalen, al intento de Poe de dirigirse a un público lo más amplio posible y asegurar así la viabilidad de su proyecto editorial, especialmente en el periodo, coincidente con estas polémicas raciales, en el que fue redactor-jefe o director literario del Southern Literary Messenger , entre octubre de 1835 y enero de 1837. En relación con otras decisiones estrictamente “poéticas” del autor, más relevante parece el hecho de que una de las obras que más influyeron en las dos tentativas de poemas épicos del primer Poe fuera Lalla Rookh , la fantasía orientalizante de Thomas Moore, que gozó de un considerable éxito en los Estados Unidos en el momento de su publicación en 1817 (Almansour 2005, 2). Y ya hemos mencionado los comentarios cínicos 16de Poe respecto a sus intenciones cuando escribió “The Raven”.
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