Agustín Rivero Franyutti - España y su mundo en los Siglos de Oro

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España y su mundo en los Siglos de Oro: краткое содержание, описание и аннотация

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El libro
España y su mundo en los Siglos de Oro. Cronología de hechos políticos y culturales propone dos tipos de lectura para el conocimiento de ese período: las introducciones a los siglos XVI y XVII, por una parte, son ojeadas panorámicas que se pueden leer de un tirón; las cronologías, por otra parte, ofrecen la información correspondiente a cada año (desde 1492 hasta 1700), distribuida en breves fichas que facilitan la consulta rápida para salir de dudas, en casos de incertidumbre, o para descubrir hechos o personas que ignoramos. Ambas partes (en conjunto con los anexos) buscan, pues, ser un apoyo seguro para los especialistas y los lectores interesados en esta época, para la investigación y la lectura curiosa.

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En esta tarea de expansión, el Príncipe Enrique de Portugal, apodado “El Navegante” por los historiadores ingleses, fue el precursor indiscutible. Desde la corte que había fundado en el rocoso promontorio de Sagres, a la que atrajo a los principales marinos, cartógrafos, astrónomos, fabricantes de barcos e inventores de instrumentos para la navegación de la época, patrocinó expediciones a la costa occidental de África que tenían inicialmente el objetivo de descubrir nuevos territorios. Con el tiempo, ese objetivo se transformó en la necesidad de encontrar un paso hacia la India por el sur del continente africano.

También el desarrollo de la tecnología durante el siglo XV permitió que los europeos se lanzaran a los océanos con éxito. El primer factor de importancia fue el estudio de la geografía y de la astronomía, que se aplicaron directamente a la navegación para que, una vez perdida de vista la costa, los navegantes pudieran saber en qué punto del océano se hallaban, según coordenadas que ya se podían calcular, y trazaran así su ruta. Otro factor esencial fue el mejor diseño de embarcaciones, que llegaron a ser más rápidas y maniobrables a finales del siglo XV, gracias, sobre todo, al perfeccionamiento de la carabela, que llevaron a cabo los portugueses después de haber estudiado las naves árabes. Casi todos los grandes descubrimientos de esta época y de principios del siglo XVI se hicieron a bordo de carabelas. El desarrollo de las armas de fuego fue el tercer factor determinante en la expansión europea. Cuando lograron superarse los problemas que planteaba el vaciado de los metales, la regulación de calibres y la fabricación de proyectiles hechos a base de metal, piezas de artillería se introdujeron en las embarcaciones –primero en los castillos y después en los costados de las naves– para apoyar el fuego de los ballesteros y los arcabuceros contra los ejércitos que estaban en la cubierta de las naves enemigas.

África

Hacia 1440 las exploraciones portuguesas en África comenzaron a dar frutos: oro y esclavos negros, que a veces eran instruidos para servir como intérpretes en expediciones posteriores. El comercio de esclavos se extendió rápidamente y por eso los portugueses construyeron un fuerte en la isla de Arguim, primera factoría comercial de los europeos fuera del su continente. Toda esta actividad exploratoria y comercial disminuyó muchísimo con la muerte (1460) de Enrique, “El Navegante”. Pero con el ascenso al trono de Juan II (1481), Portugal recobraría su brío explorador. Juan II emitió un decreto que prohibía a toda nave que no fuera portuguesa navegar por la costa de Guinea, so pena de acabar hundida o ser capturada, y ordenó la construcción (1482) de un segundo fuerte en Elmira, que sería la capital para las exploraciones y el comercio en África. Los descubrimientos hacia el sur continuaron hasta que en 1487 Bartolomé Díaz llegó más allá del Cabo de Buena Esperanza y preparó el camino para el increíble viaje que diez años después realizaría Vasco de Gama y que se coronaría con la llegada a la India en 1498.

África significó para los portugueses un medio para lograr su principal interés, el dominio de Asia, y quizá por eso nunca llegaron más allá de la franja costera. Se contentaron con establecer fuertes y factorías, y con tímidos intentos para evangelizar a una civilización (la negra) que sólo llegaron a conocer superficialmente. Las probables razones para este tipo peculiar de colonización fueron geográficas (el sol intenso y las altas temperaturas, las tempestades desérticas de arena, las enormes extensiones de espesa vegetación, las especies animales peligrosas) y culturales: el interés predominante de los europeos por el comercio, el intento de poner un cerco al Islam, la avaricia y la corrupción de los colonos europeos y la falta de interés, por parte de los misioneros, en las creencias de los nativos.

Asia

Los portugueses pronto se dieron cuenta de que el anunciado arribo de Cristóbal Colón a Oriente era un error y de que ellos debían persistir en su intento si querían ser los primeros en llegar de verdad a la India. Con ese propósito, prepararon la flota que comandaba Vasco de Gama. El viaje de Vasco de Gama fue el más largo hecho hasta entonces en alta mar por una embarcación europea, pues dio la vuelta al continente africano por el Cabo de Buena Esperanza, tocó después varios puertos africanos de la costa este y cruzó el Océano Índico hasta llegar a Calicut, diez meses después de haber zarpado de Lisboa.

Una vez hallada la ruta, los portugueses se dedicaron a elaborar un plan bien estructurado que incluía la construcción de fuertes y factorías en las costas de Malabar así como el envío anual de convoyes para mantener un flujo constante de mercancías a Europa y de tropas a Asia. No fue muy difícil para los portugueses, que contaban con mejores embarcaciones y armamento, deshacerse de sus rivales musulmanes en el Océano Índico. El encargado de llevar a cabo esta misión fue Alfonso de Albuquerque, quien, para 1510, dio un golpe decisivo a la resistencia árabe al tomar la ciudad de Goa, y, para 1511, el golpe final al tomar el puerto de Malaca, desde el cual podían interceptarse todas las flotas musulmanas que pasaran por la bahía de Bengala. Con el Océano Índico en su poder, los portugueses se lanzaron a China (llegaron en 1513) y establecieron desde Macao una enorme red comercial que abarcaba Asia y Europa.

En los fuertes, los oficiales europeos no intervenían en asuntos ajenos a sus deberes militares y las comunidades hindúes y musulmanas eran gobernadas por sus propios soberanos. Es curioso que, a pesar de que tenían una técnica superior y ejércitos mejor preparados, los portugueses nunca intentaron, como tampoco lo hicieron en África, conquistar Asia. Pero si no intentaron conquistarla tampoco la convirtieron al modo de vida europeo, porque en este caso resultó ser mayor el obstáculo cultural: mientras que el ideal de vida europeo se encarnaba en la lucha, la acción, la idea de progreso, el cambio y la búsqueda de lo novedoso, los orientales despreciaban el esfuerzo, reverenciaban la tradición, desconfiaban de lo nuevo y tenían un enorme respeto por las fuerzas naturales exteriores al ser humano.

América

Aunque el Príncipe portugués Enrique, “El Navegante”, no sólo había patrocinado expediciones a África con la India en mente como fin último, sino que además había apoyado viajes por el Atlántico hacia el oeste que, si no llegaron más allá de las islas Azores, plantearon la posibilidad de descubrir nuevos territorios, el descubrimiento de América le estaba reservado a ese escrupuloso y exacto navegante que había pasado ocho años en diferentes cortes haciendo gestiones para ver realizado su sueño de viajar a Las Indias: Cristóbal Colón. Su viaje de ida contó con el favor de los elementos y, por eso, después de treinta y tres días de navegación tranquila, tocó tierra en el actual territorio de Bahamas; pensó que San Salvador era una isla exterior del archipiélago que formaba Japón, pero los sucesivos viajes de él y de otros navegantes pusieron en duda que los territorios descubiertos fueran parte de Asia. Cansados de un proyecto que no producía ventajas comerciales y sí problemas de administración, los Reyes Católicos retiraron su apoyo a Colón, que murió en 1506 frustrado, aunque con bastantes riquezas.

Más tarde, entre 1499 y 1501, Américo Vespucio realizó dos viajes en los que descubrió la mayor parte de la costa atlántica de la América del Sur y se dio cuenta de la continuidad de un territorio que indicaba la existencia de un vasto continente. La importancia de este descubrimiento fue la causa de que con el nombre de Américo se bautizara al continente.

Fue más o menos hasta 1520 cuando los viajes de los exploradores completaron el panorama del planeta para los europeos. En las tres décadas siguientes, no contentos con saber cómo estaba formado el planeta, los europeos se dedicaron a establecerse en los “nuevos” territorios y a explotarlos en su beneficio. La rapidez con que los soldados españoles se apoderaron de los territorios americanos no se debió únicamente a la superioridad de su tecnología, sino a su habilidad para aprovechar las debilidades de los indígenas y para crear alianzas con los grupos sometidos. La habilidad mostrada por Hernán Cortés durante la conquista de México para mantener unidos a sus hombres, para salvar todos los obstáculos prácticos que se le presentaron y para obtener el apoyo de los mismos indios en su lucha contra los aztecas fue después imitada, aunque con menos éxito, por otros conquistadores, entre los que destacó Francisco Pizarro en el Perú.

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