Volviendo a la obra del valenciano es necesario apuntar que Cavanilles publicó en 1795 las Observaciones citadas, donde aparte de sus descripciones botánicas hay que resaltar su trabajo geográfico y naturalista del reino valenciano, donde además subyace una crítica a cómo se desarrolla el pueblo y el porqué aunque sin ningún planteamiento rupturista, una descripción de los instrumentos de labranza, la manera con que se cultiva todo, etc. Es un trabajo de campo pero también realizado con la impagable ayuda de los corresponsales; esa manera de trabajar también será la de Clemente al hacer la historia de Granada. Esta inquietud por el saber y por el saber hacer es inherente a la cualidad de viajero siendo el irlandés Guillermo Bowles el impulsor –si no el iniciador– de la historia natural española como visitante de tierras, colector y maestro de científicos con su obra Introducción a la historia natural y a la geografía física de España publicada en Madrid en 1775 y escrita con ese interés de querernos contar todo 105 , lo cual caracteriza a los ilustrados (Cavanilles y después Clemente tomaron buena nota de esta manera de proceder aunque el último fuera crítico con su estilo).
Cavanilles se unirá a la Sociedad Linneana de Londres, lo que propició el que formara parte de una red de contactos a nivel internacional realmente envidiable (los corresponsales entre los botánicos de España y de fuera constituye otra característica ilustrada interesante). Todos los contactos y toda esta manera de ser se manifestarán en la creación en 1799 de los Anales de Historia Natural , título que el propio Cavanilles cambió por el de Anales de Ciencias Naturales en 1801 con el fin de que su denominación se ajustara también a los contenidos de astronomía, física y química a los que se quería dar también relevancia, y si antes la revista parecía a medida de J. Clavijo (vice-director del Real Gabinete de Historia Natural y entusiasta de la misma), en adelante parece obra de Cavanilles (tras su muerte en 1804 dejó de editarse, lo que da fe de la importancia del botánico en la existencia de esta revista científica) 106 . La dirección de esta revista también recuerda al equipo formado en torno al Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los párrocos del cual –a partir de 1806– formaría parte Simón de Rojas (en ambas revistas publicó nuestro biografiado).
A finales de 1800 la progresión de Cavanilles era tanta que un enfrentamiento con el canónigo francés, afincado en Orense, P. A. Pourret por no seguir éste la Monodelphia con integridad le acarreará que el francés no pueda volver a Madrid a publicar sus manuscritos entre otras razones porque el informe de Cavanilles al ministro de Estado no le fue favorable, aunque M. Colmeiro apunta como causa el hecho de que “Cavanilles eliminó rápidamente a Pourret del Jardín Botánico de Madrid pues era el abate francés un hombre inteligente y Cavanilles siempre se preocupó de eliminar la competencia” 107 . Y es que en el quicio entre los dos siglos Cavanilles era muy considerado en la Corte, sobre todo desde el ascenso de Mariano Luis de Urquijo, un ministro volteriano, con quien el abate compartió la tertulia de María Francisca de Sales Portocarrero (Clemente acudió, entre otras, a la de doña Frasquita Larrea en Cádiz 108 ) y cuyo círculo apoyó a Alexander Humboldt en su viaje de investigación a América. Con el nuevo secretario de Estado, Pedro Cevallos 109 , su progresión continuó siendo la misma.
Nombrado director del Jardín en 1801 y profesor único del mismo, “se inicia una etapa de florecimiento del centro, aumentarán los contactos internacionales, [...] se notarán cambios sustanciales en la enseñanza impartida para la que nuestro abate elaborará un manual, impreso en 1802” 110 , eran los Principios elementales de Botánica de base linneana. Dentro del Jardín realiza una nueva organización del mismo, hace construir un invernadero y un estanque, reorganiza la biblioteca adquiriendo libros (los suyos propios aunque reservándose el usufructo), pliegos..., los semilleros son reorganizados, y a nivel personal es nombrado socio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Granada (1801), de Valencia (1802) y de muchas sociedades francesas y de otros países que sería prolijo enumerar (Simón de Rojas también fue honrado por varias sociedades y asociaciones como veremos). Todo este progreso tuvo una amplia repercusión no sólo en España (mediante las publicaciones nombradas) sino también en Europa a través de la red de corresponsales que tenía el abate con traducciones, extractos, reseñas, etc. Todo lo cual contrasta con la penuria económica del Jardín, que nos interesa menos ahora.
En cuanto a la filosofía sobre el estudio de la botánica, Cavanilles, formado en París como se ha dicho, desarrolla a nivel teórico el método de clasificación de Linneo pero al que plantea alguna crítica 111 . Las enseñanzas que introduce el valenciano atienden, sobre todo, a las categorías superiores a la especie, a la subordinación, por tanto, de los caracteres y a una mayor atención a la naturaleza, o dicho con sus palabras: “...las especies deberán resultar del examen atento y detenido de los individuos, los géneros que serán la base [de los sistemas] se formarán con exactitud a la vista de las especies” 112 . Cada individuo vegetal tiene que tener, pues, su propia resolución, en resumen de González Bueno.
Cavanilles se manifiesta muy práctico en su estudio; a ello se encamina su trabajo en el Jardín ampliando todo. En fin, en el Jardín el número de especies vivas continuó su aumento pero muy poco a poco: 3.000 en 1796 y 3.100 en 1803, aunque el herbario llegó a tener 12.000 plantas. Toda esta labor la realizó con la ayuda de Mariano Lagasca, José Demetrio Rodríguez, José Pozo y Simón de Rojas Clemente que formarían la Escuela de Madrid o de Cavanilles 113 . Estos discípulos, al igual que sucediera en Europa, siguieron las directrices del maestro a quien siempre le reconocieron su magisterio; no podía ser de otra manera, pues el valenciano, formado botánicamente en París, transmitió en España y en sus discípulos su aprendizaje que se concretó en investigaciones, desde el Botánico de Madrid sobre todo, y en una red de corresponsales en España y Europa cuyo fin principal era el intercambio de plantas y material científico para un mejor estudio de las mismas; todo ello sin olvidar los viajes, publicaciones y visitas a otros botánicos, llegando a formar parte estos botánicos (con los del resto de Europa) de lo que podía llamarse la “República de los botánicos” 114 .
Y el poder de Cavanilles en materia de botánica fue tal que desde julio de 1803 sólo se podía optar a las cátedras de botánica en todo el territorio de la Corona a condición de haber sido alumno suyo, de esta manera Vicente Soriano pudo ser nombrado catedrático de Botánica en Valencia, cargo que no llegó a ocupar pues el antagonista de Cavanilles (Gómez Ortega), tras su muerte, influyó para que lo fuera otra persona (Vicente Lorente), lo que cito para que se vea que hasta el final hubo intriga para el nombramiento de un cargo y para el cese del mismo. Esta forma de proceder en este caso concreto (y la manera de alejar a Pourret de la Corte antes), primero de Cavanilles y después de Gómez Ortega, llena de intrigas, no la habría realizado, en cambio, Clemente. Lo que es evidente es que los entresijos palaciegos no son una cosa de ahora sino que siempre han existido y que en el tiempo que nos ocupa no fueron una excepción.
El maestro murió el 10 de mayo de 1804, sus herederos se repartieron todo lo suyo pero nadie le redactó ninguna loa ni publicó a su muerte el Hortus Regius Matritensis ya acabado (no se publicó hasta 1991) y esperado por los botánicos de Europa ya desde principios del siglo XIX pues desde los Anales de Ciencias Naturales el propio Cavanilles había ido dando información sobre el contenido del libro.
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