Termino recordando una finalidad irrenunciable de la interpretación, la de «comprender al autor mejor de lo que él mismo se comprendió». 20 Tal es el ideal hermenéutico por excelencia, el mismo que el propio Tugendhat reivindica a menudo, particularmente en su relación con Heidegger.
Este libro no existiría sin la iniciativa, la guía y el aliento del amigo y maestro Enrique Bonete Perales, catedrático de Filosofía moral en la Universidad de Salamanca y uno de los primeros estudiosos de la ética de Tugendhat, 21 quien además me ha obligado –es la palabra justa– a zafarme del pesado estilo académico. Se lo dedico a mis hijos, no solo por el tópico del padre medio ausente –escribir tiene siempre estas cosas–, sino porque me sería imposible imaginar un mundo bello en el que no estuviesen ellos.
José V Bonet
Valencia, 8 de agosto del 2010
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1R. Rorty, recensión de E. Tugendhat: Traditional and Analytical Philosophy , en Journal of Philosophy , 82, 12, 1985 (pp. 720-729), p. 729.
2J. V Bonet Sánchez, Ser, verdad y referencia en la filosofia teórica de Tugendhat , Universitat de València (tesis doctoral, edición microficha), 1992; «Ser, verdad y lenguaje: la continuidad filosófica de la obra de Tugendhat», Revista de filosofía , IX, 15, Madrid, 1996, pp. 17-35.
3En el Epílogo de M. Jiménez sobre «Tugendhat y los clásicos» hallará el lector, al final del libro, una valiosa red de referencias y sugerencias sobre el tema.
4M. Suárez Crothers, «La odisea del filósofo Ernst Tugendhat», Diálogo científico , 14, 1-2 (dedicado a E. Tugendhat en su 75 aniversario), Tubinga, 2005 (pp. 32-36), p. 32.
5 Ser y tiempo (1927), traducción de J. E. Rivera, Madrid, Trotta, 2003.
6E. Tugendhat, Problemas , Barcelona, Gedisa, 2002 a , p. 198.
7Véanse E. Tugendhat: Der Wahrheitsbegriff bei Husserl und Heidegger , Berlín, W. de Gruyter, 1967 a (Der Wahrheitsbegriff , en adelante), pp. 281-327; Autoconcienciay autodeterminación [1979], Madrid, FCE, 1993 b [ Autoconciencia en adelante], pp. 129-192; y las «Retractaciones» a las «Tres lecciones de ética» ( Problemas de la ética [1984], Barcelona, Grijalbo, 1988 b , pp. 147-195).
8Un resumen de este argumento de Der Wahrheitsbegriff en «Heidegger’s Idee von Wahrheit» [1969 a ], reimp. en G. Skirbekk, Wahrheitstheorien , Frankfurt, Suhrkamp, 1977, pp. 431-448.
9P. S. Limiñana, La filosofia moral de Ernst Tugendhat , Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 2009, p. 27.
10Prefacio a S. Zabala, Filosofare con Ernst Tugendhat. Il carattere hermeneutico dellafilosofia analitica , Milán, Franco Angeli, 2004, p. 7. La tesis que ambos le atribuyen de que «no existen los hechos, sino solo enunciados verdaderos» (pp. 8 y 34-39) la contesta Tugendhat en el mismo libro: «No, questo non lo voglio dire. Questo sembra come se il mondo se dissolvesse. Non voglio dire questo» (p. 123).
11M. Heidegger, Grundprobleme der Phänomenologie. Gesamtausgabe , vol. 24, Frankfurt, V Klostermann, 1975, pp. 260-273 y 286-291, en relación con la «logística» de Hobbes.
12 Ser-verdad-acción , Barcelona, Gedisa, 1997 a , pp. 97-124; Problemas , pp. 231-285.
13Véanse en la bibliografía final Willaschek (ed.) (1997); Scarano y Suárez (eds.) (2006); Martínez (2007); Limiñana (2009).
14Lütterfelds (1982).
15Bonet (1992) y Zabala (2004).
16Estando este libro ya en imprenta, he sabido del colectivo dirigido en Brasil por Darlei Dall’Agnol (2007).
17Véanse en la bibliografía final los trabajos que escriben o publican en los años ochenta Bonete, Conill, Jiménez y Sádaba. También A. Llano, Metafísica y lenguaje , Pamplona, EUNSA, 1984.
18Prescindiendo de cuál sea en cada caso la versión original, compárense los textos de Aufsätze 1992-2000 (Frankfurt, 2001 b : 138-184) y Problemas (pp. 182-198 y 122-134), así como Anthropologie statt Metaphysik (Múnich, Beck, 2007 a : 34-73) ( Anthropologie en adelante) y Antropología en vez de metafísica (Barcelona, Gedisa, 2007 b : 17-52) ( Antropología en adelante). Se omiten párrafos enteros y notas largas, los finales son a veces distintos, se simplifica el texto o no se menciona siquiera el nombre de traductor alguno. Por fortuna, este es solo el caso de esos dos libros.
19Según J. Muguerza, «la calidad de dichas traducciones deja a veces que desear» (prólogo a Limiñana, 2009: 12). Puede ocurrir que el concepto lógico de «extensión» se convierta en «amplitud», lo «unilateral» en «unívoco» o una «potencia» política en un «poder». O que un mismo término técnico se traduzca en cada trabajo de una forma, como suele ocurrir en estos casos. Sin embargo, con contadas excepciones, los libros que firma un solo traductor se siguen bien.
20Así lo enuncia, a propósito de Schleiermacher, W. Dilthey en E. Imaz (ed.): Obras de Wilhelm Dilthey , vol. VII (El mundo histórico ), México, FCE, 1978, p. 336.
21«E. Tugendhat: un nuevo fundamento de la moral» ( Éticas contemporáneas , Madrid, Tecnos, 1990, pp. 133-182).
I
BIOGRAFÍA INTELECTUAL DE UN FILÓSOFO «MIGRANTE»
1.1. Dramática vocación filosófica
Durante la Guerra del Golfo de 1991, tuvo lugar en Alemania un debate intenso en el que Tugendhat participó de forma destacada. Se trataba, recordémoslo, del primer conflicto bélico posterior a Hitler en el que se involucró la República Federal, previo consentimiento de la social-democracia europea y la comunidad internacional. En la potente batería argumental que puso en marcha el filósofo para cuestionar el apoyo germano a la contienda, hubo un elemento que alcanzó singular impacto y llegó a citarse hasta en el parlamento del país. Pues Tugendhat, al cuestionar la manipulación israelí de los sentimientos de culpa alemanes –tan justos como mal asimilados–, esgrimía polémicamente lo que decía ser su seña de identidad «más indudable»: no solo es que yo tenga «ascendencia judía», como a veces se dice eufemísticamente en Alemania, sino que «yo soy judío». 1 No se vea aquí ni una afirmación religiosa ni la menor simpatía con el sionismo político. Se trata, ante todo, de las consecuencias existenciales que tuvo desde el principio el hecho genético desnudo, que han sido descritas así:
Del filósofo Ernst Tugendhat se puede decir, sin exagerar, que nació en cuna de oro. En 1928, su madre, Greta Low Beer, descendiente de una vieja familia de ricos industriales judíos asentados en Brno (Moravia, República Checa), se casó en segundas nupcias con Fritz Tugendhat, un pequeño empresario textil. Como regalo de bodas, la pareja recibió de los padres de la novia un vasto terreno en un exclusivo barrio situado al norte de la ciudad. Ahí se construirían una casa que, en el año 2002, la UNESCO declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. El diseño y la dirección de obras estuvieron a cargo del famoso arquitecto de la Bauhaus Mies van der Rohe, quien acababa de proyectar el legendario pabellón alemán para la Exposición Internacional de Barcelona (1929). Entusiasmado por el bello emplazamiento del terreno y por la buena situación de sus clientes, Mies dio rienda suelta a su creatividad y no reparó en gastos. (...) A finales de 1930, la pareja se trasladó a su nueva y flamante casa. Ernst, el mayor de sus hijos, no tenía todavía un año de edad. 2
Solo ocho años más tarde, esta familia judía secularizada consigue, por certera iniciativa de Greta, abandonar Brno y su Villa antes de que los nazis, con la excusa de los Sudetes, se lancen también a establecer su «protectorado» sobre Bohemia y Moravia. Los parientes que rehusaron el exilio sufrieron un trágico final. Otros acabaron en Canadá. La familia de Ernst, por su parte, residió tres años en Suiza, conviviendo con el miedo a la deportación, hasta que Greta decidió poner un océano de distancia. Así fue como, en 1941, se instalaron en la capital de Venezuela, donde, en cuatro años muy intensos desde el punto de vista intelectual, el joven Ernesto –como firmaría desde entonces– se dedica a varias cosas que guardan relación directa con la materia de este libro.
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