En relación con la trayectoria narrativa que realizo sobre la pedagogía de la formación doctoral, quisiera hacer una aclaración. Como suele suceder, toda investigación académica enmarcada en contextos institucionales exige la instancia de publicación de avances y resultados. Dado que este proceder fue puesto en práctica a lo largo de más de diez años, en este relato retrospectivo aparecen ideas, reflexiones, marcos teóricos consultados y análisis de datos que fueron publicados paulatinamente en distintos medios o comunicados en diversos eventos académicos. Por lo tanto, se verá que algunos de los diferentes desarrollos que sintetizo fueron elaborados individualmente o con los equipos de investigación, fueron publicados y están referenciados a pie de página.
La segunda parte del libro nace a partir de los intercambios entablados con los profesores colegas interesados en esta línea de investigación. Colegas pertenecientes a diferentes contextos institucionales, culturales y nacionales. Y, más lejano aun en el tiempo, profesoras eméritas, de reconocida trayectoria, con quienes me he formado y he mantenido un diálogo sobre mis intereses de estudio centrados en el acompañamiento de la formación doctoral. De todos esos intercambios, guardo el recuerdo por el disfrute del pensar compartido. El buscar, provocar y acordar el encuentro con un otro que está investigando y/o realizando la misma tarea para pensarla juntos. El detenerse y provocar la pausa. El escuchar, escucharse, y ese devenir acompasado del “escucharse diciendo”: una coreografía espontánea de ideas propias y ajenas. Un dejarse llevar por el movimiento del análisis compartido. Un elucubrar a “media voz” que el otro ayuda a enunciar y a hacer más comprensible. La construcción de ideas nuevas, de difícil borde entre lo de uno y lo de otro. En esos bordes, florece justamente la esencia del compartir el pensar. Luego, el despedirse físicamente, que deja la marca de la satisfacción por el trabajo realizado. El entusiasmo por querer seguir compartiendo la pasión por el estudio y la investigación, más allá de la distancia. La huella de una amistad profesional.
¿Quiénes son los directores de tesis convocados a este encuentro de escritura? Confluyen en esta convocatoria colegas de diferentes países con quienes he compartido la preocupación por indagar y estudiar esta práctica y la complejidad que ella encierra. Todos ellos son doctores del campo de las ciencias de la educación con trayectorias y/o dedicaciones distintas en tareas de enseñanza, investigación y gestión universitaria. Asimismo, acreditan una formación universitaria en disciplinas variadas, tales como la matemática, la didáctica de la matemática, la sociología, la historia, el psicoanálisis y, en su mayoría, las ciencias de la educación. Pertenecen o han pertenecido a instituciones universitarias con culturas y programas formativos diferentes según sus países. Algunos colegas tienen años de experiencia en la práctica de dirigir doctorandos y están cerrando su carrera profesional; otros ya han sido reconocidos con el título de profesor emérito y otros están afianzándose en el desempeño de dicha tarea. Sus relatos se nutren de la riqueza que aportan todas estas diferencias. A ellos me dirigí para invitarlos a construir un texto colectivo en el marco de una pedagogía de la formación doctoral.
Convoqué a todos los colegas a un imaginario encuentro alrededor de una “mesa común de escritura”. Desde ese lugar, les compartí algunas ideas o pautas orientativas para desplegar sus relatos singulares con el propósito de alcanzar una composición armoniosa de voces. Fueron justamente eso: ideas disparadoras para la reflexión en torno a un relato de vida profesional en el cual se sugería también recuperar su experiencia previa de estudios de doctorado. Algunas de esas ideas a modo de interrogantes fueron las siguientes: ¿Cómo me veo dirigiendo? ¿Cómo definiría “mi estilo personal” de acompañamiento? ¿Cómo ha ido evolucionando y modificándose mi estilo? ¿Puedo evocar recuerdos, pequeñas anécdotas, momentos de satisfacción, de dificultad o de tensión; más aun, de fracaso o imprevistos en la temporalidad de un acompañamiento? ¿Atesoro reflexiones o comentarios que me han marcado hasta el presente? ¿Reflexiones abiertas, por seguir pensando? ¿Qué recuerdos guardo de mi experiencia de haber sido dirigido? ¿Cómo ha sido el vínculo con mi director y qué aprendí de él? ¿Cómo construyo cada nueva relación formativa? ¿Puedo registrar sensaciones, sentimientos, etapas, dificultades, aciertos a lo largo de ese tiempo? ¿Qué se pone en juego de parte de cada uno de nosotros (tesista y director)? ¿ A qué trato de prestarle más atención en las primeras reuniones de un nuevo acompañamiento? ¿Cómo podría describir el proceso recorrido juntos?
Acordamos, también, un tono ensayístico de sus relatos. Si bien la teoría podía aparecer y acompañar alguna de las ideas que fundamentan su práctica, no le otorgaríamos un lugar protagónico. En síntesis, les propuse que dichas narraciones estén centradas en su biografía profesional.
Por último, deseo agregar una precisión necesaria acerca de la temporalidad de la escritura del libro. Comenzó como un proyecto posible hacia fines de 2018, en Guadalajara, a partir de algunas conversaciones informales con algunos colegas que hoy aportan su relato a estas páginas. Atravesó algunos períodos de interrupción y luego, retomó el impulso final en el complejo e inédito 2020 que nos desafió, como nunca, a recrear, adaptar y revisar nuestras prácticas profesionales. En ese año sobrevino la interrupción de nuestras rutinas habituales y cotidianas. Nuestras maneras de ser, andar y relacionarnos. Dado que algunos relatos fueron enviados antes de este momento actual de pandemia y otros, durante este acontecimiento mundial, convinimos en no referir ni adentrarnos en los cambios, que todos nos vimos obligados a realizar, para llevar adelante la tarea de dirigir tesistas. Es decir, acordamos no incluir relatos atravesados por la coyuntura impuesta por la pandemia de covid-19. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que este libro cobra impulso en este contexto. Contexto obligado en el cual el encuentro, el intercambio cara a cara y el compartir eventos académicos se vieron vulnerados por la necesidad de aislarnos. En dicha realidad retomé y finalicé este proyecto de escritura colectiva como deseo y posibilidad de mantenernos cerca, a pesar de este prolongado confinamiento mundial.
Para terminar, quisiera hacer un breve comentario a partir del momento en el cual comencé a recibir los aportes de cada autor. Al leer su escritura, su mirada introspectiva fue reveladora para mí. La intensidad de lo narrado, el detenimiento, el poner en palabras emociones de las cuales no se suelen pensar ni hablar en la academia, me resultaron de una gran calidez y, a la vez, un ejercicio de honestidad personal y profesional que me sorprendió. En los relatos hay momentos de incertidumbre, angustia, satisfacción, vínculos que llegan a buen puerto y otros que aún guardan asuntos pendientes… A medida que fui leyendo los escritos, sentí que redescubría a la persona que había invitado a esta mesa de escritura colectiva.
Mientras que la tarea de dirigir apunta al acompañamiento de una escritura específica, en formato tesis, que responde a los requisitos formales académicos, estos relatos personales no son narraciones que exponen resultados ni conclusiones. Todo lo contrario. No son textos acabados. Son relatos que tienen vida y, como tales, invitan a ser recreados a partir de la lectura que cada lector entable con quien escribe.
Seguramente, estas “confesiones” relatadas con toda su humanidad a cuestas revitalicen las prácticas de quienes se encargan de dirigir sujetos en formación. Si esto es así, el propósito de desnaturalizar y problematizar dicha práctica, reconocida y valorada académicamente, en el marco de una pedagogía de la formación doctoral, será alcanzado.
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