1 ...8 9 10 12 13 14 ...20 Pese a las órdenes de Elias Raymond y Pedro IV, la orden dominica y la provincia dominica de Aragón se dividieron en una facción clementista y otra urbanista, cada una con su propio dirigente y sus propias reuniones capitulares. En 1380 Elias Raymond presidió un capítulo general dominico clementista en Lausana, pero aquel mismo año los dominicos urbanistas celebraron su propio capítulo general en Bolonia y eligieron a su propio maestro general, Raimondo da Capua, confidente y hagiógrafo de Catalina de Siena. A nivel provincial la división en el seno de la orden dominica era lo suficientemente seria como para incitar al habitualmente indiferente cronista Pere d’Arenys. Señaló que el capítulo provincial que se reunió en Xàtiva en 1379 fue el último en el que participaron frailes tanto urbanistas como clementistas. Los urbanistas continuaron reconociendo como provincial a Bernat Armengol, que presidió un capítulo provincial en Barcelona en 1380, pero los clementistas celebraron un capítulo provincial por separado en Zaragoza aquel mismo año y eligieron como provincial a Gombau d’Oluja. De aquí en adelante dos capítulos provinciales diferentes se reunieron anualmente en la provincia de Aragón; el provincial urbanista presidía uno, mientras que el provincial clementista presidía el otro. Pere d’Arenys también señaló que existía un componente regional y étnico en la división de su orden, con los hermanos aragoneses y navarros por un lado y los catalanes por el otro –aunque, como apunta Claudia Heimann, no se molestó en explicar a qué papa apoyaban los aragoneses y navarros y a qué papa apoyaban los catalanes–. 90 Las localizaciones de las reuniones de los capítulos provinciales rivales proporcionan, sin embargo, una pista. Los clementistas se reunieron principalmente en Aragón (Zaragoza, Huesca, Calatayud), mientras que los urbanistas lo hicieron principalmente en Cataluña (Barcelona, Lérida, Tarragona) –y en el propio Reino de Valencia–. 91
En este sentido, aunque la casa dominica de Valencia parece que fue urbanista, Vicente se volvió rápidamente partidario de Clemente. Algunos autores han sugerido que, al apoyar la causa clementista, Vicente seguía los ejemplos de Elias Raymond, Nicolau Eymerich y el cardenal Pedro de Luna. Aragonés de ilustre familia nobiliaria, Pedro de Luna estuvo entre quienes eligieron a Urbano en Roma y más tarde a Clemente en Fondi. Llegó a la Corona de Aragón en junio de 1379; el rey, siguiendo su política de neutralidad, aceptó recibirlo como nativo del reino pero no como legado papal. Así, de junio a diciembre de 1379 Pedro de Luna permaneció en la Corona de Aragón, tratando sin éxito de obtener el apoyo del rey para la causa clementista. 92
En algún momento durante la visita de Pedro de Luna en 1379 a la Corona de Aragón se encontró con Vicente, que se había convertido en prior de la casa dominica de Valencia. En diciembre de 1379 los jurats de la ciudad escribieron al rey sobre las recientes actividades del prior Vicente, que unos días antes había llegado a Valencia desde Barcelona llevando una carta de comisión que le había entregado Pedro de Luna, así como también una carta del mismo Pedro de Luna a los jurats y el Consell , solicitando su permiso para que Vicente se dirigiera a ellos sobre la elección de Clemente. Los jurats , al menos tal y como lo contaron al rey, respondieron a la petición de Pedro de Luna con una pregunta propia para Vicente: ¿poseía una carta del rey autorizándole a hablarles del cisma? Vicente respondió que no tenía dicha carta, pero que no la necesitaba «per quant aquest fet era spiritual e no temporal, o semblants paraules». A falta de la autorización real y teniendo en cuenta la neutralidad del monarca, los jurats de Valencia le dijeron a Vicente que no podían permitirle dirigirse a los jurats y al Consell para tratar sobre el cisma.
Pero no era la petición de Vicente de dirigirse a los jurats lo que les preocupaba; hablaron de dicha petición al rey como una información de contexto (y cabe imaginar, además, que para demostrar su adhesión a la política de neutralidad). La preocupación real de los jurats , y el motivo por el que escribían a Pedro, era que Vicente, que había estado defendiendo en «reuniones privadas» la legitimidad de la elección de Clemente, tenía ahora intención de viajar a lo largo de la Corona de Aragón haciendo lo mismo. Al conocer esto, los jurats indicaron a Vicente que él y otros «hermanos notables» del convento valenciano debían parar de intentar convencer a otras personas de la legitimidad de cualquiera de los dos papas hasta que los jurats hubieran consultado con el rey. Vicente accedió a la moratoria y los jurats solicitaron al monarca nuevas instrucciones. 93
La intención de Vicente de hacer pública su defensa del papado de Aviñón alarmó a los jurats , y seguramente contrarió al rey, pero Vicente tenía como defensor al hijo mayor del rey. En enero de 1380 el clementista infante Juan escribió al gobernador real y a los jurats de Valencia expresando su consternación por cómo estaba siendo tratado Vicente. Algunas personas –que desafortunadamente Juan no nombraba– habían calumniado y maltratado al fraile. Juan, por lo tanto, ordenó al gobernador y a los jurats defender a Vicente para que no volviera a ser denigrado o dañado de otra manera. 94 El apoyo abierto de Vicente a Clemente, y la hostilidad que suscitó por ello, fueron tal vez responsables de su cese como prior. El capítulo provincial clementista de Estella en 1381 excomulgó al sustituto de Vicente en Valencia, tachándolo de «antiprior». 95
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No se sabe nada más del plan de Vicente de predicar abiertamente a favor de Clemente, lo que hace pensar que el dominico acató la petición de los jurats de cesar y desistir de él. 96 Pero se mantuvo devoto a la causa clementista, como resulta evidente en su Tractatus de moderno ecclesie scismate («Tratado sobre el cisma moderno de la Iglesia») de 1380.
En su Tractatus Vicente trató el cisma de la misma manera que había tratado la suposición menos de una década antes o, lo que es lo mismo, como un problema que debía ser solucionado mediante el método escolástico. Organizó su nuevo y tal vez último tratado alrededor de tres preguntas que se seguían de forma lógica la una a la otra. Vicente preguntaba primero si, en un tiempo de cisma, era necesario aceptar un único papa verdadero o si se podían aceptar ambos o ninguno. Habiendo establecido en la respuesta a la primera pregunta que se debía aceptar a Urbano o a Clemente como papa, Vicente planteaba entonces la segunda pregunta, a saber, cuál de los dos hombres elegidos por el Colegio Cardenalicio era el verdadero papa.
Habiendo establecido que solo la elección de Clemente era válida, Vicente preguntaba después si dicha verdad debía ser predicada y revelada a los cristianos. A cada una de las tres preguntas principales, además, el fraile asignaba cinco preguntas adicionales. 97 Vicente respondía a las quince preguntas dentro de un marco escolástico: exponía su respuesta, citaba sus argumentos racionales ( rationes ) y sus autoridades (principalmente a Aquino, nombrado en diversas ocasiones, y la Biblia, con algunas referencias a San Agustín y Aristóteles), planteaba objeciones a sus propios argumentos y tras ello refutaba las objeciones.
Al abordar no solo la validez canónica de las elecciones papales de 1378, sino también las obligaciones que incumbían a los cristianos durante un tiempo de cisma, Vicente elaboró un tratado cuya orientación era más teológica y eclesiológica que jurídica. 98 Mencionaba con poca frecuencia a juristas y textos jurídicos, aceptando estratégicamente su autoridad cuando le convenía y rechazándola cuando no. Refutaba a aquellos que, citando el Decretum de Graciano, afirmaban que los cristianos debían exigir que el Colegio Cardenalicio celebrara una tercera elección. Sin embargo, Vicente también citaba el Decretum en defensa de los cardenales que, antes que dejar que los mataran, habían elegido a Urbano fingiendo hacerlo de grato cuando en realidad estaban aterrorizados; como muestra el Decretum , había un precedente bíblico que ofrecía una «simulación útil». 99
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