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© Fotografías: Jaume Fuster
e-mail: jaume@jaumefuster.com© Textos y sus traducciones: los autores Traducción al valenciano: Francesc Xavier Llorca Ibi Traducción al inglès: Addenda Traducción al japonés: Fumie Mori y Roberto Ortín
© De esta edición: Publicacions de la Universitat de València, 2015
Publicacions de la Universitat de València
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Diseño y maquetación: Jaume Fuster y José Hilario Teruel
Corrección: Elvira Iñigo, Pau Viciano
Tratamiento gráfico de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9783-1
LOS ATUNES Y LOS HOMBRES
En el sur de la península Ibérica, allí donde se encuentran las aguas del océano Atlántico y del mar Mediterráneo, se libra desde tiempos inmemoriales un drama de proporciones épicas. Una batalla que enfrenta a peces y hombres y que toma su nombre del árabe andalusí, la almadraba: lugar donde se golpea o lucha.
Empujados por la irrefrenable necesidad reproductiva del desove, los enormes atunes rojos han mantenido un titánico éxodo desde que el propio Mediterráneo se hiciera mar. Año tras año, generación tras generación, miles, millones de atunes han trazado un preciso camino desde las frías aguas atlánticas hasta las cálidas y tranquilas aguas que rodean las islas Baleares. Un camino que fue descubierto por la atenta mirada del hombre.
Los atunes y los hombres se han encontrado en el paso del estrecho de Gibraltar para completar su rito circular desde épocas tan remotas que da vértigo pensarlo, que se pierde en la memoria, que se remonta a más de dos mil años de antigüedad: antes del nacimiento de Cristo; antes, incluso, de la romanización de la península Ibérica. Todas las culturas mediterráneas desde los griegos, los romanos, los fenicios, los cartagineses o los árabes han participado del festín de los atunes y han contribuido a enriquecer y perfeccionar este arte de pesca. Su carácter transnacional ha desarrollado un léxico en castellano lleno de términos prestados del árabe, el italiano, el portugués o el catalán; una multiculturalidad única convertida, por méritos propios, en la esencia misma del Mediterráneo. Cuando, hoy día, contemplamos la última levantada de la almadraba, estamos contemplando –prácticamente sin ninguna modificación– el mismo espectáculo que pintó Sorolla en Ayamonte en 1919, que recogió Cabanilles en 1797 o que sobrecogió a Opiano en el siglo II a. de c.
Aunque hay tres tipos de almadrabas: la de tiro o vista, la de monteleva y la de buche; hoy en día sólo se calan las de buche –las más modernas y complejas de todas–. El calamento de estas almadrabas es de gran envergadura y su preparación es realmente muy complicada. Los capitanes o arráeces que mandan la almadraba son técnicos especializados en esta clase de artes y poseen una larguísima experiencia. Tradicionalmente, los capitanes heredaban el cargo de padres, abuelos o tíos; es decir, todos eran familia. Para poder calar una almadraba de esta categoría, tenían que llevar muchos años en ellas y practicarlo muchísimo, porque no existían ni existen libros para poderlo estudiar, ya que la transmisión de sus secretos ha sido exclusivamente oral.
Tengo que reflejar que, hasta hace pocos años, el noventa y cinco por ciento de los capitanes eran hijos de Benidorm, menos algunos de Isla Cristina. El personal era casi todo de Almería, Carboneras, cabo de Gata, Garrucha, Roquetas, Isla Cristina, Lepe, Ayamonte, Huelva, Fuengirola, Barbate, Conil, Chiclana, Zahara de los Atunes y algunos portugueses. El doce por ciento del personal restante era de Benidorm. Eran los de mayor confianza del capitán y estaban en los mejores sitios, como el batel, pañolero, corchero o guardas.
La razón por la cual el arte de la almadraba se perpetuó en Benidorm se debe a ese secretismo trasmitido de generación en generación desde muy antiguo. Antes, incluso, de que apareciese la palabra “almadraba” en el Reino de Valencia en el siglo XVI, ya se pescaban los atunes en Benidorm con el mismo arte de pesca, pero llamado entonces “tonaires”. Pues bien, la primera almadraba, llamada como tal, se caló en Benidorm en 1580 y la última en 1952: más de cuatro siglos de actividad ininterrumpida que marcó el ritmo vital de la población y que –aunque finalizó con el advenimiento del turismo– dio lugar a la mejor y más reputada escuela de arráeces de todo el mundo durante siglos. Se cuenta que en 1785 el duque de Medina Sidonia, señor de Andalucía y propietario de las almadrabas atlánticas, solicitó del de Medinaceli capitanes expertos que calaran muy bien las redes. El de Medina Sidonia pasaba por una mala temporada de pesca y un tal Joseph Ortuño –de Benidorm– vino a terminar con su mala suerte. Pronto empezaron a aparecer en los papeles del Archivo de Marina –como capitanes o concesionarios– apellidos como Orts, Llorca, Pérez, Lledó, Bayona, Such, Zaragoza y Barceló, por toda la costa andaluza. No hay familia de Benidorm que no haya tenido algún abuelo, padre o tío enrolado en una almadraba como arráez, sotarráez, tercero, varilla (o contable de atunes, cables, hombres o redes), patrón de las lanchas o los faluchos, copejador (encargado de copear con el bichero los atunes a bordo), rana o simple marino.
Prácticamente las 66 almadrabas que se calaron en el mundo durante la época de mayor esplendor de este arte de pesca –desde Huelva 1 1 La Regente, Las Cabezas, La Umbría, La Nueva Umbría, La Cinta, Las Torres, La Higuerita. 2 Rota, Torregorda, Sancti-Petri, El Puerco, El Queso, Torre Atalaya, Conil, Barbate, Zahara de los Atunes, Bolonia, Tarifa, El Tormo y la Tunara. 3 El Principe, La Restinga, cabo Negrete, Río Martín, Las Torrecillas, Rincón de Mehedik, cabo Espartel, Hauara, Arcila, Las Cuevas, Punta Negra, Jolot, Kenitra núm. 1, Kenitra núm. 2, Kenitra núm. 3, Fedala y Agadir. 4 Arzew y Mastagali. 5 Sidi Daud, Monastir, La Guaria, Ras al Mar, Cab-Sedid. 6 Faviana, Fornica, cabo San Vito, Chaca, Torreta y Checuliana 7 Cabo de Gata, Águilas, Azodía, Tabarca, Paraíso, Alcocó, Benidorm, Calpe, Moraira, Jávea, Castellón, Ametla de Mar, Salou, Roses y Formentera. 8 Carlos Llorca Baus, Historia marinera de Benidorm, 1781-195 9, Benidorm, Ayuntamiento de Benidorm, 1994, pág. 74.
a Cádiz 2 2 Rota, Torregorda, Sancti-Petri, El Puerco, El Queso, Torre Atalaya, Conil, Barbate, Zahara de los Atunes, Bolonia, Tarifa, El Tormo y la Tunara. 3 El Principe, La Restinga, cabo Negrete, Río Martín, Las Torrecillas, Rincón de Mehedik, cabo Espartel, Hauara, Arcila, Las Cuevas, Punta Negra, Jolot, Kenitra núm. 1, Kenitra núm. 2, Kenitra núm. 3, Fedala y Agadir. 4 Arzew y Mastagali. 5 Sidi Daud, Monastir, La Guaria, Ras al Mar, Cab-Sedid. 6 Faviana, Fornica, cabo San Vito, Chaca, Torreta y Checuliana 7 Cabo de Gata, Águilas, Azodía, Tabarca, Paraíso, Alcocó, Benidorm, Calpe, Moraira, Jávea, Castellón, Ametla de Mar, Salou, Roses y Formentera. 8 Carlos Llorca Baus, Historia marinera de Benidorm, 1781-195 9, Benidorm, Ayuntamiento de Benidorm, 1994, pág. 74.
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