1 ...8 9 10 12 13 14 ...27 Nos levantamos dándonos las manos como si fuéramos a un entierro; en el refectorio tomamos un poco de vino: los K3 parecen abatidos, los K2 están más alegres, ¡la novedad! y nuestra mesa, entre la tortilla con jamón y la confitura, provoca un «bonn» a la altura de las circunstancias. Después, durante el café, que nos sirven, muy caliente y muy bueno, juramos muy solemnemente no hablar de las pruebas a la vuelta; el Sekh se levanta y hace cantar «el Tótem», que nos sale muy bien. Salimos y alcanzamos la calle Cujas; yo no me he puesto la bata, poco presentable, pero la mayor parte de los otros las llevan como proletarios y eso nos evoca ideas revolucionarias. Los normaliens , llegados para apoyar a sus cadets , cantan, cuando el liceo Louis le Grand es al completo, La Internacional ; esto va subiendo de tono, cada vez más, y muy pronto la calle Cujas parece la sede de una reunión comunista. Los otros Institutos llegan desconcertados; los de «izquierdas» se unen a nosotros; los camelots protestan; en una ocasión, intentan cantar Vive le Roi , pero un griterío enorme los cubre; y cuando pasan dos policías en bicicleta, se reinicia La Internacional , lo que provoca su sonrisa.
Todos aquellos incidentes, inesperados, pero vividos con una cierta intensidad, habían tenido un efecto positivo. Vilar explica a su tía y a su hermana que ni siquiera había experimentado el «pequeño encogimiento de estómago habitual» y que había llegado muy tranquilo al edificio de la École, en la calle Ulm, dispuesto a seguir las indicaciones del supervisor del centro, el señor Dupuy:
El señor Dupuy aparece, llama a los de la sección B en el corredor, los nombra uno a uno, y los coloca, después nos llama a los de la sección C y nos coloca; la sala de Fiestas es bastante fresca. Es una buena noticia con el tiempo que hace; encuentro cerca de mí a Schwob y hablamos un rato del año pasado cuando a él solo le faltaron 6 puntos para lograr pasar, su media en filosofía le habría bastado para conseguirlo, pero ocupaba el lugar 35 en el escrito; se mantuvo en el mismo lugar, cuando debería haber avanzado. La sección A ha sido colocada detrás de nosotros, éramos 130 en la sala, pero esta es grande y cabemos perfectamente en ella.
Por fin nos distribuyen las hojas, después los temas: 5 líneas de enunciado, esto parece ir mal: oigo cuchichear delante de mí «Inglaterra», soy feliz, es un tema que conozco bien, pero cuando tengo la hoja en la mano, lo leo; no comprendo mucho; lo releo, aún comprendo menos. El tema más idiota que haya visto en mi vida: no hay ni una sola palabra justa en el enunciado: «formación del Imperio británico de 1815 a 1870»; ahora bien, el Imperio se formó de 1750 a 1800, después se completó con las últimas grandes adquisiciones de 1875 a 1920. 1870 no señala ninguna fecha. 1815 tampoco, aunque parece más clara. A continuación: «Tratar (¡afortunadamente solo se trata de intentarlo!) de mostrar las relaciones entre los grandes acontecimientos de Gran Bretaña en esta época, y el desarrollo del Imperio»; ahora bien, no hay grandes acontecimientos, salvo en Irlanda y en la política social, que no tienen nada que ver con el tema: las reformas electorales solo lo hacen desde lejos; una sola cosa: ¡el librecambio! Continuamos con el enunciado: «e, inversamente , los servicios prestados por este desarrollo mundial, a los diversos intereses británicos»; las 2 cosas se hallan necesariamente coordinadas. Si yo hubiera tenido delante de mí al tipo que lo ha escrito ¡no respondo de mis actos! ¡Durante una hora y media no se me ha ocurrido nada! Afortunadamente, uno puede salir a pasearse por el corredor con la condición de no hablar; así que nos hemos paseado con pequeños grupos de uno solo haciéndonos gestos de desesperación. Nuestro consuelo es saber los hechos, para los cuales además contamos con la ayuda de la cronología, y ver que todo el mundo se halla en la misma situación. Por fin, me pongo a trabajar seriamente. La reflexión ha fluido sin ningún esfuerzo, al hilo mismo del enunciado.
El relato se interrumpe bruscamente. Vilar se limita a escribir: «os explicaré lo que sigue más tarde: encuentro un compañero, y quiero enviar la carta para que salga a la hora. Estoy muy contento». Una carta escrita al día siguiente comienza comentando esta primera carta y las circunstancias en las que la había escrito y finalizado. Después del examen, y después de comer tarde –«carne, patatas, huevos revueltos, queso»–, decidió irse para no hablar sobre las «regiones prohibidas». Dio una vuelta por las galerías del Odéon, donde compró Trois contes de Flaubert, y se fue al parque de Luxemburgo a leerlos, para distraerse y «sumergirse en un estilo más vigoroso que el de Seignobos o Debidour». Hacia las 5, la incomodidad del banco donde estaba sentado y la presencia de unos perros que ladraban le habían llevado a un bar del Boulevard Saint Germain, donde, ante un café con leche, había comenzado a escribir lo que tenía que ser una larga carta. A las seis y media aún no había acabado de escribir, pero sí el café con leche, y decidió volver al instituto y terminar la carta allí. Pero, atravesando el parque, vio a Lamicq, solitario, sentado delante de la fuente. Se pusieron a hablar y había decidido que ya continuaría la carta más tarde. Después de estas aclaraciones, retoma el hilo del relato allá donde lo había dejado:
Como yo contaba decir cada cosa en el lugar adecuado, será mejor que continúe allí donde la carta fue interrumpida ayer. Creo que había llegado al momento en el que, después de 2 horas de reflexión bastante inútil, me había metido seriamente en el trabajo: construí un ejercicio más o menos así: introducción sobre el estado del Imperio inglés en 1775: dos grandes bases territoriales: India, Canadá, ventajas en diversos océanos y en el Mediterráneo, un conjunto bastante potente, pero no siempre muy sólido y a veces amenazado por potencias extranjeras; además, un régimen de estrecho proteccionismo y de explotación directa del indígena a través del impuesto, como correspondía a un cierto estado social de Inglaterra.
1.º) 1815-1849: consolidación de las bases territoriales de la India, desde donde se defienden las fronteras (Afganistán, Birmania, etc.) en los mares (asunto de Tahití) en el Mediterráneo (oposición a la influencia rusa de Asia menor, a la influencia francesa en Egipto) pero mantenimiento del antiguo régimen económico en las colonias: defensa de los intereses de los agricultores contra los productos coloniales: ley de Navegación, etc.
2.º) 1849-1857: periodo de transición; Inglaterra, por la reforma electoral de 1832, los industriales han reemplazado a los agricultores y, en 1845, se abole el proteccionismo y se aprueba la ley de Navegación: un nuevo régimen para las colonias, e Inglaterra necesita una expansión más rápida, a causa del librecambio.
3.) 1857: las revueltas de los cipayos señalan una aceleración del librecambio en las colonias, por miedo a revueltas coloniales; es entonces cuando la expansión inglesa adquiere los elementos que la caracterizarán a continuación: ya no se tratará de explotación, sino de una simple federación de colonias autónomas con lazos económicos favorables solo a la industria de la metrópolis.
Conclusión, periodo de transición entre las grandes conquistas del siglo XVIII orientadas a formar colonias de antiguo régimen, explotadas directamente (tema de las Compañías) explotando al habitante, y la gran expansión de 1875-1920, con sus nuevas formas: Australia-Canadá-África del Sur, Egipto, que tomarán cuerpo más tarde, gracias a este movimiento económico nacido en 1845.
Vilar informa también de la reacción de Roubaud ante este tema:
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