Necesidad apologética. Algunos Padres de los primeros siglos adoptaron la noción del origen mosaico y del carácter exclusivamente judaico del sábado, y la usaron como arma apologética contra aquellos cristianos que mantenían la vigencia del mandamiento del sábado en la dispensación cristiana. Su argumento más común, al que recurrían frecuentemente, decía que si los patriarcas, siendo hombres justos, no practicaron esta costumbre es porque se trataba de un precepto temporal, dado por Moisés y destinado a ser observado exclusivamente por los judíos a causa de su infidelidad.63 La reducción del día de reposo a un infame signo judío de desobediencia puede reflejar la falta de buenos argumentos apologéticos en un momento dado, pero no la comprensión de los valores permanentes que la Escritura había conferido al séptimo día.
Ausencia de la palabra “sábado”.En el texto de Génesis 2:2 y 3 se encuentra una triple referencia al “séptimo día”, pero no se menciona la palabra “sábado”. Para algunos, esta ausencia indica que el sábado no fue instituido en la Creación sino en tiempos de Moisés.64 Es cierto que el término “sábado” no aparece en este pasaje, pero también lo es que la forma verbal utilizada es sabat (cesar, descansar, reposar) y, tal como ha señalado Cassuto, esta forma “contiene una alusión al nombre del sábado”.65 Además, como observa inteligentemente este mismo autor, el uso de la expresión séptimo día en lugar de sábadopuede reflejar la intención del escritor de subrayar la vigencia permanentede ese día, independientemente y al margen de cualquier asociación con los “sábados” astrológicos de los pueblos paganos.66 Al señalar un orden permanente, el séptimo día refuerza el mensaje cósmico del relato de la Creación, a saber, que Dios es a la vez el Creador y el Señor de este mundo. En el libro del Éxodo, sin embargo, donde el séptimo día es mencionado en el contexto del origen no del cosmos, sino del pueblo de Israel, el séptimo día es llamado específicamente “sábado”, quizá para enfatizar su función histórica y soteriológica. Sobre esta dimensión del sábado trataremos en los capítulos III y V.
Ausencia de un mandamiento. La ausencia en Génesis 2:2 y 3 de un mandato específico sobre la observancia del séptimo día se ha interpretado como una prueba adicional de que el sábado no tiene que ver con ningún precepto divino ni con ninguna norma ética destinada a la humanidad entera, siendo tan solo una institución ceremonial introducida por Moisés en Israel justificada con un presunto origen en la semana de la Creación.67 Este argumento acusa a Moisés de distorsionar la verdad, o por lo menos, de haber cometido el grave error de pretender que el sábado era una creación divina, cuando en realidad era su propia creación. Tal acusación pone seriamente en duda no solo la integridad de Moisés, sino también la fiabilidad del texto bíblico.
¿Qué es lo que da a un mandato divino su carácter moral y universal? ¿No se considera ley moral aquella que refleja la naturaleza divina? Si es así, ¿pudo revelar Dios de un modo mejor la naturaleza moral del sábado que convirtiendo en precepto su propia conducta divina? ¿Hay algún principio que establezca que el ejemplodivino tiene menor autoridad que su mandato? ¿No tienen más valor los actos que las palabras? “El modo de actuar de Dios –escribe John Murray– es el modelo que sirve de ejemplo para la actuación humana. No cabe duda de que en Génesis 2:3 hay por lo menos una alusión a la observancia del séptimo día de la semana por parte del hombre”.68 El hecho de que el sábado sea presentado en el texto de la Creación como un ejemplo divino y no como un mandato puede muy bien expresar la intención divina de que el sábado fuese entendido, en un mundo sin pecado, no como una imposición alienante sino como una respuesta libre del hombre ante la bondad de su Creador. Al aceptar ponerse especialmente a la disposición divina en el sábado, el hombre podía experimentar una renovación y un enriquecimiento físico, mental y espiritual constantes. Siendo que esas necesidades no desaparecieron con la Caída sino que fueron aumentando, la función moral, universal y perpetua del precepto del sábado fue reiterada más tarde bajo la forma de un mandamiento.69
Ausencia de ejemplos. El argumento más antiguo y quizás el más fuerte que se haya lanzado contra la procedencia edénica del sábado es la ausencia de menciones explícitas de su observancia durante todo el período patriarcal desde Génesis 2 hasta Éxodo 16.70 Las fuentes extrabíblicas, como vimos anteriormente, solo aportan unas cuantas indicaciones acerca de algún tipo de “sábado” primitivo entre los pueblos semitas de la antigua Mesopotamia. En realidad, teniendo en cuenta la naturaleza del sábado, difícilmente podemos esperar que se encuentren claras evidencias de su observancia entre los pueblos paganos. Sin embargo, esas evidencias deberían encontrarse en el caso de los patriarcas. ¿A qué se debe ese aparente silencio? ¿Es posible que desde Adán hasta Moisés, por alguna razón inexplicable, el sábado dejase de ser observado? Un caso parecido a este ocurrió con la fiesta de las Cabañas, que dejó de celebrarse desde el tiempo de Josué hasta el de Nehemías, durante casi mil años (Neh. 8:17). También es posible que la costumbre de guardar el sábado no se haya mencionado por considerarla demasiado evidente. Esta última posibilidad parece más verosímil por varias razones.
Primera: En la Biblia encontramos otro caso semejante, pues tampoco se menciona el sábado desde Deuteronomio hasta 2 Reyes. Este silencio difícilmente puede interpretarse como una prueba de no observancia del día de reposo, ya que la primera referencia que rompe este silencio (2 Rey. 4:23) lo hace considerándolo como una festividad comúnmente celebrada. Segunda: El libro de Génesis no contiene leyes, como el libro de Éxodo, sino solo un esquemático relato acerca de los orígenes. Al no mencionar ninguno de los otros mandamientos, su silencio en cuanto al sábado no es nada excepcional.71 Tercera: A lo largo del libro del Génesis y en los primeros capítulos del Éxodo,72 hay varias referencias a la semana de siete días, que implican, por consiguiente, la existencia del sábado. El período semanal de siete días se menciona cuatro veces en el relato del Diluvio (Gén. 7:4, 10; 8:10, 12). El término “semana” se usa también para describir la duración de los festejos nupciales de Jacob (Gén. 29:27), así como para la duración del duelo por su muerte (Gén. 50:10). Un idéntico período de tiempo dedicaron los amigos de Job para expresar su condolencia al patriarca enfermo (Job 2:12). Probablemente los ceremoniales referidos terminen con la llegada del sábado.
Un argumento más: El sábado es presentado en Éxodo 16 y 20 como una institución ya existente. Las instrucciones para recoger doble porción de maná en el sexto día presuponen el conocimiento del significado del sábado. “En el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día” (Éxo. 16:5). La falta de explicación sobre la necesidad de recoger doble cantidad el sexto día sería incomprensible si los israelitas no hubiesen tenido ya un conocimiento previo del sábado. Del mismo modo, en Éxodo 20, el sábado aparece como algo familiar. El mandamiento no dice “desde ahora guardarás el sábado” sino “acuérdate del sábado” (Éxo. 20:8), lo que implica que ya era conocido. Más aún, el mandamiento presenta el sábado como originado en la Creación (Éxo. 20:11) y, por lo tanto, no deja opción a la idea de una festividad introducida tardíamente.73
Especular sobre el modo en que los patriarcas guardaron el sábado es un esfuerzo estéril, pues se basaría más en la imaginación que en los datos. Considerando, sin embargo, que la esencia del sábado no es un lugar donde irpara cumplir con unos ritos, sino un tiempo para dedicara Dios, a los demás y a sí mismo,74 es perfectamente verosímil que los patriarcas ocupasen ese tiempo sagrado junto con los suyos en actos religiosos tales como la oración (Gén. 12:8; 25), los sacrificios (Gén. 12:8; 13:18; 26:25; 33:20) y la enseñanza (Gén. 18:19).
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