Jesucristo divino y humano
Temas de cristología y salvación
Atilio René Dupertuis
Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.
Índice de contenido
Tapa
Dedicatoria Dedicatoria Dedicado con profundo afecto y gratitud a la memoria de mi madre, quien ejemplificó para mí, en su propia vida, el amor y la ternura de Jesús.
Prefacio
Introducción
PRIMERA PARTE - LA PERSONA DE CRISTO
1 - Panorama contemporáneo
2 - Jesús, el centro de la Escritura
3 - Controversias cristológicas
4 - La encarnación
5 - Jesús, divino-humano
6 - Semejante a sus hermanos en todo
7 - Tentado en todo
8 - Cristología en la Iglesia Adventista
SEGUNDA PARTE - LA OBRA DE CRISTO
9 - El pecado y sus consecuencias
10 - La justicia de Dios
11 - Teorías de la Expiación
12 - La fe de Jesucristo
13 - La centralidad de la Cruz
14 - La obediencia de Cristo
15 - ¿Qué fue clavado en la Cruz?
16 - La función de la Ley
17 - Reconciliación
18 - Justificación por la fe
19 - Justificación por la fe, en la Iglesia Adventista
20 - Novedad de vida
21 - Lucha interna
22 - La gracia y la Ley
23 - Pablo y Santiago
24 - ¿Religiosos o cristianos?
25 - Perfección cristiana
26 - Un mandamiento nuevo
Conclusiones
Apéndice: La soberanía de Dios y el libre albedrío
Jesucristo, divino y humano
Temas de cristología y salvación
Atilio René Dupertuis
Dirección: Pablo Partida Gómez (GEMA)
Diseño del interior: Carlos Schefer
Diseño de tapa: Andrea Olmedo Nissen
Ilustración de tapa: Goodsalt/ysas
Libro de edición argentina
IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina
Primera edición, e - Book
MMXXI
Es propiedad. © 2015 GEMA EDITORES. © 2016, 2021 Asociación Casa Editora Sudamericana. Publicado con permiso de los dueños del Copyright.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
ISBN 978-987-798-391-3
Dupertuis, Atilio RenéJesucristo divino y humano : Temas de cristología y salvación / Atilio René Dupertuis /Dirigido por Pablo Partida G. - 1ª ed . - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2021.Libro digital, EPUBArchivo Digital: onlineISBN 978-987-798-391-31. Cristología. I. Partida G., Pablo, dir. II. Título.CDD 232.9 |
Publicado el 26 de marzo de 2021 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).
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Dedicado con profundo afecto y gratitud a la memoria de mi madre, quien ejemplificó para mí, en su propia vida, el amor y la ternura de Jesús.
Cristología, o el estudio de Cristo, es el centro de la Escritura, no solo del Nuevo Testamento, sino también del Antiguo. Pocas horas después de su resurrección el domingo por la mañana, Jesús se unió a dos viajeros que se encaminaban a la aldea de Emaús. Al tratar de explicarles el significado de lo que había sucedido durante el fin de semana y que los tenía muy turbados, Jesús, “partiendo de Moisés, y siguiendo por todos los profetas, comenzó a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él” (Luc. 24:27).1
El Antiguo Testamento presenta a Cristo más bien en símbolos, en tipos, como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). El Nuevo Testamento lo presenta ya en persona, entre los hombres, en el cumplimiento de su misión, como el único nombre “bajo el cielo, mediante el cual podamos alcanzar la salvación” (Hech. 4:12).
No es de sorprenderse que esta doctrina central, más que ninguna otra de la Escritura, haya sido objeto de mucha oposición y distorsión. En el momento mismo en que Jesús nació, ya hubo una conspiración en contra de su vida que lo obligó a refugiarse con sus padres en Egipto. A través de la historia de la iglesia, ha habido numerosos intentos por desvirtuar la persona y la misión de Jesús. Ha sido, y es todavía, muy común negar su divinidad para dejar a un Cristo solamente humano, aunque tal vez con mayor sensibilidad espiritual que el resto de los hombres, por lo que bien podría servir de ejemplo. Siempre que de alguna manera se minimice la persona de Cristo, también se afecta su obra, porque lo que él hizo lo hizo en virtud de quién era. Naturalmente, en la medida en que se limite la persona de Cristo, en esa proporción aumenta el papel que el hombre juega en su propia salvación.
Hoy se ha hecho bastante común, en algunos sectores de la iglesia, promover a un Jesús que en algunos sentidos difiere muy poco del resto de los hombres. Se lo presenta como a un hombre con una naturaleza pecaminosa prácticamente idéntica a la del resto de los hombres. En esa naturaleza, sin ninguna ventaja sobre el hombre, Jesús vivió una vida de perfecta obediencia a la Ley de Dios; y siendo que él lo logró, es posible que el hombre también lo logre. La preocupación, en este caso, es principalmente con la doctrina de la salvación, no con la persona de Cristo. El énfasis en el ministerio de Jesús se centra en su ejemplo más bien que en su función de redentor.
La verdad es que nadie puede vivir a la altura de lo que el Señor Jesús vivió. Por eso la salvación es por la gracia de Dios recibida por fe, lo que mueve al hombre a llevar una vida de obediencia a la voluntad de Dios, consciente siempre de que sus mejores esfuerzos nunca alcanzarán el ideal, porque “el ideal que Dios tiene para sus hijos está por encima del alcance del más elevado pensamiento humano” (E. G. de White, La educación , p. 18). Jesús es un ejemplo, el mejor y más elevado ejemplo, para quien lo ha aceptado como Salvador, siempre en ese orden.
Atilio René Dupertuis
Mayo de 2015
1Los textos bíblicos utilizados en esta obra han sido extraídos de La Biblia, versión Reina-Valera Contemporánea, excepto donde se indique otra versión.
Leíamos hace tiempo la historia de un inspector que trabajaba en una planta nuclear, a quien se le había encargado una tarea muy especial. Debía vigilar la puerta de salida de la planta para que ninguno de los empleados se llevara algo, especialmente algo que pudiera contener elementos radiactivos. Tenía un detector manual de metales, y fielmente revisaba a cada empleado cuando salía.
Una tarde notó que uno de los empleados se acercaba empujando una carretilla llena de aserrín. Sospechó que podría estar ocultando algo debajo del aserrín. Lo detuvo, lo revisó cuidadosamente y, al no encontrar nada fuera de lugar, le permitió seguir su camino. Curiosamente, al día siguiente y aproximadamente a la misma hora, el mismo empleado se aproximaba otra vez a la puerta de salida llevando una carretilla llena de aserrín. La revisó otra vez con todo cuidado y, al notar nuevamente que todo estaba en orden, lo dejó salir. Lo mismo sucedió por varios días, hasta que finalmente, movido más por la curiosidad que por sospecha, comenzó a interrogar al empleado que salía con la carretilla. Eso lo llevó a una investigación más detallada, y finalmente el empleado confesó: ¡Había estado robando carretillas! El inspector estaba tan preocupado por examinar el aserrín, para ver si había algo escondido allí, que lo más grande pasaba sin que él se diera cuenta.
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