1 ...6 7 8 10 11 12 ...32 El camino no siempre será sencillo, así que, te prometo esto: cuando me llames, responderé; cuando me busques, con un corazón sediento, me encontrarás. (Yo no juego a la escondida y quiero que me encuentres.) Si me lo permites, voy a mudarme a tu corazón para que vivamos siempre juntos y nunca más me extrañes (Jer. 29:12, 13; Juan 14:23; Apoc. 3:20). ¿Sabes lo mucho que te amo? ¡No me canso de decírtelo! Mi amor por ti es eterno e inmutable. ¡Nada puede cambiarlo! Ni tus acciones, ni tus omisiones. Ni lo que otros piensan de ti, ni lo que piensas de ti misma. Aun si me abandonaras, yo nunca dejaría de amarte. Cuando tú sufres, yo sufro; como un padre por su hijo (Jer. 31:3; Rom. 8:35-39; Mat. 23:37-39; Ose. 11:1-4).
Si permaneces en mí, voy a desalojar el miedo de tu corazón. En su lugar, te voy a dar una paz que no tiene sentido lógico, pero que funciona de todas maneras (y que nadie te puede robar). También te voy a dar poder para vencer los malos hábitos y paciencia para lidiar con las personas que te exasperan (1 Juan 4:17, 18; Fil. 4:6, 7; 1 Juan 2:15-17; Rom. 12:2, Gál. 5:22, 23). Cuanto más sientas mi amor por ti, más crecerás y amarás a los demás. Mi amor brillará en tu corazón como una luz, que atrae y guía a otros (Juan 13:34, 35; 15:12; Mat. 5:16). Hija, ¡yo te amo tanto! Por favor, no te sueltes de mi mano.
Literalmente, con todo el amor del mundo, Jesús.
“Señor Jesús, yo te amo…” (Escribe tu propia carta de respuesta)
15 de enero
¿Quién te crees que eres?
“El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Rom. 8:16, 17, NVI).
Nicole McCabe estaba embarazada de seis meses cuando encendió la radio y escuchó una noticia aterradora. La policía la buscaba como sospechosa de un asesinato. El boletín oficial proclamaba que ella, y otros dos ciudadanos australianos, estaban vinculados con el asesinato de Mahmoud al-Mabhouh, un importante miembro de la organización islámica palestina Hamás. ¿Por qué la buscaban por un crimen que no había cometido? Porque Nicole había sido víctima de un robo de identidad. Aunque ella aún tenía su pasaporte original, los criminales habían usado sus datos personales para crear un pasaporte falso y así cometer un crimen en su nombre. Nicole fue exonerada cuando se descubrió que la foto en el pasaporte falso no era la suya, sino la de uno de los criminales.
Así como estos criminales, Satanás quiere robar nuestra identidad. Cuando Jesús fue bautizado, la voz del Padre afirmó su identidad: “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él” (Mat. 3:17, NVI). Pero Satanás era consciente del peligro que corría si permitía que Jesús viviese afianzado en su identidad de Hijo amado. Por eso, solo unos días después, en el desierto, intentó que dudara. No es casual que todas las tentaciones comenzaran con la misma frase: “Si eres el Hijo de Dios…”
Bajo la superficie de muchas tentaciones se encuentra la misma pregunta hiriente: ¿Quién te crees que eres? La identidad no se gana, se hereda. Nuestro Padre es el Rey de reyes. Somos princesas reales, amadas con un amor exuberante y eterno (Jer. 31:1; Juan 3:16). Pero si el ancla de nuestra alma no está bien aferrada a esta verdad, nos pasaremos la vida tratando de probar nuestro valor como personas. Viviremos sufriendo los éxitos de los demás, comparándonos y compitiendo por atención.
Pero no hay éxito profesional, belleza física, relación sentimental o descendencia que pueda reemplazar nuestra identidad de hijas de Dios. Después de todo, “¿quién eres?” y “¿qué tienes?” son dos preguntas muy diferentes. Para vivir una vida de abundancia emocional, en la que no estemos continuamente comparándonos con los demás, tendremos que aprender a aceptar la definición del Padre: Eres mi hija amada en quien me deleito. ¡Nada menos!
Señor, cuando el enemigo susurre mentiras en mis oídos y me diga que no sirvo para nada o que soy una fracasada, recuérdame quién soy en realidad. Soy amada con tal fuerza y generosidad, que no escatimaste ni a Cristo para salvarme.
“Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (Rom. 5:8, NTV).
Unos meses atrás, tuve el privilegio de entrevistar a Dannielle Synot para la Radio Adventista de Londres. Dannielle es una presentadora de radio australiana, y fundadora de la organización de caridad “Brave Enough” (Lo suficientemente valiente). Cuando Danni tenía solo dos años, sus padres se divorciaron. En cuanto su padre biológico dejó de visitarla, su padrastro comenzó a maltratarla verbal y físicamente. Poco después de esto, su madre fue diagnosticada con depresión clínica, y Danni se sintió completamente abandonada. Luego de sufrir tantas tragedias, Danni estaba convencida de que ella era el problema. Creía que debía haber algo horrible en ella que hacía que la gente la abandonara.
Cuando Danni se casó y quedó embarazada, ella y su marido empezaron a buscar una iglesia a la cual asistir. Danni estaba emocionada con la idea de finalmente formar una familia completa. Sin embargo, luego de 18 semanas de embarazo, su bebe falleció. Danni me dijo que sintió como que una mano le entraba en el pecho y le arrancaba el corazón. Luego de que su bebé, Jackson, falleciera, Danni pasó por una etapa de depresión. No podía dormir ni comer normalmente, y tuvo que dejar de trabajar por un tiempo. Danni había comenzado a estudiar la Biblia y en un momento le dijo a Dios, exasperadamente: “¡La diferencia es que tú sabías que Jesús iba a resucitar!” Entonces, Danni oyó que Dios le respondía tiernamente: “Tu hijo también va a resucitar”. Danni se llenó de emoción al comprender que Dios había sacrificado a su propio Hijo, para que Jackson pudiera resucitar un día. ¿Era posible que alguien la amara tanto? ¡Sí!
Danni continuó estudiando la Biblia y se bautizó. Dios le dio la fortaleza para perdonar a sus padres y para usar su experiencia para bendecir a otras personas. A través de su organización de caridad, hoy ella se dedica a ayudar a aquellos que han pasado por experiencias traumáticas. Danni cree que el amor de Jesús puede ayudarnos a reinterpretar y reescribir cualquier historia. Su amor puede ayudarnos a romper las cadenas del sentimiento de inferioridad y del odio. Es el amor de Dios lo que nos otorga nuestra verdadera identidad.
Señor, te agradezco porque a través del sacrificio de Cristo puedo ver mi verdadero valor. Tú reescribes mi pasado. Donde decía “abandonada”, tú escribes “escogida”. Donde decía “menospreciada”, tú escribes “amada”. Es tu amor, no mi pasado, lo que me define.
“Pues estoy a punto de hacer algo nuevo. ¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves? Haré un camino a través del desierto; crearé ríos en la tierra árida y baldía” (Isa. 43:19, NTV).
Rahab tenía todo en contra: era una mujer, en medio de una era patriarcal; era amorrea, y por lo tanto miembro de un pueblo idólatra; y para colmo, ¡era prostituta! Nadie esperaba mucho de ella. Si Rahab hubiera contraído una enfermedad venérea y muerto joven, nadie se habría sorprendido. Si la hubieran encontrado golpeada e inconsciente en un callejón, nadie habría prestado demasiada atención. Lo que fue una verdadera sorpresa, sin embargo, fue que Rahab se convirtiera en una mujer de fe ejemplar, se casara con uno de los caudillos de Israel y llegara a ser parte de la genealogía de Jesús. Ni siquiera la película “Mujer bonita” tiene un cambio tan dramático. ¡La gracia de Dios es escandalosamente generosa!
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