7 de marzo
El teléfono de Bell es patentado
“Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver” (Isaías 42:18, RVR 95).
Un día como hoy en 1876, Alexander Graham Bell, de 29 años, recibió una patente por su nuevo invento llamado teléfono. Era bastante joven para haber ideado uno de los inventos más revolucionarios de los últimos doscientos años. ¿Sabías que el interés de Bell por el teléfono estaba muy influenciado por el hecho de que su propia esposa era sorda y él quería desarrollar una tecnología que pudiera ayudarla a oír? Bell trabajaba como profesor de lenguaje para estudiantes sordos en la Escuela para Sordos de Pemberton Avenue. Consideraba que el teléfono era un cruce entre el telégrafo y el tocadiscos, ya que permitía a las personas hablar entre sí al mismo tiempo y a distancia.
Las primeras palabras pronunciadas por teléfono no fueron muy inspiradoras. Solo un simple: “Señor Watson, venga aquí, lo necesito”.
Bell Telephone pasó a formar parte de la compañía American Telephone and Telegraph (AT&T), y el teléfono sigue revolucionando el mundo de las comunicaciones. Los teléfonos móviles se han apoderado de nuestra vida social e incluso del lugar de trabajo. Es habitual ver a personas sentadas juntas en una mesa de un restaurante, pero manteniendo conversaciones completamente separadas con personas que están del otro lado de sus líneas. Y ahora, los teléfonos pueden servir para mucho más que para hablar con la gente. Se usan para enviar mensajes de texto o fotos, consultar los resultados del partido de fútbol, ver películas, jugar, descargar canciones y programar citas. Ahora incluso se utilizan para abrir nuestros vehículos, configurar los sistemas de seguridad del hogar, comprar y vender acciones, y controlar los centros de entretenimiento.
Sin embargo, lo cierto es que el teléfono se inventó para hablar. Todo lo demás –el correo de voz, los mensajes de texto, la cámara fotográfica, Internet– no son más que herramientas extra que sirven para vender más teléfonos y darle más usos, diferentes del original y primordial. Cuando Jesús nos llama, quiere que dejemos de lado todas las aplicaciones e interferencias que nos distraen e impiden que escuchemos su voz suave y tranquila. Hoy, ¿le darás a la llamada de Jesús la oportunidad de llegar? ¿Dejarás de lado todas las herramientas extra que te distraen de una conversación significativa con él? Como la esposa de Alexander Graham Bell, somos sordos espiritualmente; pero, si no enviamos la llamada de Jesús al buzón de voz, encontraremos una amistad satisfactoria con él.
8 de marzo
“Y todo lo que te venga a la mano, hazlo contodo empeño” (Eclesiastés 9:10, NVI).
Cuando se menciona a Babe Ruth, el que sabe aunque sea un poco de béisbol enseguida reconoce el nombre. Es considerado el mejor jugador de la historia del béisbol. Batió récords en casi todos los aspectos del juego, y también batió récords en lo que respecta al salario. En este día de 1930, Babe Ruth firmó un contrato de dos años con los Yankees de Nueva York por la asombrosa suma de 160.000 dólares, y eso fue durante la Gran Depresión, cuando la economía nunca había estado peor. El mánager de Babe Ruth hizo la ridícula predicción de que nunca nadie cobraría más que “el Babe”
Ruth era una superestrella incluso para los estándares actuales. Fue el primer jugador en lograr 30, 40, 50 y 60 jonrones en una temporada, y fue el líder de jonrones doce veces, un récord también. Su récord de 2.056 carreras anotadas en aún no ha sido superado. Es más conocido por su capacidad de bateo, pero la mayoría de la gente no sabe que también fue un lanzador legendario. Mientras jugaba para los Red Sox de Boston, lanzó 29 entradas consecutivas sin anotación en la Serie Mundial, un récord que se mantuvo durante 42 años. En 1917, lanzó 24 partidos sin anotación con un promedio de 1,75 carreras limpias. Su promedio de bateo en ese mismo año fue de 0,325, lo que lo convierte en el jugador más valioso de esa época tanto en bateo como en lanzamiento. Nadie ha igualado el promedio de bateo de 0,847 que tuvo en 1920, ni su promedio de carrera de 0,690. No es de extrañar que apareciera en diez enfrentamientos de la Serie Mundial. El Yankee Stadium, donde se hizo realmente famoso, era conocido como “La casa que Ruth construyó”.
Pero hay un récord más que estableció y que poca gente conoce. Fue el rey de la eliminación por strikes de su época. ¿Cómo puede ser esto? Bueno, o bateaba jonrones o era eliminado. Claramente, ¡no tenía miedo de batear! Lo hacía todo con todas sus fuerzas para ser el mejor. En el juego de la vida, todos los días estamos en la caja de bateo. Bolas rápidas, rompedoras y curvas se acercan a nosotros. Nuestro Coach nos indica que nos la juguemos con los talentos que nos ha dado cada vez que nos acercamos al plato. Tendremos la tentación de realizar bateos a medias o de desanimarnos cuando nos eliminen, pensando que el juego está perdido. Pero, si seguimos bateando con todas nuestras fuerzas, haremos contacto, y oiremos a nuestro Coach, a nuestros compañeros de equipo y a todo un estadio de ángeles celestiales animándonos mientras la bola desaparece por encima de la valla. Puede que nunca lleguemos a ser el rey del béisbol como “el Babe”, pero siempre seremos bendecidos por darlo todo.
9 de marzo
“Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32, NVI).
En este día de 1841, la Corte Suprema de los Estados Unidos liberó un cargamento de esclavos de un barco que había sido capturado ilegalmente en África y desviado a Cuba. Esta es una historia inusual en las páginas de la historia estadounidense.
Todo comenzó dos años antes, a bordo de un barco de esclavos llamado Amistad , que navegaba hacia el oeste, hacia una plantación de azúcar en el Caribe. Durante el corto viaje de un puerto a otro de Cuba, uno de los esclavos, un africano llamado Cinque, se liberó a sí mismo y a los demás esclavos de sus cadenas, y luego planeó un motín. El 2 de julio, durante una tormenta en el mar, los africanos se alzaron contra sus captores con cuchillos de caña que encontraron en la bodega del barco. Mataron al capitán del barco y a varios miembros de la tripulación, y encadenaron a los dos negreros cubanos que estaban a bordo. Cinque ordenó al resto de la tripulación cubana que navegaran con el Amistad hacia el este, de vuelta a África; pero, por la noche, los cubanos giraron el barco hacia el norte, hacia aguas estadounidenses. El Amistad vagó de un lado a otro en el mar durante casi dos meses, hasta que un barco de la marina estadounidense lo capturó frente a la costa de Long Island y lo escoltó hasta Connecticut. Los traficantes de esclavos fueron liberados, pero los africanos fueron encarcelados mientras esperaban una audiencia judicial sobre la revuelta. La historia del motín del Amistad tuvo mucha publicidad en los periódicos de la época. Cinque, al que sus nuevos amigos estadounidenses enseñaron inglés, pudo testificar a su favor. Finalmente, los abolicionistas, liderados por John Quincy Adams, un expresidente de los Estados Unidos, lograron convencer a la Corte Suprema de que los esclavos merecían su libertad.
Todos hemos sido capturados por Satanás y encadenados a vidas de pecado; y a veces, parece que las probabilidades de obtener nuestra libertad son casi nulas. Podemos desear hacer el bien, pero nuestra naturaleza humana es débil y, constantemente, nos acordamos de las cadenas que sujetan nuestras manos y pies. El diablo no solo nos tienta a pecar, sino que nos acusa ante el Padre en el cielo, afirmando que no merecemos ser libres. Temblamos pensando que, tal vez, el enemigo tiene razón, que no merecemos la libertad. Pero Jesús señala sus propias manos y pies, que fueron calvados a esa cruz empapada de sangre. El enemigo tiene que huir a la vista de los símbolos de la libertad que Jesús ya ha ganado para nosotros. La detención, la muerte y la resurrección de Cristo realmente nos liberan.
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