Aunque pudieran parecer antinómicos, ambas políticas públicas contribuyen, desde ángulos diferentes, a realizar un mismo fin: el progreso económico de los países. La propiedad intelectual actúa como excepción al régimen general de la libre competencia. Como se comentó antes, la libre competencia es acotada por los derechos de propiedad intelectual, cuyo alcance debe equilibrar los intereses de los innovadores (evitar la copia para recuperar la inversión y obtener una ganancia) con los de los competidores (imitar, copiar y competir) y los del público (obtener las mejores prestaciones al mejor precio).
De esta manera, las normas sobre libre competencia y las de propiedad intelectual forman sistemas complementarios que el Estado implementa y salvaguarda en una economía de mercado.
El necesario equilibrio entre la libre competencia y la propiedad intelectual no es fácil de lograr en la práctica, dados los intereses contrapuestos y la presión que suelen ejercer los sectores innovadores y sus organizaciones representativas. Le corresponde al Estado procurar ese equilibrio sobre la base de políticas públicas claras, transparentes y flexibles, las cuales deben estimular la inversión en actividades inventivas sin sofocar la competencia en el mercado. Una rivalidad competitiva dentro de un marco legal adecuado daría la mejor garantía de que las prestaciones puedan ofrecerse al público en condiciones óptimas de calidad y precio.
3. Innovación en la biotecnología
La innovación tecnológica ocurre simultáneamente en todas las ramas de la tecnología. Sin embargo, un mayor avance de la ciencia en determinados campos puede conllevar un desarrollo tecnológico más rápido. La tecnología reduce a la práctica soluciones que se vuelven posibles por el avance de la ciencia y el descubrimiento de fenómenos del mundo físico, aprovechando las fuerzas de la naturaleza (materia y energía).
El hombre usó la naturaleza viva —en particular plantas y animales— desde que se volvió sedentario en la prehistoria. La práctica de seleccionar y mejorar las plantas es paralela al desarrollo de la agricultura y se remonta a las civilizaciones más antiguas. No obstante, las ciencias relacionadas con la vida (medicina, microbiología, genética, botánica y agricultura moderna) dieron un salto cualitativo mayor durante el siglo XIX, con el descubrimiento de las leyes de la herencia (Mendel) y las investigaciones y descubrimientos de, entre otros, Pasteur y Koch sobre los microorganismos y la inmunología.
A comienzos del siglo XX se comenzó a definir los conceptos de «genes» y «cromosomas», y a entender su funcionamiento en la transmisión hereditaria de las características codificadas en el «genotipo» y expresadas en el «fenotipo» de los organismos vivos. Con el avance de las investigaciones sobre la genética y la herencia, se desarrolló también la tecnología aplicada a la materia viva, lo que hoy se llama la «biotecnología» (Bhatia, 2018)3.
A mediados del siglo XX se reveló la estructura molecular del ADN, con lo cual se aceleró la explosión de la biotecnología aplicada a la materia viva en la forma que coloquialmente se llama la «ingeniería genética». Esta permite al hombre modificar de manera deliberada el código genético de microorganismos, plantas, animales e incluso seres humanos para obtener resultados que atiendan ciertas necesidades de la humanidad en campos tan diversos como la medicina, la agricultura, la crianza animal, la industria alimentaria, la generación de energía, la preservación del medio ambiente, entre otros. A través de técnicas como el rADN (ADN recombinante) y el más reciente CRISPR/Cas94, se vuelve posible diseñar y «editar» casi a voluntad la composición genética de microorganismos, plantas y animales para obtener nuevos resultados que satisfagan las crecientes necesidades humanas.
La biotecnología y sus aplicaciones continúan desarrollándose cada día —como en las tecnologías de la electrónica, de la información y la comunicación (TIC), entre otras—, por lo que es una de las áreas de evolución más rápida y de mayor potencial. Respecto del desarrollo de la biotecnología, Bhatia (2018) señala que se puede distinguir las siguientes áreas:
1 «Biotecnología roja», referida al uso y modificación de organismos animales y humanos, sobre todo para preparar sustancias biológicas de aplicación terapéutica y técnicas de regeneración de tejidos u órganos enteros. Esta es la biotecnología de aplicación médica y terapéutica.
2 «Biotecnología verde», referida a la que se aplica en la agricultura, la botánica y la crianza animal. Incluye, entre otros, el desarrollo de plantas y animales mejorados en productividad, resistencia a patologías o contenido de sustancias útiles para la alimentación o la industria.
3 «Biotecnología azul», de desarrollo más reciente, que comprende los procesos y productos obtenidos en el medio marino y acuático, por ejemplo, para controlar la proliferación de microorganismos indeseables a través del agua.
4 «Biotecnología blanca o gris», referida al uso de la biotecnología en procesos industriales de producción energética (combustibles) o el desarrollo de nuevos productos químicos de uso industrial.
También aclara que conviene distinguir entre la biotecnología genética y la no genética. En la primera, hay una intervención directa sobre el material genético de un organismo, sea para transferir partes de él de un organismo a otro o para modificarlo al interior del mismo. En la segunda, no se modifica de manera directa el material genético, sino de forma indirecta mediante técnicas como el cultivo de tejidos vegetales, la generación de semillas híbridas, la producción de hibridomas (células híbridas para producir anticuerpos monoclonales), la fermentación microbiana y productos inmunológicos, entre otros.
El mejoramiento de las plantas y la obtención de nuevas variedades vegetales se inscribe dentro la categoría de la «biotecnología verde». El mejoramiento tradicional de las variedades vegetales se basa sobre todo en métodos de biotecnología no genética. Sin embargo, en los procesos modernos de generación varietal pueden usarse también técnicas de biotecnología genética para generar nuevas variedades mediante la ingeniería genética y el diseño de genotipos.
4. Soluciones técnicas y su protección por la propiedad intelectual
Los Estados decidieron, hace mucho tiempo, que era necesario o conveniente proteger ciertas soluciones técnicas mediante la propiedad intelectual. Por su parte, la propiedad industrial (que se regula separada del derecho de autor y los derechos conexos) reconoce como objetos de protección, entre otros, a dichas soluciones, agrupadas bajo tres categorías principales: las invenciones (que incluyen a los «modelos de utilidad»), las obtenciones vegetales (o variedades vegetales) y los esquemas de trazado de circuitos integrados.
Las invenciones son soluciones técnicas que pueden referirse a cualquier campo de la tecnología universal. Se les protege mediante la concesión de patentes de invención, que son privilegios otorgados, en principio, por cada Estado de forma individual. La concesión de una patente de invención es un acto soberano que solo se delega excepcionalmente. Tal delegación puede verse, por ejemplo, en algunas autoridades regionales en las cuales un grupo de Estados delegó su función soberana de conceder patentes. Cabe observar que en la actualidad no existe ninguna autoridad internacional multilateral que haya recibido un mandato para conceder patentes de invención con efectos a nivel mundial o para un gran número de países. Opera a nivel mundial el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT, por su sigla en inglés) que permite solicitar patentes de invención con efecto en un gran número de oficinas nacionales y regionales, mediante una solicitud única ante la Oficina Internacional de la OMPI. Sin embargo, el procedimiento del PCT culmina en la concesión de patentes nacionales y regionales, no de una patente mundial o internacional. Actualmente, no existe nada similar al PCT para las variedades vegetales.
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