1. Oasis del Gran San Juan
2. Oasis Mendoza Norte
3. Oasis Mendoza Centro
4. Oasis del Alto Valle de Río Negro y Neuquén
3) Áreas dinámicas con potencial de desarrollo pero moderado I&D. Se caracterizan por una estructura productiva diversificada, con complejos dinámicos ligados al mercado interno y a la exportación. Cuentan con abundantes recursos como para generar proyectos productivos de importancia. Sin embargo, su nivel de desarrollo científico y tecnológico es mediano o bajo. Estas son:
1. Llanura chaqueña húmeda norte
2. Umbral al Chaco
3. Llanura chaqueña húmeda sur
4. Mesopotámica central
5. Suroeste de Misiones y noreste de Corrientes
6. Centro-oeste de Misiones
7. Nodo Corrientes y Resistencia
8. Nodo Clorinda-Formosa
4) Áreas con disponibilidad de recursos naturales e infraestructura productiva pero escaso dinamismo. Presentan condiciones similares a la categoría anterior, aunque son menos dinámicas y sus actividades tienden a especializarse en torno a uno o dos complejos productivos. En general, la disponibilidad de recursos naturales, como agua y suelos de calidad, es menor y su capacidad de I&D es limitada. Estas son:
1. Tartagal-Orán
2. Valles y serranías de Salta y Catamarca
3. Valles y serranías de Catamarca y La Rioja
4. Centro de Santiago del Estero
5. Esteros del Iberá-Corrientes
6. Noreste de Misiones
7. Valle San Juan
8. Delta entrerriano
9. Bahía Samborombón-Buenos Aires
10. Valle medio de Río Negro
11. Valle inferior de Río Colorado
12. Valle inferior de Río Negro
13. Valle inferior del río Chubut
14. Franja cordillerana Patagonia norte
15. Tierra del Fuego
5) Áreas marginales de limitada capacidad científica y tecnológica. Se trata de microrregiones que poseen la menor dotación de recursos naturales y, en muchos casos, déficit de agua. Se encuentran alejadas de los mercados y en general no cuentan con dispositivos científicos y tecnológicos que les permitan generar fuertes procesos de innovación. Aquellas que poseen recursos estratégicos de alto valor no han logrado desarrollarlos. Estas son:
1. Cordillera norte (puna)
2. Quebrada de Humahuaca
3. Chaco seco
4. Sur de Santiago del Estero-norte de Córdoba
5. Alta cordillera cuyana
6. Franja árida centro-oeste
7. Franja turística de Córdoba y San Luis
8. Cinturón industrial nodos Mercedes-San Luis
9. Payunia y valle superior del río Colorado
10. Centro-norte de Neuquén
11. Las Coloradas (centro-sur de Neuquén)
12. Centro-sur de Río Negro y centro de Chubut
13. Franja cordillerana de Chubut
14. Nodo Comodoro Rivadavia
15. Área petrolera Comodoro Rivadavia
16. Franja cordillerana sur patagónica
17. Sur de Santa Cruz
18. Cordillera norte (puna)
La figura 8 presenta cada una de estas áreas en el contexto nacional. Esta distribución de áreas con mayor o menor dinamismo productivo tiene un vínculo estrecho con las condiciones naturales de base, los recursos estratégicos y las formas de organización social.
4. Los intentos por equilibrar el territorio
Sin lugar a dudas puede afirmarse que el territorio argentino presenta fuertes desequilibrios que se expresan en la coexistencia de áreas integradas con un fuerte crecimiento y vastos territorios de baja densidad poblacional y escasa integración territorial. Se trata de un país fuertemente orientado hacia el corredor fluvial-industrial Paraná-de la Plata, principal aglomeración de producción y consumo, que conserva el histórico modelo de concentración pampeana, con serios problemas de congestión y degradación en las zonas nucleares. Estos grandes desequilibrios territoriales también se manifiestan en términos de oportunidades de desarrollo humano y calidad de vida: además de afectar el desarrollo de las zonas marginales, actúan como factores que profundizan las condiciones de desigualdad.
Figura 8. Áreas de desarrollo productivo en la Argentina
Fuente: elaboración propia basada en información suministrada por la Cepal.
Frente a estas problemáticas, la Argentina no ha logrado en su historia reciente diseñar e implementar una política eficaz y sostenida de planificación y organización territorial. Por el contrario, el territorio se fue organizando en gran medida como resultado de la inercia de los procesos locales y la lógica del mercado, que actuaron en función de la demanda de nuevas tierras para la producción agropecuaria o del avance urbano, sin una visión de conjunto ni estrategias claras.
Uno de los obstáculos más importantes para construir un mayor equilibrio territorial ha sido la fragmentación y la desarticulación de las iniciativas de planificación y gestión. Este fenómeno se observa tanto entre los organismos y los actores de un mismo nivel político-administrativo como entre los que pertenecen a diferentes niveles (nación, provincias y municipios). Muchas veces las iniciativas de carácter territorial son encaradas por múltiples y diversos organismos que trabajan sobre temas similares para un mismo territorio en forma autónoma e independiente. Esto se ve agravado por el hecho de que el sistema político funciona con estructuras administrativas heredadas de principios de siglo XX, caracterizadas por una lógica estatal jerárquica y vertical. Al mismo tiempo, la ausencia de mecanismos que articulen las acciones de los ministerios, las secretarías y las direcciones limita el trabajo coordinado y la colaboración mutua. En este contexto, lejos de ser abordada como un tema clave de las políticas públicas, la problemática territorial se convierte en un terreno de disputa, desde donde muchas veces los diferentes actores intentan construir poder para consolidar otros tipos de proyectos personales.
A la fragmentación político-institucional se le suma la carencia de un marco legal que encuadre las políticas y las estrategias territoriales. Si bien la Argentina ha avanzado en la definición de un Plan Estratégico Territorial, 4la ausencia de una ley nacional de ordenamiento territorial torna imposible sostener a largo plazo cualquier propuesta operativa de planificación y gestión territorial. Solo unas pocas provincias han logrado avanzar en estrategias coherentes que incluyen marcos legales y estructuras técnicas adecuadas.
Estas dificultades y la ausencia de una estrategia clara y sistemática de organización territorial a nivel nacional, capaz de generar nuevos equilibrios, no solo afectan el presente del territorio, sino que hipotecan el futuro de territorios y paisajes en todo el país.
1. Aunque la provincia de La Pampa se encuentra por ley dentro de la región Patagonia, se la incorpora a la descripción de la dinámica rural de la región pampeana ya que conforma parte de la dinámica funcional rural y agropecuaria de esta región.
2. La OCDE ha establecido una categoría de territorios, según su gradiente urbano rural, sobre la base de tres criterios: 1) la densidad de población (una comunidad se define como rural si su densidad poblacional es inferior a los 150 habitantes por km 2); 2) según el porcentaje de la población que habita en comunidades rurales (rural, si más del 50% de su población habita en comunidades rurales; urbana, si menos del 15% de la población habita en comunidades rurales, e intermedia, si la proporción de la población que habita en comunidades rurales varía entre el 15% y el 50%); 3) el tamaño de los centros urbanos: este criterio permite generar una tipología muy efectiva de tipos de territorios, y además permite estandarizar y comparar a los países entre sí, siempre y cuando exista información estadística de calidad. En muchos países como Chile y Colombia, por ejemplo, se han seguido criterios similares con muy buena repercusión en términos de definición de niveles de ruralidad. La falta de información de población actualizada y desagregada, y la ausencia de criterios homogéneos entre provincias de las unidades político-administrativas (departamentos, partidos, municipios, comisiones de fomento, entre otras) no han permitido avanzar en la Argentina con criterios más sofisticados de definición y delimitación de lo urbano y lo rural. Ver M. Dirven, Nueva definición de lo rural en América Latina y el Caribe , Santiago de Chile, FAO, 2019.
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