Julio Rilo - Los irreductibles I

Здесь есть возможность читать онлайн «Julio Rilo - Los irreductibles I» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los irreductibles I: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los irreductibles I»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En una sociedad con tendencia a la distopía, Kino, un escritor frustrado, jamás imaginaría que una decisión motivada únicamente por el dinero le llevaría a replantearse toda su vida, al acceder a una máquina que le permite revivir los recuerdos de su difunto padre. Lo que al principio era un simple experimento, terminará desembocando en una serie de decisiones que se le plantean a Kino, quien no está preparado para afrontar las implicaciones de que exista una máquina semejante.

Los irreductibles I — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los irreductibles I», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«La hemos cagao », pensó Kino, y es que los únicos números que no le bailaban a Ronnie eran los del departamento de marketing , que era al fin y al cabo de lo que vivía toda la plantilla. De algo le habían servido al niño los cuatro másteres al terminar sus dos carreras. Pero la verdad era que, a Kino no le preocupaba demasiado lo que pudiesen decir los anunciantes. Al fin y al cabo, las senseries era el principal producto que se anunciaba en 5 Minutos , lo que significaba que Industrias Lázaro controlaba una parte muy importante de las participaciones de la revista. De manera que si los anunciantes, que trabajaban para la empresa de su padre se ponían gallitos, pensaba hacerle la vida imposible a su hermano hasta conseguir que le dejasen escribir lo que le diese la gana. Eso no le preocupaba, pero ahora a ver cómo convencía a su jefe de que él tampoco tenía que preocuparse sin verse obligado a tirar del apellido de su padre.

—Bueno, Ronnie, pero no te preocupes por eso. Tú piensa que los anuncios son los mismos en todas las noticias. Así que, si leen un anuncio estando enfadados, ya lo verán también cuando lean el siguiente y se les pase.

—No te me hagas el listillo —dijo Ronnie poniéndose serio repentinamente y apuntándole con un dedo—. El principal problema son las cosas que pusiste.

—¿A qué te refieres?

—Deudas vitalicias, titulitis, redes antisociales, fake news —iba recitando Ronnie mientras levantaba dedos al mismo tiempo que enumeraba—. Todos son apartados de tu noticia.

—¿Y qué pasa?

—¡Tío! Que si pones estas cosas la gente se deprime.

—¿Y a mí qué me importa? Si se deprimen será porque saben que es cierto.

—¿Y a mí qué me importa que sea cierto o no? ¡Somos un periódico, no un tribunal!

—Pero a ver, Ronnie, esto es lo que se lleva, es nihilismo consumista. La gente sabe que todo eso es cierto, pero luego se ponen con sus senseries y se les pasa. El enfoque pesimista es lo que ayuda a vender, es lo que pone contentos a nuestros anunciantes. La depresión se cura gastando.

—¡Uf, pero qué dices! No tienes ni idea, eso que comentas suena de lo más postmoderno, y el postmodernismo es algo que no se lleva desde que yo iba a la Universidad. Fue un invento de la generación millenial y, como tal, vio el fin que le correspondía en los años veinte.

Kino reprimió el más grande de los suspiros mientras se imaginaba a Albert Camus retorcerse en su tumba ante semejante afirmación, e intentó poner sus ideas en orden antes de contestar:

—Está volviendo, tío. Hazme caso —dijo al fin sin conseguir ponerle demasiado entusiasmo—. El postmodernismo lo está pegando fuerte.

—Que no, Kino, que no está volviendo. Además, sabes que hay temas como la educación o política que están vetados, y en uno de tus apartados te lías a criticar las carreras universitarias y los másteres y dices que no valen para nada. No solo es que no puedes poner esto porque, ¿cómo vas a hacer que se sientan nuestros lectores al decirles que no vale para nada todo su trabajo?

—Recordarles… —musitó Kino.

—… sino que, además, se rumorea que el Jefe ha recibido una llamada del Jefazo.

Mierda. Aquello sí que eran palabras mayores. ¿Sería un farol?

—Venga ya. No puede ser que se hayan molestado. Si no dije nada del Gobierno.

—Pero no hace falta. Has hablado mal de su sistema de enseñanza. Y eso no puede ser. No puede ser, Kino, no puede ser —dijo Ronnie compungido y convencido a partes iguales.

—Entonces, ¿qué va a pasar?

—Pues, para empezar, que vas a escribir de cosas normales. Cosas que interesan y que la gente quiere leer. No mierda deprimente de esa con la que tanto disfrutas. —Kino se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco—. Y luego, que se acabaron ya las tonterías de los Top 11. Una vez es gracioso, pero ya cansa. De verdad. Bueno, pues espero que esté todo bien.

—Bueno, hay una cosa que podrías hacer por mí.

—Claro, Kino, ¿de qué se trata?

—Pues verás, estaba pensando que, si esta semana me pongo a tope, podría adelantar trabajo, y puede que termine el trabajo de toda la semana el miércoles. Y de ser así, pues podría adelantar el finde y no me haría falta venir aquí el jueves y el viernes.

—¡Sí, claro! Después de la que has liado, te voy a dar un puente. No flipes tanto, que ya bastante es que te libras después de una llamada del Jefazo sin que te pase nada. Si lo tienes el miércoles, pues mejor, que así me lo envías y lo leo a ver si está todo bien.

—¿Me vas a empezar a dar el visto bueno ahora?

—Pues parece que me vas a obligar. Al menos durante un par de semanas quiero que me pases todos tus artículos antes de publicarlos.

—¡Pero si se supone que tengo libertad para escribir de lo que quiera!

—Sí, pero dentro de unos límites. Venga, Kino, que ya sabes cómo va esto, que no eres nuevo. A mí también me fastidia, pero no me dejas otra.

—Otra más que ponerme en período de prueba, quieres decir.

Ronnie se encogió de hombros y salió caminando hacia atrás del cubículo de Kino, dejándolo a él solo con su cabreo. Miró con rabia el artículo que estaba terminando. Iba por el octavo punto, y cinco de ellos hablaban de política. Después de aquella conversación y, de ser cierto, una llamada del Jefazo no podía arriesgarse. Puso un dedo sobre la tecla de borrar y lo dejó ahí encima mientras veía cómo las líneas que había escrito durante la última hora se iban borrando infinitamente más rápido de lo que habían ido apareciendo.

Había ciertos temas de los que no se podía hablar. Y punto. Si no, uno se exponía a perder el puesto de trabajo, o incluso acabar en la cárcel si alguien ofendido se tomaba la molestia de pagar las tasas para denunciar. Pero había veces, como aquella, que había suerte y a uno lo avisaban antes de que los engranajes de la implacable Justicia se pusieran en marcha. El Jefazo, uno de los dos accionistas mayoritarios de 5 Minutos junto con Industrias Lázaro, no era más que un eufemismo para referirse al ministro del Interior, antiguo ministro de Educación. Así que ya estaba todo dicho.

A Kino le reconcomía el alma que gentuza de ese tipo abusase de su poder de una forma tan flagrante, pero se negaba en rotundo a exponerse por una «causa justa» o «noble», cuando sabía que lo máximo que conseguiría sería un apoyo pasajero por parte de la gente que reaccionase a la campaña viral de otro periodista al que metían en la cárcel por escribir sobre lo que no debía. La gente solo iba a apoyarlo durante el tiempo que tardase en salir otra noticia que les llamase más la atención.

Kino se volvió a poner los auriculares, pero la sangre le hervía demasiado como para seguir escuchando metal , por lo que decidió hacer una pausa ( « Se venden noticias, pero ¿quién las compra? » ). Miró la hora y vio que era la una menos veinte, por lo que aún le daba tiempo a tomarse otro café antes de comer. Aunque ya tenía su cupo diario escrito (aún no lo había enviado a que Ronnie se lo revisara…), seguía queriendo avanzar y adelantar trabajo. Por lo que se quedaría escribiendo, probablemente hasta después de su hora, y comería tarde.

Se levantó y fue caminando lentamente por las brillantes oficinas de 5 Minutos , llenas de baratos muebles de colores chillones iluminados por la claridad exterior que entraba a través de los enormes ventanales. Con unas ventanas tan grandes, había claridad incluso en el interior de los cubículos, donde un montón de postadolescentes de treinta años procrastinaban y se dedicaban a tirarse los tejos los unos a los otros durante toda su jornada laboral, creando un material periodístico digno del medio en el que trabajaban.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los irreductibles I»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los irreductibles I» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los irreductibles I»

Обсуждение, отзывы о книге «Los irreductibles I» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x