Playas de tibia ceniza, vastos aeródromos a la madrugada, despedidas interminables.
La sombra levanta ebrias columnas de pavor.
Mi madre solía decir que «en el comer y en el rascar, el trabajo es comenzar», para referirse al despertar de sentidos ocultos que producen unas manos con largas uñas que se deslizan a lo largo de la espalda o al apetito que nos ataca de repente cuando probamos un bocado delicioso. A rascar y comer, yo le agrego la acción de escribir. Alguien me dijo hace unos días: «Tengo muchas historias para contar pero no sé cómo comenzar». Yo le respondí: «La fórmula mágica para comenzar es comenzar».
Ahora bien, hay trucos que funcionan casi siempre en el trance de dar el salto entre la página en blanco y una cuartilla llena de ideas coherentes. En esta sección propongo ejercicios a los que es útil acudir cuantas veces crea necesario invocar a la musa de la disciplina, que no es otra que la musa de la inspiración. Es tomar la decisión de sentarse y empezar a hilar o a deshilar, a guardar o a botar. Olvide el resultado. Alguien, o algo, esa vocecita interior que le habla desde su fuero interno, le dirá cuándo le ha salido bien. Estará bien cuando lo cobije una sensación de satisfacción íntima, de desahogo, liviandad y orgullo.
Ejercicios
Combatir el desaliento de la página en blanco
• Un párrafo prestado
El primer párrafo de un relato es, a menudo, el más difícil de escribir. Cuando hemos dado con él, el texto comienza a fluir mejor. Parece un círculo vicioso impenetrable pero en realidad no lo es: tomamos prestado un comienzo y ya está. Usamos un párrafo de alguna novela que tenemos a la mano y, a partir de este, construimos nuestra historia. Cuando ya está terminado, ya veremos qué hacer con las palabras ajenas que nos han inspirado el comienzo, seguro que ya podremos reemplazarlas por otras de nuestra propia cosecha. A continuación, propongo algunos primeros párrafos que yo, a mi vez, he tomado prestados y que, espero, ayuden a manejar el estrés de la página en blanco.
1. Protestó y comenzó a llorar, yo la abracé y nos estrechamos con fuerza. Por unos instantes la quise, sintiendo pena no solo de los niños o de mí, sino de todos nosotros.
Orham Pamuk
Me llamo Rojo
2. Me detuve, contemplé los grandes árboles, más allá de la alambrada. Daba el sol en el bosque y el viento soplaba entre las ramas. Una música surgió de repente, del otro lado de la plaza. Una música de acordeón, de alguna parte de allá.
Jorge Semprún
La escritura o la vida
3. El día siguiente amaneció espléndido. Sobre las montañas caían doseles de azul profundo; el sol reverberaba y el viento en los árboles y los torrentes en las cañadas poblaban el aire de música. Pero yo me sentía muy triste.
R.L.Stevenson
Olalla
4. Sacamos fuerzas de flaqueza y salimos corriendo del piso vacío hacia la escalera, que también estaba ardiendo. Había humo por todas partes, apenas se veía nada. Bajamos las escaleras a trompicones y cada vez costaba más respirar.
David Safier
Yo, mí, me... contigo
5. Rosario mantuvo la puerta de par en par mientras el muchacho apoyaba la bicicleta en los peldaños que subían desde el jardín hasta la cocina y lo dejó entrar con el canasto repleto de tarros, paquetes de tallarines, verduras y botellas. Dando un bufido, depositó su carga sobre el mármol de la mesa. Y al verlo quedarse con los ojos fijos en el vapor de la cacerola después de vaciar el canasto pausadamente, Rosario adivinó que algo le sucedía, que tal vez quisiera pedirle un favor o hacerle una confidencia, ya que había desaparecido su habitual atolondramiento de pequeño coleóptero oscuro y movedizo.
José Donoso
Coronación
6. Nadie piensa que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda. Nadie piensa que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros.
Javier Marías
Mañana en la batalla piensa en mí
7. Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes.
Julio Cortázar
« Continuidad de los parques » Final de juego
8. El sol se filtraba a través de las cortinas de mi cuarto, eso me ayudaría a cumplir mi misión del día. Hacía un mes que estaba de vuelta, no podía retrasarlo más. Me tomé mi tiempo para prepararme. Abrí la ventana. Me puse cómoda para mi dosis de cafeína y mi primer cigarrillo.
Agnès Martin-Lugand
La gente feliz lee y toma café
• Una palabra
Una sola palabra puede ser el origen de una historia, esa palabra que inspira una idea, esa idea que inspira un párrafo, ese párrafo que inspira un relato. Si nos proponemos encontrar la palabra con empeño ansioso, esta probablemente no va a aparecer, ninguna de nuestro repertorio será lo bastante buena. No lo será, justamente, porque se tropezará con el sentido crítico que acompaña al bloqueo de la página en blanco. De modo que yo sugiero dejar este ejercicio al azar, dejar que, en lugar de buscarla, sea ella la que nos encuentre.
Con los ojos cerrados, abra el diccionario. Pasee su dedo a lo largo de la página hasta que este se detenga en una palabra. Ahora, escriba un relato en el que la palabra señalada es el tema central.
Este ejercicio obliga a enriquecer el vocabulario y desafía la imaginación de una manera tal, que muy pronto encontrará ante sí un escrito donde antes había una solitaria página en blanco.

• Interlocutor imaginario
Imaginar que tiene un interlocutor al que le narra eventos reales o inventados, es un ejercicio muy poderoso: de repente, las palabras tocan tierra, su público adquiere una forma que anima a la locuacidad. Procure enriquecer su crónica con imágenes atractivas, describa los detalles, adóbela con toques de humor.
Algunos temas sobre los cuales puede escribirle a su lector imaginario son:
Un encuentro inesperado
Una pena de amor
Los incidentes de una reunión de negocios
Una noticia que lo tiene indignado

• Una noticia
La prensa es una fuente de inspiración inigualable: ella cuenta la vida de las personas y, lo más importante, hace una preselección de las noticias, destaca el aspecto más notorio de ellas.
Imagine el antes y el después de una noticia que le llama la atención y haga de ella un relato de ficción.
Me gusta pensar en la lengua como un elemento esencial del hogar, es a través de ella que han crecido muchas generaciones y gracias a la comunicación oral y escrita hemos construido historias que nos ayudan a conectar con nuestras raíces. El lenguaje es la puerta de entrada a nuestro entorno; es, en sí mismo, el hogar ampliado que nos conecta con la comunidad, con el conocimiento, con la tradición. Gracias al cual, cada cosa tiene un nombre y ocupa su lugar.
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