En apoyo de esta teoría, se han señalado aquellos textos que presentan el sábado en términos sociales, particularmente Éxodo 23:12 y 34:21. El primero prescribe el descanso en el séptimo día “para que descanse tu buey y tu asno, y recobren sus fuerzas tus esclavos y el extranjero”. El segundo insiste en la necesidad de observar el séptimo día incluso en plena temporada de trabajo agrícola: “descansarás aun en tiempo de siembra o de cosecha”. La importancia concedida a estas declaraciones radica en el hecho de que no contienen motivos teológicos aparentes; por lo tanto, se las ha contemplado como “la más antigua versión de la ley del sábado”.43 Además, como esos textos se refieren a actividades agrícolas, difícilmente practicables durante el éxodo por el desierto, se ha supuesto que el sábado fue introducido después del asentamiento en Canaán, como respuesta a las nuevas necesidades sociales.
La lógica de esta argumentación no se puede negar, pero, en nuestra opinión, se basa en unas premisas injustificadas. Se da por sentado, por ejemplo, que las inquietudes humanitarias precedieron a las reflexiones y formulaciones teológicas, y por consiguiente, los textos del Pentateuco que hablan del séptimo día estrictamente en términos sociales deben reflejar la forma originaria de la observancia del sábado, mientras que los textos que contienen implicaciones religiosas o teológicas deben ser fechados en un período cronológicamente posterior.44 ¿Qué pudo motivar esas consideraciones y legislaciones humanitarias en una época en que la vida humana tenia tan poco valor? Las supersticiones y las concepciones religiosas de aquellos tiempos y pueblos difícilmente dan lugar a tales motivaciones, de las que, además, no queda ningún vestigio. Por otra parte, ¿desde cuándo las supersticiones han promovido la causa de los derechos humanos? Ese no es, por lo menos, el caso de los pueblos contemporáneos del antiguo Israel, que defendían la esclavitud y tenían un sistema legal para mantenerla.45 Sin embargo, entre los israelitas las instituciones sabáticas proveían un día de descanso para todos, incluidos los siervos, y unas disposiciones destinadas a la cancelación de las deudas (la causa principal de la esclavitud entre ellos) y la emancipación de los esclavos.46
Este sentido humanitario del sábado ¿no presupone razones y motivaciones religiosas? Los motivos teológicos, sin embargo, no siempre necesitan ser explícitamente expresados, especialmente cuando el sábado forma parte de una legislación a la vez civil y religiosa (ver Éxo. 23:12; 34:21). Los códigos civiles casi nunca explican racionalmente las leyes en ellos contenidas. Sin embargo, por ejemplo, en Éxodo 23 (un capítulo que contiene una gran variedad de leyes civiles y litúrgicas), la observancia del sábado es justificada teológicamente. En efecto, la llamada “primera versión del mandamiento del sábado” (Éxo. 23:12) está colocada en el contexto de una amonestación encaminada a tratar humanitariamente a los menos privilegiados: “No oprimirás al extranjero, pues extranjeros fuisteis vosotros mismos en Egipto” (Éxo. 23:9). Esta referencia a la dura esclavitud en Egipto de la que Dios libró a los israelitas ¿no es una importante razón teológica para amonestarlos a portarse humanitariamente con los demás?47 El sábado semanal tanto como el año sabático ¿no eran medios valiosos para expresar el aprecio por el favor recibido, manifestando compasión hacia otros? “Guardar el sábado por amor al hombre –escribe Abram Herbert Lewis– es guardarlo por amor a Dios”.48 Aun en nuestros días ¿no es cierto que el agradecimiento por las bendiciones divinas recibidas sigue siendo un importante motivo religioso para un comportamiento humanitario?
Y ¿qué decir acerca de las referencias al ganado, a siervos y a esclavos, cuyo descanso era requerido incluso en los momentos cruciales de las labores agrícolas? ¿Se deduce realmente de esta reglamentación que el sábado fue introducido por primera vez después de la ocupación de Canaán, cuando los israelitas asentados en el nuevo país comenzaron a tener asalariados?49 Una conclusión semejante no tendría en cuenta dos factores significativos. El primero, que los israelitas en el período que precede inmediatamente a la conquista de Canaán, según las más recientes investigaciones, no vivieron como nómadas sino como seminómadas, con asentamientos prolongados en los límites del desierto (probablemente, de Néguev).50 Esta circunstancia explicaría la introducción de leyes relacionadas con la agricultura antes de la colonización de Canaán. El segundo, que aun aceptando que los israelitas viviesen como nómadas en el desierto, y no poseyesen bueyes, asnos, esclavos ni tierras cultivables, un excepcional legislador como Moisés pudo perfectamente ver más allá de la condición inmediata de su pueblo y promulgar leyes para situaciones futuras. Los “Padres Peregrinos”, cuando desembarcaron en Cape Cod, ¿no firmaron el “Mayflower Compact”, que fue durante años el principal reglamento de gobierno de la colonia de Plymouth?51 ¿Por qué negarle esa capacidad de previsión a Moisés?
Los días de mercado y el número siete. Para explicar cómo los israelitas llegaron a escoger el séptimo día como día de descanso después de la ocupación, se han aducido a veces las influencias cananeas del día de mercado o del número siete. ¿Adoptaron los israelitas el sábado de los cananeos, como algunos sugieren?52 Esta posibilidad parecería válida siendo que los cananeos ejercieron una influencia considerable sobre los israelitas. El hecho es, sin embargo, que no se ha encontrado ningún vestigio relacionado con el sábado ni entre los cananeos ni entre sus principales vecinos, los fenicios.53 ¿Desarrollaron los israelitas el sábado a partir de un determinado día de mercado semanal?54 Días de mercado, sucediéndose regularmente cada cinco, seis, ocho o diez días, existen en numerosos pueblos. El problema de esta teoría reside en que no se conserva ninguna huella de este tipo de mercado semanal en Palestina y mucho menos sucediéndose a intervalos de siete días. Al contrario, la condena rotunda hecha por los profetas contra las actividades comerciales en sábado sugiere más bien que ese día en algún momento degeneró en día de mercado, en lugar de lo que fue originariamente (Neh. 13:14-22; Jer. 17:19-27; Amós 8:5).
¿Proviene el sábado israelita del gran valor simbólico conferido al número siete por muchos pueblos del antiguo cercano Oriente? Algunos han supuesto que el número siete, a causa de su prestigio, fue usado en un primer tiempo para fijar la duración de las fiestas de primavera y otoño (la fiesta de los Ázimos y la de las Cabañas duraban siete días cada una), y que más tarde esas unidades de siete días fueron usadas para medir el tiempo a lo largo del año.55 Esta hipótesis es interesante pero no llega a explicar, en primer lugar, por qué el número siete consiguió tal prestigio. En realidad, sería más lógico pensar que la existencia de un ciclo semanal de siete días haya influido en la duración de las fiestas anuales que viceversa.56 Es evidente que existe una relación entre la semana de siete días, la duración de las fiestas anuales y el número siete. Pero, dado que el número siete no corresponde a ninguna medida astronómica de tiempo conocida, la mejor explicación acerca de su procedencia y su uso sigue siendo el relato bíblico de la bendición y santificación divinas del séptimo y último día de la Creación.
Este rápido vistazo nos ha permitido observar algunas de las inconsistencias de los actuales criterios usados para defender el origen del sábado como una institución social originada durante el asentamiento de Israel en Canaán. Hemos visto que esta teoría no aporta ninguna alternativa convincente que explique el origen del sábado, porque se basa en una arbitraria selección de textos y en una hipotética influencia de un posible día de mercado o del número siete.
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