La juventud estadounidense, desencantada y en busca de nuevas aproximaciones a la vida a través del arte y la experiencia, vio en el fenómeno grupal incipiente, y en el mensaje que anunciaba el cuasi-profeta Ginsberg en su oratoria, una llamada colectiva. Esto fue posible gracias a acontecimientos que se desencadenaron a raíz de la publicación de Howl : el juicio por obscenidad a Ferlinghetti como responsable de su publicación (1956); la popularidad de On the Road (1957) debido a la alentadora crítica en The New York Times por Gilbert Millstein, que la consideró espejo de los nuevo tiempos por conectar la nueva literatura emergente de los Beat con la de la Generación Perdida (Lawlor 25) (además, hay que decirlo, de ensalzar los valores sexistas de la obra (McNeil 180)); la guerra mediática desatada contra los beatniks durante finales de los cincuenta, seguido de los sucesivos escándalos por juicios a obras Beat durante los sesenta ( Naked Lunch de William Burroughs y The Love Book de Lenore Kandel, entre otros). Estos y otros acontecimientos, tales como los continuos asaltos policiales a lugares públicos de encuentro bohemios en la Costa Este y Oeste, convirtieron la ya imparable expansión Beat, como sugiere Jennie Skerl, en la primera contracultura masiva, mediática y multigeneracional en la historia (2).
Los practicantes del estilo de vida Beat crecieron como la espuma en la segunda mitad de los cincuenta, engrosando un colectivo que se identificaba como contracultural y transformando el inicial impulso Beat marginal de exclusión furtiva del hípster de finales de los cuarenta en otra cosa. En “The Origins of the Beat Generation”, publicado en Playboy en 1959, Kerouac define esta metamorfosis de la siguiente manera:
La palabra “beat” originalmente significaba pobre, miserable, abatido y hastiado, holgazán, triste, vagabundo. Ahora que la palabra se ha hecho oficial se la está estirando para incluir a gente que no duerme en el metro, sino que tiene un nuevo estilo, o actitud, que sólo puedo describir como una nueva moda. “La Generación Beat” se ha convertido simplemente en un eslogan o etiqueta para designar una revolución en las maneras en América. (en Lee, A. R. 1996: 1) 13
Michael McClure y Diane di Prima rememoran el espacio de identificación que supuso el conocer la existencia de este grupo y su literatura. McClure, en Scratching the Beat Surface (1982), recuerda este descubrimiento asistiendo a la lectura de Howl : “Como artistas estábamos oprimidos y la gente de la nación también… Veíamos que la poesía estaba muerta—asesinada por la guerra, por la academia … Anhelábamos voz y visión … sabíamos, dentro de nosotros, que una barrera había caído, que una voz humana y un cuerpo habían sido lanzados con fuerza contra el duro muro de America” (en Charters xxviii). 14Di Prima, por otro lado, narra en Memoirs of a Beatnik el final del aislamiento de su pequeño grupo bohemio en el Village, ya que finalmente podría conocer a sus hermanos y hermanas (1969: 176). En palabras de Anatole Broyard en “Anatomy of a Hipster” (1948): “el hípster no era de ni estaba en ningún sitio….[pero] anhelaba, desde el principio, ser de y estar en alguno, [ansiando] el nacimiento de una filosofía …. de lugar” (en Holton 17). 15La creación de este espacio contracultural de referencia abierto a la heterogeneidad se convirtió en un lugar imaginario y social adaptable a reconfiguraciones Beat en la sociedad estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
La apertura y transformación más allá de la eclosión del sonido Beat a finales de los cuarenta protagonizada por un reducido grupo bohemio, flexibilizó las formas de ser Beat y supuso un avance ventajoso para las mujeres transgresoras del momento. Las autoras de la segunda generación de escritoras Beat, las nacidas a lo largo de la década de los treinta, expresaron en sus obras la posibilidad de modulación del nuevo espacio contracultural y la creación de nuevas posiciones críticas y subversivas en el movimiento desde su female Beatness . La expansión Beat, además, se convierte en reverberaciones de actitud beatnik igualmente valiosas hacia final de los cincuenta, ya en las dos franjas este y oeste estadounidenses, protagonizadas por jóvenes de ambos sexos con ganas de romper costumbres que se unieron al colectivo sin ser artistas o intelectuales.
La evolución Beat deriva hacia una filosofía más espiritual, política y colectiva en los hippies ya incipientes a principios de los sesenta, y finalmente, como apunta Raskin, a todo tipo de contracultura reivindicativa más allá de los setenta: punks, raperos, neohippies, etc. Todos ellos beben de los principios Beat en muchos sentidos: la escritura abierta en primera persona, la comunicación de experiencias propias sin censura, la tradición de incomformismo y disenso, o estilos de vida alternativos más allá del consumismo y otros valores ortodoxos (Raskin 49).
Interpretaciones mediáticas, percepciones artísticas y visión poética: creatividad en la escritura de mujeres Beat
El fenómeno Beat se asentó desde el principio y creció en su expansión desde los límites percibidos de separación entre la cultura normativa y la bohemia: la clara idea de aquello a lo que que no se quería pertenecer, por el lado Beat, y la certeza de la amenaza de lo transgresor, por parte de la gran mayoría de los estadounidenses de postguerra protegidos por la sociedad de bonanza y comodidad, que fueron bautizados como “Squares” (cuadrados). Por un lado, los límites de separación crearon una guerra mediática en prensa para desacreditar al los “otros” (los Beat) como lo temible y despreciable dentro de la sociedad estadounidense, dentro del discurso de “la abominación debe ser destruida”, como lo denomina Nancy M. Grace: discurso que siempre estuvo presente en la ideología e imaginario de la nación, establecido en el binarismo “good vs. evil” (2017: 64). Por otro lado, la diferencia entre los dos mundos Beat y Square definió de forma más precisa las características subculturales del grupo (estilo, moda, estética, música), que tomaron fuerza por contar con un opuesto que rechazar.
Desde que Herb Caen acuñara el término beatnik en 1958, con intención paródica, para describir a la bohemia de fin de semana del Village, centrada en una pose antisistema de rebeldía vacua y restándole profundidad cultural, filosófica y artística, el bombardeo de visiones superficiales sobre los Beat no dejó de sucederse. Norman Podhoretz (antiguo compañero de Ginsberg en Columbia), en “The Know-Nothing Bohemians” (1958), los consideraba “indecentes, violentos, racistas, solipsistas y anti-intelectuales” (en Grace 2017: 62). El discurso de caricatura llegó al extremo del famoso anuncio en el Village Voice que decía: “Añade emoción a tu fiesta de esmoquin….Alquila un beatnik . Completamente equipado: barba, gafas de sol, chaqueta militar raída” (en Belletto 2017(b): 99). En el artículo “Born 1930: The Unlost Generation” (1957), y con un genérico tercer pronombre masculino, el hípster es descrito de la siguiente forma: “Como el único inconformista extremo de su generación, el [hípster] ejerce una poderosa, aunque clandestina, atracción en los conformistas, a través de las noticias de sus delitos, su desestructurado jazz, y su emotivo lenguaje de gruñidos” (en Charters 583). 16La interpretación mediática de los beatniks, con énfasis en aspectos relacionados con el crimen, el sexo y las drogas, propició además la ausencia de crítica literaria y cultural seria sobre el fenómeno en los círculos académicos. 17
El subrayar un “genérico tercer pronombre masculino” es relevante, ya que indica que las interpretaciones mediáticas del prototipo Beat describían a un específico antihéroe Beat masculino como representante de todo un colectivo que crecía ya a mediados de los cincuenta hacia la heterogeneidad. Las mujeres Beat, definidas como Beat chicks en la guerra mediática, también eran representadas de esta forma en la mayoría de las obras de autores Beat. En ambos casos eran descritas como acompañantes vestidas de negro y silenciosas al lado del hombre, objetivizadas y sexualizadas como mujeres fáciles, accesibles y sin voz. En relación a esta representación de las mujeres Beat, McNeil acertadamente considera que “el discurso de la chick , la chica atractiva, joven, sexualmente disponible y sobre todo silenciosa (‘tonta’) […] no viola ningún código de género existente, más bien abre nuevas posibilidades para el sexo sin responsabilidades […]. Sexo sin culpabilidad (ya que la verdadera ‘ chick ’ nunca se queja)” (McNeil 189). 18
Читать дальше