Carlos Laredo - Doble crimen en Finisterre

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Laredo - Doble crimen en Finisterre» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Doble crimen en Finisterre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Doble crimen en Finisterre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Descubre por qué llaman Holmes a un guardia civil de las Rías Bajas.Doble crimen en Finisterre es la octava novela de la colección
el cabo Holmes, con una nueva trama basada en un crimen que llevará al inteligente y metódico guardia, no solo hasta quien lo cometió, sino también hacia el complejo mundo de la trata de blancas. Como de costumbre, Carlos Laredo, con su lenguaje sencillo, fluido y culto, cuenta algo más que un doble crimen y la correspondiente investigación.Los hechos y los personajes son el soporte de una historia de intereses, sentimientos y circunstancias que muestran el lado más humano de los protagonistas, situados en el decorado mágico de la Galicia más recóndita, la Costa de la Muerte. La presencia casual del millonario y caprichoso detective Julio César Santos, amigo del cabo Holmes, que se mueve por los prostíbulos de lujo con soltura, aporta un toque irreverente de humor y colorido a la trama y acompaña al lector hasta el final sin hacerle perder su interés e intensidad.

Doble crimen en Finisterre — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Doble crimen en Finisterre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—¿Por qué? —protestó Canido, que se mostró sorprendido e incluso molesto ante la pregunta del cabo Souto— ¿Estaba obligado a hacerlo?

—Legalmente, no; pero lo considero de sentido común, dado que estuvo con ella poco antes de que la mataran. ¿No le parece?

—¿Se imagina usted el efecto que me hizo la noticia? No, claro, usted no puede imaginar el estado en el que me encontraba. ¡Estaba horrorizado! ¿Por qué habría de acudir a la Guardia Civil, que no podría sino aumentar mi dolor por la pérdida de… de una amiga íntima? ¿Debería haberme presentado para que me interrogaran, para que me preguntaran acerca de un montón de detalles morbosos y crueles o para soportar insinuaciones sobre mi culpabilidad?

El hombre estaba a punto de echarse a llorar y el cabo Souto lo observaba tratando de descubrir si fingía o estaba realmente afectado por la muerte de aquella señora. Canido parecía sincero y acabó por darle pena.

—Me parece, señor Canido —el tono del cabo se volvió complaciente—, que tiene usted una idea equivocada sobre cómo hacemos las cosas en la Guardia Civil. Un familiar o una persona del entorno de las víctimas, en un caso tan trágico como el que estamos investigando, puede parecernos sospechoso, lo no quiere decir que ignoremos el principio de que nadie es culpable mientras no se demuestre que lo es y sea condenado por ello. Somos profesionales, amigo mío, y no hay ninguna razón para pensar que vayamos a tratarlo a usted o a cualquier otra persona sin el debido respeto. De modo que, ahora que está aquí, le ruego que se relaje y haga un esfuerzo para comprender que estamos haciendo nuestro trabajo. Si considera que le falto en algo, no dude en decírmelo, señor Canido.

Souto lo miró a los ojos y guardó voluntariamente un largo silencio para ver cómo reaccionaba. El hombre permaneció callado y con aspecto de estar concentrado en sus recuerdos. Al cabo Souto le dio la impresión de que Canido, fuera de su ambiente, era una persona tímida y que, por lo tanto, debería de sentirse completamente desplazado en un puesto de la Guardia Civil, lugar, sin duda, poco sugerente para un decorador. Su aspecto, hasta cierto punto cercano al amaneramiento, denotaba propensión a la trivialidad, lo que acentuaría su sensación de inferioridad. Por eso, el cabo Souto sintió lástima y abandonó por un instante su intención de tratarlo como a un sospechoso. Si aquel hombre amaba de verdad a Rosalía Besteiro, debía de sufrir y, por lo tanto, él estaba obligado moralmente a respetar su dolor.

—Tiene que comprender, señor Canido, que no me queda más remedio, en efecto, que someterlo a un interrogatorio, y que la razón de hacerlo está relacionada con algo… —el cabo Souto buscó una palabra que no fuera ofensiva—, digamos muy personal. Pero no lo considere como un interrogatorio inculpatorio dirigido contra un presunto culpable, sino como las preguntas normales que debo hacer a alguien próximo a una de las víctimas y, sobre todo, a una de las últimas personas que la vieron con vida. Serán preguntas como las que le haría a un testigo, no a un asesino. ¿De acuerdo?

Canido meneó la cabeza afirmativamente. Estaba visiblemente emocionado.

—Voy a hacer una cosa para que no se sienta usted cohibido y podamos tener una conversación relajada —continuó Souto—. Normalmente, yo debería pedir a un agente que se sentara a esa mesa y anotara su declaración. Pero no lo voy a hacer. Charlaremos los dos solos, sin testigos. Ya se le tomará declaración en su momento. Y puede estar seguro de una cosa: el hecho de hacerle preguntas delicadas no supone que no respete su intimidad, siempre que usted me respete a mí, claro, y no trate de engañarme. ¿De acuerdo?

—Sí, señor.

El cabo José Souto le pidió a Jesús Canido que le hablara de sí mismo, dónde vivía, en qué y dónde trabajaba y cómo había conocido a Rosalía Besteiro. Canido se relajó y contestó puntualmente a las preguntas del cabo sin escatimar detalles sobre su vida, su familia, sus estudios y su trabajo como decorador. Después le explicó que Rosalía lo había contratado hacía dos años para renovar la decoración del chalé de su madre y que, poco a poco, se había establecido entre ambos una relación amistosa que se convirtió posteriormente en una relación sentimental. El cabo le preguntó si el marido de Rosalía estaba al corriente de la relación. Canido se mostró algo desconcertado ante la insistencia del cabo por obtener una respuesta precisa y acabó por confesar que sospechaba que algo debía de saber o de suponer, pero que no parecía importarle. El matrimonio, en apariencia normal, hacía tiempo que se había descompuesto. Rosalía y su marido, explicó, no se llevaban mal, pero cada uno vivía su vida y el marido no se metía en la de su mujer porque ella era la dueña de la mayoría de los negocios y, aparte de eso, tenía mucho carácter y no se dejaba dominar. Ella sabía de sobra que su marido daba fiestas solo para sus amigotes en su finca de San Pedro de Nos y que allí se corrían juergas sonadas con las chicas de los bares de alterne.

—¿Por qué dice usted que no se llevaban mal? ¿Lo sabe o lo supone?

—Me refiero a que no armaban escándalos y que no había malos tratos. Me consta que discutían con frecuencia y que no tenían ningún tipo de relaciones sexuales. Eso me lo dijo ella. Él venía poco por aquí y aunque se alojaba en el chalé, no salía con ella. Y ella hace ya mucho tiempo que no iba por su casa de Coruña.

El cabo Souto tomó unas notas.

—Usted estuvo en su casa en la tarde o en la noche del jueves, la noche del crimen, ¿no es así?

—Sí. Vine a ver a Rosalía por la tarde. Hicimos el amor y me fui sobre las once y media de la noche. La criada ya se había ido, o sea que no tiene más que mi palabra porque de allí me fui a mi casa y no me encontré con nadie. Vivo solo en Cee, como ya sabrá.

—Vaya, qué mala suerte.

—Supongo que pensará que pude matarla yo. —Se quedó un momento callado con gesto compungido. Respiró hondo y continuó—: No tendría ninguna razón para hacerlo. Nunca tuve el menor problema con ella y nos queríamos de verdad. Aparte de eso, no solo era una clienta muy buena, sino que me recomendaba de vez en cuando a amigas suyas aquí, en Cee, y también en Coruña. Le puedo dar los nombres y las direcciones. Los tengo todos, naturalmente.

—¿Diseñaba usted sus muebles?

—¡No! Yo no diseño muebles. Soy decorador, no diseñador. Yo busco los muebles que recomiendo en revistas de moda, en establecimientos especializados, en ferias de decoración o en mis proveedores. A mis clientes les presento diversos modelos y combinaciones, les recomiendo esto o aquello, les propongo soluciones prácticas o decorativas no solo de muebles, también de telas, pinturas, plantas y otros muchos elementos decorativos.

—Comprendo —lo cortó Souto temiendo que se extendiera demasiado en detalles que no le interesaban en absoluto—. Dígame una cosa. En el salón principal de la casa de los Besteiro hay un escritorio grande, ¿sabe a qué me refiero?

—Sí, claro. Ese escritorio es muy bonito, por cierto, pero no se lo puse yo. Ya lo tenía doña Consuelo en la casa cuando conocí a su hija, hace cinco años. ¿Por qué me lo pregunta?

El cabo Souto no le contestó. Aun sin dejar de considerar a aquel hombre sospechoso, como a todas las personas del entorno de las víctimas, no encontró en él ninguno de los elementos característicos que, según su experiencia, marcaban con mayor o menor intensidad el comportamiento de los delincuentes. Parecía sincero, afectado y natural. De modo que no trató de acosarlo y le preguntó en un tono más relajado:

—En el caso de que no se tratara de un robo, lo que no está descartado ni mucho menos, con el resultado accidental de las dos muertes, ¿tiene usted idea o se le ha pasado por la cabeza alguna sobre quién podría querer matar a doña Consuelo y a su hija? Hable con sinceridad y sin miedo, por favor. No estoy grabando esta conversación ni constará en ningún sitio lo que diga; es solo por dejar libre el pensamiento, por suponer, por elucubrar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Doble crimen en Finisterre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Doble crimen en Finisterre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Arturo Fontaine - La Vida Doble
Arturo Fontaine
Larry McMurtry - Streets Of Laredo
Larry McMurtry
Camilla Lackberg - Crimen En Directo
Camilla Lackberg
libcat.ru: книга без обложки
Chris Bohjalian
Robert Heinlein - Estrella doble
Robert Heinlein
Claus Karst - Finisterre
Claus Karst
Fiodor M. Dostoïevski - Crimen y castigo
Fiodor M. Dostoïevski
Mónica Quijano Velasco - La huella del crimen
Mónica Quijano Velasco
Array The griffin classics - Crimen y castigo
Array The griffin classics
Отзывы о книге «Doble crimen en Finisterre»

Обсуждение, отзывы о книге «Doble crimen en Finisterre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x