Daniel Cestau Liz - Cómo hacer negocios exitosos en México

© Américo Daniel Cestau Liz, 2019

© Edición Americo Daniel Cestau Liz, 2019

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Hecho el depósito que marca la ley.

Digitalización: Proyecto451

Quiero dedicarle este libro a mi familia, Anahí Tarzián, Bautista y Claudia Cestau Liz, que tanto me apoyaron cuando tomé la decisión de mudarnos de la Argentina a México.

¡Viva México, Cabrones!

A todos los que creyeron en mí cuando tomé la decisión de mudarme con mi familia a México. Realmente en ese momento sonaba como una gran locura.

A Ernesto, Iván y Julio que creyeron en que yo era la persona para llevar adelante su proyecto más importante. Abrir inConcert en tierras aztecas.

También gracias a Saúl y Dora que fueron nuestros “padres” en México apoyándonos en todo momento.

A Juan mi abogado y en especial a Rodrigo mi contador, socio y gran amigo por haber estado muy cerca nuestro apoyándonos cuando las cosas no salían como las había planificado. Solamente había que tener un poco de paciencia.

Muy especialmente a mi querido Carlos Berinstein que me llamaba diariamente a México para darme valor cuando las cosas no terminaban de fraguar. Sólo yo sé lo importante que fue su apoyo.

A todos ellos muchas gracias.

Daniel Cestau Liz

Cuando Daniel me propuso escribir el prólogo de este libro, me di cuenta de que tenía que ser necesariamente muy breve ya que es un libro escrito de tal manera que usted podrá acceder a importante información (y experiencias) en muy poco tiempo. Luego le deberá dedicar mucho más tiempo a pensar estratégicamente y con la información obtenida construir su propio Plan de Negocios.

Al releer su versión mejorada y actualizada (la que usted tiene en sus manos) consideré, en primer lugar, que sus “Diez Mandamientos para Hacer Negocios Exitosos en México”, con ligeras variaciones, simplemente podrían llamarse “Los Diez Mandamientos para Hacer Negocios”, a secas sea cual sea el mercado que vamos a querer “conquistar”.

¿Por qué? Porque cada uno de ellos representa una señal de alerta importante que es muy pero muy válida para México, pero no implica que no sean necesarias en otros mercados.

Y me baso, para decir esto, en el enfoque de Andy Grove, el ex CEO de Intel, que tituló su libro: “Sólo los paranoicos sobreviven”.

Creo que Daniel, sin quererlo (o queriéndolo “desde México”) ha creado una guía muy útil para “no morir en el intento”.

El valor agregado del libro es acercarle las fórmulas para hacer negocios en México. Un país complejo, contradictorio, “difícil”, pero como es sabido, sumamente atractivo y valioso como mercado de grandes oportunidades.

En ese sentido, este aporte de Daniel es muy interesante porque, más allá de las consabidas fórmulas y recetas necesarias sobre la motivación, el entusiasmo y “el que quiere puede”, bases fundamentales de cualquier emprendimiento, lo que encontramos en este libro es la guía para que no nos pase lo que ilustraba Stephen Covey con la hermosa metáfora de la “escalera”: de poco nos sirven el entusiasmo, la motivación y las buenas intenciones, si tenemos información incorrecta o insuficiente. Es como haber llegado a escalar todos los peldaños de una escalera (aunque sea con mucho mérito), que está sobre la pared equivocada…

Empezar negocios desconociendo la idiosincrasia y las complejidades de México han sido y pueden seguir siendo, para muchísimos emprendedores valiosos, la “pared equivocada”.

Este libro es una gran ayuda para impedir que eso suceda.

Disfrutemos ahora de esta nueva obra de Daniel Cestau Liz que nunca deja de sorprendernos con sus recetas comerciales planteadas desde su vasta experiencia y a la vez sumamente fáciles de implementar a la hora de operar nuestra empresa.

Prof. Abel Cortese

Escritor, Conferencista, Investigador.

Uno de los máximos especialistas en Inteligencia Emocional.

Fue hace ya casi dos décadas que un día decidí hacer las maletas y mudarme con mi familia a México.

En Buenos Aires me dedicaba con éxito a la Consultoría Estratégica Comercial y mi esposa era vicepresidente de un importante Banco extranjero. Mi hijo Bautista tenía 3 años.

Tomé la decisión por varias razones, una de ellas era mi edad, tenía cuarenta años y sentía que no me iban a quedar por delante muchas posibilidades de volver a empezar en otro país si demoraba mi movimiento. Pese a haber sido un emprendedor toda la vida, los años indefectiblemente se nos vienen arriba y cada vez se torna más difícil tomar riesgos, algo tan relacionado a la vida del que optó por construir su propio camino.

Por otro lado, la Argentina nuevamente estaba sumida en una profunda crisis económica como tantas veces. Paradójicamente igual que ahora (2020) muchos años después.

El ser humano no está preparado para romper la zona de confort aunque el objetivo sea construir algo más grande, más alto, mejor. Pero sentía que tenía que hacerlo y lo hice.

Fue un 12 de Agosto que llegué a México, este país maravilloso, de oportunidades descomunales y grandes contrastes. Y sin pensarlo mucho... llegué para quedarme. No vine a ver qué pasaba, no vine por cinco años, no me mandó ninguna empresa, me moví solo, siguiendo una intuición. Sabía que iba a tener que empezar de “menos diez”.

En Argentina profesionalmente nos iba muy bien, vivíamos en uno de los mejores barrios, trabajábamos en lo que nos gustaba, teníamos familia, muchísimos amigos. En ese preciso momento la situación económica era caótica (seis presidentes en menos de un mes y medio, corralito, etc.) y ya harto de haber visto la misma película un sin fin de veces y pese a ser Buenos Aires hasta ese momento mi lugar en el mundo decidí moverme.

No era una aventura fácil. Nadie creía que fuera una buena alternativa pero esa voz que toda la vida me susurró al oído me decía que era un buen destino para volver a construir una vida profesional, esta vez con otra proyección mayor en un mercado de ciento veinte millones de habitantes.

El primer año fue muy duro. No le encontraba “la vuelta”. “Compraba un circo y me crecían los enanos”. Jamás pensé que iba a ser tan difícil. Llegué con dinero y con mucha experiencia. Pensé que alcanzaba. Hasta ese momento tenía en mi cabeza un paradigma erróneo: “Con plata arreglo cualquier cosa” y aprendí que no era tan así. Fue un gran error de mi parte llegar a México y pensar que iba a ser fácil.