Whitman da dos claves importantes para entender Hojas de hierba. El libro es expresión de su yo. Al mismo tiempo es un modelo para una sensibilidad americana. De un modo que incluye lo metafórico y lo real, el libro es una exploración de la sensibilidad americana desde la mirada y la vida de un individuo, lo que Harding más tarde llama “auto-American-biography” (63). Como es bien sabido, los límites entre la vida y la ficción son difusos. No todo lo que el poeta cuenta que vivió, lo vivió en sus carnes, pero era necesario que así quedara en su poesía si quería ofrecerse como el modelo de poeta que Emerson había esbozado en “El poeta”. Así, en el curso del libro, el lector asiste al paso de una autobiografía individual a otra de América. En el modo en que Whitman logra dar el salto, de proporciones colosales, y que tienen en su ser el impulso de la épica, radica la grandeza del libro de poemas.
En “Una mirada retrospectiva a carreteras transitadas” (1888) Whitman reafirma, como bien observa Harding, el propósito que lo animó durante la escritura de Hojas de hierba . A pesar de la importancia que “Una mirada retrospectiva…” tiene dentro de la obra del norteamericano, el otro ejemplo de escritura autobiográfica es el de Días ejemplares. Este libro plantea algunos problemas en cuanto al género literario así como en cuanto a la unidad de la obra, como ya hemos visto. La consideración de ambos juntos y no por separado ayuda, sin duda alguna, a entender el propósito del libro.
Buell da cuenta de algunas de las características importantes. No está organizado en capítulos, tiene un aire de improvisación – que luego se revela falso, – que desconcierta al tiempo que agrada – no olvidemos que es un artificio retórico, – está organizado como un diario – pero no en todas sus partes, – muchos de los capítulos apenas ocupan uno o dos párrafos (62). Añadamos que a pesar de esa brevedad de los capítulos, el libro no se organiza en torno al concepto del fragmento, algo que había hecho fortuna en el Romanticismo y que más adelante Friedrich Nietzsche llevará a su cumbre. De ahí que Buell diga que Whitman presenta su yo de un modo bastante más inseguro de lo que otros escritores norteamericanos del período hacen (61-62).
Esto le lleva a estudiar Días ejemplares no como una autobiografía lograda sino como un ejemplo de los problemas que el género autobiográfico plantea al escritor. El libro tiene, para Buell, dos temas centrales: los recuerdos de la Guerra Civil y los apuntes del natural, que Whitman no logra unir (63). Junto a esta consideración, observa que Días ejemplares es el resultado de toda una vida dedicada a la escritura. No hay que ver este libro como un hecho aislado en la carrera del poeta. Es, en realidad, la consecuencia, cabría decir incluso la conclusión, de la evolución que el yo poético sufre en la escritura anterior de Whitman. Divide, así, en tres etapas la obra. La primera tiene como obra principal la edición de 1855 de Hojas de hierba y su yo optimista y abierto al mundo. La segunda etapa tiene como centro la edición de 1860 en la que el yo se vuelve sobre sí mismo y adquiere unos tonos más íntimos, menos universales y más centrados en el individuo concreto, quizás como consecuencia, entre otras razones, de los desengaños que sufre y que se reflejan en un reordenamiento que pone como cierre del libro el poema “¡Hasta siempre!” El tercer momento dentro de dicha carrera es Días ejemplares del que dice que es la relación de la vida de un yo vulnerable y finito que se acerca más que en los casos anteriores al Whitman real. Aun así, Buell argumenta que en el libro el personaje narrador está objetivado por una voz literaria que recuerda a los ensayistas británicos de la época victoriana, al tiempo que en bastantes ocasiones el libro dirige su mirada a acontecimientos externos y no internos (63). Como resumen de lo expuesto, el crítico concluye que en Días ejemplares Whitman tiene que conciliar las dos líneas de fuerza que informan la escritura autobiográfica de su época. Ha de unir el yo “normalizado” propio de las expectativas de la sociedad al yo individual libre y sin ataduras (64).
Al fin, la autobiografía romántica americana se mueve entre la posibilidad de retoñar o de erosionarse culturalmente, según Buell (65), entre la evolución o la petrificación. La razón reside en la idea transcendentalista del yo. A pesar de los cambios en la apariencia, había un sustrato inamovible, un yo real que permanecía a lo largo de la vida de las personas. Este, sin embargo, no puede crear una idea de vida que logre durar tanto como el propio yo (Harding 69-70). La ausencia de estabilidad obliga a un continuo esfuerzo en pos de la creación de esa vida más allá de las apariencias. Esta puede ser una razón para comprender los distintos apartados en que Días ejemplares está dividido. La autobiografía ya como tal continúa en los siglos XIX y XX en ocasiones con gran favor del público. No es, sin embargo, mi tarea continuar con su desarrollo histórico. Me interesaba señalar los pasos fundamentales de la misma hasta llegar a Whitman con el propósito de explicar Días ejemplares. Esa es también una de las razones por las que no haya entrado en honduras teóricas, sin duda muy interesantes y necesarias. Los libros de Couser, Memoir, de Olney, Studies in Autobiography, o The Cambridge Companion to Autobiography sirven de apoyo para quien quiera iniciarse en la tarea pero están fuera del campo de esta introducción.
Como ya he apuntado, el libro es una autobiografía que, escrita en el declinar de su vida, ofrece un ángulo nuevo. Al fin y al cabo, Whitman era consciente de que el mundo que lo rodeaba había cambiado sustancialmente y que acaso una salida para esos años que le quedaban consistía en refugiarse en la memoria y en la épica del pasado o en una naturaleza estática fiel a sus ciclos de la que el tiempo histórico está ausente. Es el narrador el que une las cuatro secciones del libro. No es solo una voz y un estilo que confieren unidad, es, por encima de todo, un modo de contemplar la vida desde la última curva del camino, una especie de despedida una vez que ha visitado los lugares que le fueron queridos. Fue su última obra de aliento largo y, tal como él la entendía, la compañera en prosa de sus poemas. Y a pesar de la voluntad de Whitman, es también un libro que puede leerse por sí solo, sin que necesite de la compañía, ayuda o apoyo de su poesía.
Valladolid – Boulder, 2014-2018
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