—¿Hay algún profesor que te inspire confianza como para preguntarle por qué Alex interrumpió el curso? No es necesario que le digas cuáles son tus sentimientos, respira hondo, pon la cara curiosa y pregunta como si fuera cualquier otro alumno del curso. ¡Piensa en el feo de Peter para camuflar tus ojos tristes!
Anna le sacó una sonrisa.
—Sí, Anna, buena idea, había pensado preguntárselo a miss Bloome de Recursos Humanos, tenía miedo de que se dieran cuenta…, ¿me entiendes…? Pero ahora me siento más fuerte. Hay otro aspecto que no he pensado por falta de lucidez, la nota tenía fecha 21 de diciembre y nosotros seguimos viéndonos durante dos meses más. En todo este tiempo, él puede haber pensado que yo había leído la nota y que estuviera de acuerdo en no entrometerme en su proyecto, es decir, que estaba conforme con nuestra relación tal como iba, sin más preguntas.
Lara se levantó de la cama, caminando por la habitación, razonando en voz alta.
—Puede que este silencio tuyo sobre el tema lo haya tranquilizado, ¿no crees? Como dice la nota «no puedo contarte más porque pondría en peligro tu vida y te estaría involucrando solo por amor, en lugar de tus creencias» —intervino Anna con la nota en sus manos leyendo.
—Tus creencias… ¿Qué significa esto para ti, Anna? ¿Qué proyectos son de creencias?
—Me suena como de religión, de política o de los servicios secretos. Definitivamente, no me parece trabajo o estudios —le respondió Anna y siguió—. Bueno, entonces empecemos por lo que te suena más. Si es de los servicios secretos, amiga mía, no podemos hacer nada en absoluto, es un mundo desconocido y peligroso, mejor para nosotras si no preguntamos. En la misma onda está la política, desde siempre los secretos más custodiados están en el círculo de los políticos, inalcanzable. Si fuese así, en ambos casos prepárate que serán ellos los que te busquen para preguntarte sobre vuestra relación. Solo queda la religión… ¿Hablaste con él sobre este tema alguna vez?
—Sí, él es de religión musulmana. Pero no entiendo cómo el «proyecto» pueda ser religioso…
—A menos que no se trate de pertenencia a grupos extremistas… —dice Anna con un hilo de voz.
—No lo quiero ni pensar, no va con él, ¡yo lo conozco bien! —Lara levantó el tono de voz repudiando aquel pensamiento.
Por un momento, los recuerdos de ambas se fueron al atentado de la madrugada del 15 de febrero, la fecha coincidía con la desaparición de Alex.
Ninguna de la dos quiso abordar el tema. Anna rompió el silencio.
—No te enfades, mantén la calma, estamos tratando de razonar. Solo son suposiciones. Estoy segura de que la verdad saldrá a la luz; venga, demos un paseo, ponte un abrigo.
Anna la invitó a salir.
8. Acción y reacción
Aquella tarde del Día de San Valentín algo salió mal. La chica de los masajes del local Revere Park, Irina, encargada de espiar los movimientos de Dimitri Sokolov y de sus hombres, no se había presentado al trabajo.
Ella había recibido la orden de dejar en el alféizar de la ventana del baño una flor en la maceta, en señal de que Dimitri, tras haber cenado, estaba a punto de darse un masaje sexual o acostarse con una prostituta. La flor amarilla en el primer caso y roja en el segundo. La distinción del color era para calcular los tiempos aproximados de la salida del local.
Alex y sus compañeros habían repasado y ensayado el plan una y otra vez en los últimos seis meses. El éxito del plan dependía de que Dimitri Sokolov era un hombre de hábitos, todos los viernes acudía al mismo local, en compañía de los mismos matones.
—Buenas tardes, necesito hablar con Alexander Anzor Ushurna —solicitó Ibragim en la recepción del hotel donde tenía el curso de formación.
—Buenas tardes. ¿Es usted un familiar del estudiante? —le preguntó la recepcionista de turno.
—Sí, soy su primo Ibragim, necesito entregarle la invitación de mi boda —replicó Ibragim.
—Enseguida. Puede sentarse en el hall, gracias.
La recepcionista revisó la agenda de los turnos de los estudiantes para marcar el número interno del departamento de Comidas y Bebidas, área de FB/Bar donde Alex estaba a punto de terminar su turno.
—Buenas tardes, John, el barman, le atiende. ¿En qué puedo ayudarla?
—Buenas tardes, soy Helen, de recepción, aquí en el hall hay una visita de un familiar para el estudiante Alexander Ushurna. Dice que debe entregarle una invitación de matrimonio.
—Alex termina su turno en cinco minutos, puedo darle permiso de salir pues terminamos un poco antes.
—Vale, adiós —se despidió Helen del colega.
Alex empezó a caminar hacia el hall sudando frío. Si alguien había ido hasta el hotel significaba que no eran buenas noticias.
—As-salamu alaikum —saluda Ibragim con el saludo islámico, «que la paz esté contigo».
—Hola, vamos afuera, hablemos en inglés —respondió Alex nervioso.
—Irina no ha ido al trabajo hoy. Me lo dijo Sergei, que fue al Revere Park para un masaje y había otra chica. Preguntó por Irina y la madame le respondió que tenía el día libre —le contó Ibragim con preocupación.
—¡No estaba previsto que Irina tuviese el día libre hoy, caray! No perdamos la calma, tú busca a Sergei y a los demás, nos vemos en dos horas exactas en el Garfield Park, frente al conservatorio. Yo voy a casa de Irina.
—Dika du —asentó Ibragim, como signo de aprobación.
Con las prisas, Alex pensó que no tenía tiempo de avisar a Lara de que no iba a poder llegar a la cita de la Jackson Boulevard. Su única preocupación era resolver el problema.
Tocó insistentemente al timbre del apartamento de Irina sin obtener respuesta.
Se quedó allí, enfrente de la puerta, esperando el momento oportuno para forzar la cerradura.
Abrió la puerta y escuchó unas risas que venían del cuarto principal. Era la voz de Irina. Entendió que estaba en compañía de un hombre y por un momento se sintió aliviado de que no le hubiese pasado nada malo. Decidió salir y esperar en la escalera a que el hombre se fuera.
Al cabo de media hora, un hombre gordo salió del apartamento de Irina y él entró antes de que este cerrara la puerta.
—¡Ira! ¿Qué coño pasa contigo? ¿Te olvidaste de que hoy es el día? —estalló Alex.
—¡Alex! Sí…, sí, lo sé, no te molestes… Solo que este cliente me paga más que un salario mensual…, ya sabes… —le dijo avergonzada Irina.
—¡Estás arruinando los planes! —siguió Alex muy molesto.
—No pasa nada, ahora iré al trabajo y haré lo acordado, ¿vale?
—Más te vale, Ira… ¡Más te vale!
Los cuatro compañeros del grupo New Poets se encontraron en el lugar acordado.
Habían elegido el nombre del grupo inspirados por el gran escritor León Tolstói que, en el 1851, se había alistado para el ejército ruso y luego, tras conocer la historia de los chechenos durante dos años en contacto directo con ellos, se convirtió en un admirador de la resistencia impulsando su cambio personal de militar a literato pacifista.
Estaban todos: Alex, Ibragim, Borz y Sergei.
—Compañeros, Irina está bien, va camino del local. Todo marcha según el plan. ¿Estáis todos listos para esta noche? —preguntó Alex hablando en inglés para no llamar la atención de los transeúntes.
—Todo está listo —confirmó Ibragim.
—Yo no puedo, perdonad, no puedo… —dijo Borz en estado de pánico.
—¿Cómo que no? —le gritó Ibragim.
—Espera, compañero, calma, dime qué pasa, Borz —Alex trató de tranquilizar al grupo.
—Perdóname, Alex, es que no puedo…, he probado mil veces y el temporizador… solo se conecta si estás a pocos metros del artefacto… —tartamudeó Borz.
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