Ricardo Reina Martel - Cartas a Thyrsá II. Las granjas Paradiso

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Cartas a Thyrsá II. Las granjas Paradiso: краткое содержание, описание и аннотация

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Segundo cuaderno de la saga Cartas a Thyrsá, en la que se relata la historia de Thyrsá e Ixhian. En esta segunda parte, el autor da prioridad a Ixhian; quien habrá de sumergirse en un mundo paralelo para despertar a las llamadas Madres Mariposas, aquellas que fueron confinadas a la tierra de Paradiso. Leyendas antiguas que regresan como último reducto de esperanza para una sociedad en plena decadencia y con la amenaza de una gran guerra llamando a sus puertas y la añoranza del retorno del matriarcado que imperaba en la Isla en sus tiempos de esplendor.
Ixhian y el Gris, el caballero errante, se introducirán en un mundo onírico, donde la fantasía superará cualquier atisbo de realidad. Con el encuentro y el amor de fondo, Ixhian intentará estimular con su presencia a cada mariposa para que inicie su regreso a la Isla. Por otro lado, Thyrsá, a través de una relación epistolar, irá relatando sus aventuras al tener que huir de Casalún, el pueblo de las mujeres, e intentar obtener refugio en la selva del Urbián. Siguiendo la línea del primer libro, el mensaje principal es el desgarro que supone la separación y encuentro con quien amamos, tema universal y clásico en la literatura de todos los tiempos. Y es que todos poseemos un lugar en el corazón, una zona que, consciente o inconscientemente, hemos levantado para poder refugiarnos y alejarnos del dolor o la incertidumbre.

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Ixhian queda paralizado tras la súplica más hermosa y desesperada que le han hecho en su vida. Asián es una mariposa portadora de una belleza que no puede compararse con nada. En ese instante, nuestro comandador se atreve y, sin ser consciente de sus actos, acerca a sus labios el agua de Eleonora y le da de beber algo que ella desconoce. Entonces, Asián entiende que comienza el fin de su condena.

—No nos falles, Ixhian.Todos dependemos de ti, recuérdalo. Estamos cansados y deseamos superar esta cerca infranqueable.

—Comandador, culmina aquello que yo no fui capaz de hacer. Tú no perteneces al mar, rompe tus corazas y sé brillante. Para eso fuiste elegido —termina de hablar Océano.

Disfruto de la más exquisita de las compañías,

donde el agua es más que nunca agua,

y el amor más que nunca amor.

***

Despierta con la sensación de que será el último día que pase en la granja. Algo vuelve a tirar de él y entiende que debe retornar al camino, al tiempo que le atrae la idea de compartir una última conversación con la pareja. Dos almas que le habían conmovido, dos seres condenados a disuadir sus propios engaños.

—¿Descansaste? —pregunta Asián, vestida de verde.

—Se me han pegado las sábanas, anoche no podía coger el sueño —contesta a media voz nuestro hombre—. ¿De dónde proceden las almas, Océano?

—Eso no te lo podemos contestar. Desconocemos su procedencia, tan solo podemos afirmar que en Paradiso todos somos seres condenados. Océano las recibe con afecto e intenta consolarlas, mientras que yo les ofrezco el agua. Ya lo viste hacer, no hay más.

—Mañana marcharé, va siendo hora de continuar —afirma el comandador con expresión melancólica.

—Hemos pasado un tiempo juntos, Ixhian. Un tiempo en el que ambos hemos aprendido que nada escapa a los ojos de la creación.

La casa se encuentra a oscuras, el sol declina en el horizonte y el hogar resume sosiego y calma por todas partes.

—Hemos de despedirnos, Ixhian. Decirnos adiós como hombres que se han confesado sus secretos.

—¿Quién fueron tus preceptores, Océano? Siempre me atrajo el pueblo del mar, el abuelo Arón era de allí. Nos contaba historias a Thyrsá y a mí cuando apenas éramos unos críos.

—Nací en los acantilados del Barás y mi llegada fue profetizada por el viejo Anselmo, del que se decía que se marchó cabalgando a lomos de una gran tortuga para ser recibido por Elissé, la reina de las sirenas. Fruto de ese amor, dicen que nací yo. También se contaba que el viejo Anselmo podía correr por encima de las aguas y que un día lo vieron hacer el amor con Elissé sobre la cresta de una ola.

Océano se complace al ver la expresión de incredulidad dibujada en el rostro de Ixhian.

—Dime, Océano, ¿te arrepentiste alguna vez de escapar a tu destino?

—Durante muchísimo tiempo cargué con el tormento de mi decisión, pero gracias a la fidelidad de Asián entendí que nadie puede hacer nada por nadie. El proceso que hemos de vivir es personal y tan solo le pertenece a uno.

Tras esas palabras, Asián entra en la habitación. Lleva el pelo mojado y porta una sopa humeante y de agradable aroma.

—No molesto, ¿verdad, caballeros? —Asián se introduce en la conversación—. Dejaos de tanta formalidad y amenicemos la velada. Anda, saca una botella de ese licor rosado que te guardas. —Ixhian se ofrece con la intención de ayudarle—. Estoy de suerte, no abundan caballeros capaces de socorrer a una dama, y menos para un acto tan simple como poner la mesa. La próxima mariposa no te dejará hacerlo.

Las palabras de Asián van colmadas de misterio. Ambos se miran con intensidad. En esos instantes, el comandador daría la vida por saber qué es lo que piensa la dama del lago.

—Háblanos de la Isla, Ixhian. Cuéntanos qué ocurre más allá de Paradiso, ¿queda alguien en el Barás?

—El abuelo Arón, mi tutor, proviene de allí. El oeste se encuentra desierto, el abuelo es el último.

Asián juguetea con un trozo de pan.

—Parece ser que va llegando la hora de nuestro regreso.

—Desde luego… —le contesta Asián, ensimismada en sus pensamientos.

—La situación se ha agravado desde que partí. Lo deduzco por las notas que Thyrsá me manda a través del cuaderno.

Asián mantiene la mirada fija en la mesa.

—Cuida del cuaderno, Ixhian, pero ten cuidado con los talismanes, a veces poseen voluntad —añade Océano.

—Hay mucho temor en el Powa desde la aparición de Kudra. Las fronteras han caído y se espera lo peor.

—¿Viste alguna vez las sirenas, Ixhian? ¿Las viste saltar sobre las olas?

—Thyrsá proviene de ellas, porta el linaje de Lasismarí. —Ambos se miran con asombro.

—¿Y las serpientes marinas? ¿Viste las Naghasis?

—No, Océano, nunca las oí nombrar.

—Siempre es bueno conocer el mundo en su totalidad. —Asián apoya su cabeza sobre el diván y Océano se sienta junto a ella—. Duerme, mi niña, duerme, que ya llega el comandador. No temas por ello, mi niña, que yo continuaré a tu lado para siempre.

Océano la acaricia y ella se acomoda sobre su regazo. Entonces el comandador entiende que ha concluido su paso por la granja del lago; siente que le anega una enorme tristeza y queda aislado en medio de las sombras.

—Ixhian, sal de aquí al amanecer y llévate todo nuestro amor e intenta llegar hasta donde puedas. Nos arrastras contigo y ten cuidado que en todo ello hay trampa. Las granjas también son para ti.

Océano aferra a Asián entre sus brazos y como un dios antiguo la traslada hasta la alcoba mecida entre sus brazos.

Querido amor:

La mayor novedad que tengo que comentarte es sobre el regreso de los magos a Casalún y la noticia de haber sido convocadas al Valle del Itsé. Todas las fuerzas vivas de la Isla coincidirán en aquel lugar y hasta el gran Akela, el monarca de Luzbarán, ha prometido asistir. Según manifiesta Noru, se trata de crear un frente común para hacer frente a los acontecimientos que acontecen en la Isla. El pueblo gobernante estará presente, se le ha exigido una justificación por su expansión hacia Las Viñas, en el oeste. Aun así, todos sabemos que el peligro no llega desde el exterior ni se encuentra en el pueblo gobernante. Kudra ya está aquí. Su poder se acrecienta con cada día que pasa, y aunque la ignoremos, ambos comprobamos su poder, por lo que mucho me temo que nada es cuanto aparenta ser.

Cierta calma se respira en el Valle, no lo negaré. Pero ¿cuánto tiempo persistirá esta paz? Nos hemos reunidos en la Atalaya y en la misma sala en que se reveló nuestro pasado apenas hace un año, aunque tenga la sensación de que ha pasado toda una eternidad. Luego he paseado junto al abuelo hasta la casita del bosque, que ahora se encuentra deshabitada. Me ha dado tanta lástima que he mandado adecentarla, como si alguien la estuviese ocupando. El abuelo me ha informado de su desconfianza, dado que no las tiene todas consigo, advirtiéndome para que me halle prevenida. Me han asustado sus palabras. No había tenido en cuenta esa posibilidad, pero el abuelo y Noru son los hombres más sabios que conozco y he de prestarles toda mi atención, ya que Madre Ana se encuentra abatida por la incertidumbre.

Seguiremos el curso delAmbrosía hasta alcanzar la Poza de la Encantada y desde allí cruzaremos los Pasos de Miranda hasta alcanzar el Itsé. En todo momento seremos acompañadas por soldados mayas junto a un destacamento de hombres panteras que cuidarán de nosotras. Ten cuidado, mi amor, no confíes en las apariencias y he de advertirte que el brujo Dewa conoce la existencia del cuaderno. No me preguntes cómo, no tengo ni la más remota idea, pero me ha referido una frase tan enigmática como él mismo: «Dale recuerdos a Ixhian y adviértele que tras el Gordo está todo». Vete a saber qué mosca le ha picado. Cuídate y cuéntame en cuanto puedas. No te detengas y apresúrate. Ahora te toca mover ficha. Háblame de las mariposas, estoy deseando saber de ellas y si son como dicen o tan solo son leyendas de antaño.

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