Las primeras manifestaciones de esta índole se produjeron a mediados de los años sesenta, con algunos precedentes en la década de los cincuenta. El momento de mayor popularidad y difusión tuvo lugar en 1977 con motivo de la Documenta VI de Kassel. Los precedentes cercanos se encontrarían en los procesos de pintura desarrollados por Jackson Pollock, conocidos con el nombre de action painting . El pintor desarrolla gestos fluidos y derrama sobre la superficie del lienzo el pigmento, con una puesta en escena evidente de su propio cuerpo. Otros precedentes un poco más alejados en el tiempo estarían relacionados con algunas actividades llevadas a cabo por el Dadaísmo, el Futurismo, la Bauhaus, las veladas musicales realizadas por John Cage en el Black Mountain College, etc.
Las performances son como acciones teatrales de carácter marcadamente gestual. El propio artista se convierte en material plástico de la obra y desempeña al mismo tiempo los papeles de sujeto y objeto artístico. El performer , pues, presenta un relato a través de su propio cuerpo. Desde él explora los límites físicos, psíquicos y espaciales de la narración para poder contar una historia. Esta exploración se realiza en base a varias posibilidades: fenómenos ya vividos e interiorizados por el artista, fenómenos que proceden de su mundo imaginario y creativo, y fenómenos que proceden del entramado social. El todos los casos, el cuerpo es perfecto para ser objeto artístico, porque es el intermediario entre el artista y el ambiente del que proceden sus experiencias personales.
Este tipo de actividades se suelen presentar en directo ante el público, que no suele participar físicamente en la acción, sólo se vincula vivencialmente, pero anima y motiva al performer a comunicarse. Constituyen una manifestación pluridisciplinar, que engloba principalmente música, danza, plástica y teatro. La esencia constitutiva de la Performance es precisamente encontrarse a medio camino entre dos o más de estas disciplinas artísticas. Puede también tener un carácter privado.
En ambos casos las filmaciones, fotografías, material escrito preparatorio o los objetos utilizados son los únicos documentos que quedan cuando termina la acción, junto a las experiencias habidas por los performers y el público asistente. Se han realizado performances de carácter privado, sin público asistente, con la intención de divulgarlas luego a través de soporte tecnológico (material fotográfico o vídeo). La fotoperformance incluye una secuencia de imágenes, a modo de reportaje visual de la performance . En ella se inmortalizan los momentos más significativos de la acción. La videoperformance solía incorporar todo el desarrollo real de la performance .
Los espectadores desarrollan vivencias placenteras o penosas de distinta intensidad, en función del programa a desarrollar por el performer . La acción se convierte en un instrumento para que el público incremente y/o desarrolle la conciencia sobre las situaciones que se le ofrecen. Detrás de cada performance encontramos contenidos parecidos a los que aparecen en otras obras de arte: miedos, esperanzas, creencias, frustraciones, fantasías, reivindicaciones, historias personales o colectivas, valores, sufrimientos, alegrías… Proceden no sólo del autor, que ha concebido la obra, sino de toda la sociedad que le rodea. Con el tiempo adquirirá un contenido de crítica social y política o defensa de valores propios de colectivos marginados. El performer activa estos contenidos en su acción y el espectador los hace suyos y concreta en función de sus circunstancias o vivencias personales.
El papel del público consiste en participar emocionalmente de los aspectos que se le ofrecen e intentar descifrar los significados latentes de la obra, de acuerdo con su nivel de conocimientos y experiencia personal. Este desciframiento se lleva a cabo desde los múltiples elementos que confluyen en cada performance , los cuales son presentados de manera global e interactiva: cuerpo del performer , sonido, luz, movimiento, voz humana, espacio, tiempo (real y psicológico), objetos, temperatura, coreografía, dialéctica performer -espectador, etc.
Ciertamente existe un sistema de reglas que conducen la preformance , y que están previamente fijadas a modo de guión, pero en su puesta en escena existe margen amplio a la improvisación y espontaneidad. Cada una de las acciones suele presentar un cierto grado de repetición de escenas o actos, con la idea de reforzar los contenidos. El mismo público es el que va alentando el ritmo de desarrollo, en función de la dialéctica positiva o negativa que se vaya generando. De este modo, si se ofrecen distintas ediciones de una misma performance , nunca serán iguales.
La Performance mantiene puntos de coincidencia con el Happening , pero la distinción es clara. En el Happening , el autor u autores son sujetos que actúan sobre objetos para crear situaciones significativas en colaboración con el público. En el caso de la Performance , el propio cuerpo del artista o artistas se convierte en objeto principal de las acciones, que se verifican sobre su propia anatomía, aunque pueda haber algún apoyo en objetos concretos.
El recurso al cuerpo como objeto artístico evoca las propias experiencias y situaciones que el ser humano tiene a lo largo de su vida. El cuerpo humano no sólo es compañero de viaje, sino también ámbito donde se manifiestan y se viven estas experiencias tanto positivas como negativas. En las performances estas vivencias se suelen expresar de forma metafórica, recurriendo al símbolo o a la analogía. Por eso la interpretación es amplia y polivalente.
La obra de estos artistas trata temas diversos como la violencia, la autoagresión, la sexualidad, el exhibicionismo o la resistencia corporal a fenómenos físicos. En algunas de sus manifestaciones, el artista o artistas han llegado a generar situaciones de crueldad y masoquismo contra su propio cuerpo, pero también existe una vertiente más plástica, donde esta dimensión no se produce. Así el cuerpo puede estar transformado por un disfraz, ser utilizado como instrumento o unidad de medida, agredido o puesto a prueba hasta los límites del sufrimiento, etc.
En los años sesenta y setenta, la Performance se situó principalmente en el ámbito de las galerías o en espacios públicos urbanos. Hay artistas que han realizado sus acciones en privado y las distribuyen exclusivamente en formato película o vídeo al espectador. A partir de los años ochenta, las acciones se producirán en teatros o clubes. También se observa en esta década una mayor preocupación en los autores por temas de carácter social y de marginación de algunos colectivos. Aparecen acciones relacionadas con el feminismo, el mundo gay, la pobreza, etc. Ya en los noventa, la Performance se convirtió en adalid de temas relacionados con la cultura, el sexo, etc., con la peculiaridad de que el artista puede modificar su propio cuerpo a lo largo de la acción, que deja de ser una realidad estable y consigue ser alterado y reconstruido a través de la cirugía plástica, la ingeniería genética o la tecnología en general.
La Performance contribuye igualmente, como el resto del accionismo, al proceso de desmaterialización del arte por su carácter efímero y antiobjetual. También es contraria a participar en el entramado mercantil del arte, porque no existe una obra final que pueda ser objeto de compraventa y cotización económica. El arte deja de ser un objeto con «valor de cambio» y recupera el «valor de uso» que le corresponde. Este rasgo lo convierte en un instrumento de concienciación, conocimiento e intercambio de ideas, porque ha sabido reflexionar sobre toda una serie de problemáticas individuales o sociales que conciernen al hombre del momento, inmerso en un neoliberalismo omnipresente.
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