Jaume Salinas - Señales 2.0

Здесь есть возможность читать онлайн «Jaume Salinas - Señales 2.0» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Señales 2.0: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Señales 2.0»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Señales 2.0-Nuevas historias invisibles de la vida cotidiana es la continuación de la primera entrega «Señales – Historias invisibles de la vida cotidiana», aparecida hace unos años. Recoge un total de 33 hechos verídicos, algunos de ellos realmente impactantes, a través de los diversos testimonios de las experiencias vividas, tanto en el primer libro como el actual, y que evidencia que existe «algo» más allá de nuestra realidad física, ambos libros son como una especie de señales que aparecen en nuestro camino y que nos recuerdan aquel dicho de : «Hay otros mundos, pero todos están en éste».

Señales 2.0 — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Señales 2.0», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Mira Toni, te quiero enseñar la foto de la que ha conseguido poner el primer eslabón de la cadena con la que muy gustosamente voy a perder mi actual situación de libertad provisional. Se llama Sonia, tiene veintitrés años, acaba de licenciarse como abogada y acaba de incorporarse al departamento jurídico del gabinete donde trabajo. Al mismo tiempo que me decía esto, me enseñaba una foto donde aparecían ellos dos, que había sido hecha en un día de excursión al campo.

—¡Ostras zorro, todos los ladrones tienen suerte! —le dije al ver que se trataba de una chica muy atractiva y que, por lo que se desprendía de la foto, también era muy simpática y todo apuntaba a que entre ellos dos había auténtica química, tanto por la manera en que se cogían, como por la forma en que ella lo miraba según aquella instantánea.

—Bueno, no hay que exagerar tanto. Tú tampoco te puedes quejar de nada con tu Irene —al mismo tiempo que me decía esto, hizo el gesto para volver a tomar la foto. Entonces es cuando yo le pregunté:

—¿Quién es esa señora mayor que está a tu lado, vestida de una forma propia del tiempo de nuestros abuelos?

Enric cogió rápidamente la foto, se la miró y al cabo de unos segundos respondió con un tono más serio:

—¿Te haces el gracioso o qué? ¿A qué vieja te refieres capullo? —me dijo en tono burlesco.

—Perdona Enric, pero me parece que no nos entendemos. Quiero decir esta señora que te está mirando, detrás tuyo, a tu derecha, al otro lado de donde está tu chica, a la que tienes cogida con tu brazo izquierdo. Me parece que me explico alto y claro, ¿no?

—Oye tío, ¿qué te enrollas, me lo quieres explicar? No tiene ninguna gracia lo que dices. ¿Se puede saber qué vieja estás viendo? ¿Qué te has metido un par de carajillos por la vena antes de vernos? ¿Se puede saber cómo es esta vieja que te estás imaginando? —me dijo con un tono burlesco y sarcástico que presagiaba, por momentos, que nuestra conversación podía acabar como el rosario de la aurora.

La verdad es que yo no entendía nada, ni mucho menos aquella actitud suya de negarse a hablar de esa tercera persona que aparecía nítidamente a su lado.

—Mira, si te quieres hacer el gracioso me parece cojonudo, pero que además me quieras tomar el pelo o hacerme pasar por idiota, eso no me gusta nada. ¡Tú sabrás por qué no te gusta que haya salido en la foto! ¡Si era la “carabina”, pues mala suerte! Otro día os vais los dos solitos y santas pascuas —le contesté en un tono duro y decidido. Él, se me quedó mirando fijamente.

—¿Quieres hacer el favor de describirme cómo es esa vieja que sólo ven tus ojos? —me preguntó en un tono más agresivo, que me molestó mucho.

—Me refiero a esta mujer, de unos setenta u ochenta años, de cara redonda, un poco gordita y sin muchas arrugas, con el pelo blanco recogido que, seguramente, lleva un moño detrás de la cabeza, que lleva unos pendientes que parecen unas perlas gruesas de color negro y lleva un traje oscuro, estampado, de una sola pieza, con cuello blanco y con una cinta de la misma ropa. Está derecha, con las manos recogidas, una sobre la otra, te está mirando con una actitud que no denota ni alegría ni tristeza, pero tiene una media sonrisa dibujada en la cara. ¿Te basta con esta descripción? —le respondí en tono desafiante.

—Mira, me respondió Enric, si no fuera porque eres mi amigo te diría que te fueras a hacer puñetas, pero como lo eres, sólo te diré que “te lo hagas mirar”. Al mismo tiempo que me decía esto, metió la maldita foto en su cartera y añadió:

—Bueno, es mejor que lo dejemos aquí. Ya no tengo más tiempo para perderlo en tonterías como ésta. Cuando hayas ido al oculista, llámame y ya quedaremos otro día. ¡Adiós!

Mientras se giraba de espaldas y se iba, con paso rápido, me quedé de una pieza. ¿Qué mosca le había picado para mantener esa actitud y negar la evidencia de la vieja de la foto? Bueno, —me respondí— algún día me lo explicará y sino, como decimos los catalanes: ‘bon vent i barca nova’ 1 1 ¡Buen viaje! . ¡Sólo me faltaba esto, que me tomara por loco o por idiota!

Pasaron unas tres semanas y ese asunto, casi kafquiano, fue quedando relegado a un rincón de mi memoria donde, acto seguido, pasaba a ocupar el cajón del olvido cuando una tarde recibí una llamada. Descolgué el aparato, y antes de poder decir el habitual “Dígame”, oí desde el otro lado del auricular:

—¿Toni? —Era un tono de voz que me parecía muy familiar, pero por el nerviosismo y la impaciencia que denotaba, en aquellos momentos no acababa de ubicarme. —¿Sí, quién eres? —pregunté.

—Soy Enric y en primer lugar quiero pedirte disculpas si el otro día quizás utilicé un tono un poco inadecuado. ¿Nos podríamos ver mañana por la tarde en el Zurich de la Plaza Cataluña? Es muy importante y está relacionado con nuestra última reunión. ¿Te va bien a las 7 de la tarde?

—De acuerdo Enric, mañana a las siete en el Zurich. ¿Me puedes anticipar algo? ¿Te ha ocurrido algo grave? Es que me dejas muy intrigado.

—Ahora no puedo decirte nada, porque estoy a punto de entrar en una reunión importante. Pero estate tranquilo. ¡Hasta mañana!

La verdad es que esa llamada aún me dejó más perplejo que la última vez que nos vimos y que realmente casi acaba con nuestra amistad. Estuve recordando su tono de voz por si podía deducir algo más y sólo recordaba que no tenía nada que ver con el utilizado el día de la foto. Más bien escondía algo de ansiedad, como si en nuestro próximo encuentro pudiera aclarar algo que le estaba inquietando. No quise hacer más elucubraciones y volví hacia mi aparato de música que acababa de pararse tras poner un CD recopilatorio de Luis Eduardo Aute.

Justo cuando marcaban las siete en el reloj del que había sido la sede del Banco Central de la Plaza Cataluña y ahora está ocupado por unos grandes almacenes, llegaba a la cafetería Zurich. Enric había sido más puntual que yo y estaba sentado en una mesa junto a la pared. Llevaba unas gafas oscuras y tan pronto se dio cuenta de mi presencia, se levantó de la silla, se quitó las gafas con la mano izquierda y levantó la derecha para hacerme saber dónde se encontraba; al mismo tiempo, me hacía una sonrisa, medio forzada, medio sincera, de oreja a oreja.

—¡Hola Toni! —me dijo al mismo tiempo que nos dábamos un fuerte apretón de manos—. Te agradezco que hayas venido. La verdad es que no las tengo todas conmigo, sobre todo desde nuestro último encuentro en el que me mostré demasiado duro y sarcástico contigo.

—Bueno, no tiene importancia. Un mal día lo tiene todo el mundo —le respondí para suavizar la tensión del momento—. La verdad es que no le di más importancia —añadí mintiendo y utilizando una falsa seguridad que se veía a leguas—. Tú dirás, cuál es la urgencia. Me llamas y me dices que es muy importante que nos veamos y que está relacionado con nuestro encuentro… Espera, déjame que pida una cerveza, porque con este calor estoy sediento.

Una vez el camarero me trajo la birra y habiendo dado un primer trago largo para intentar matar la angustia que llevaba en la garganta, me quedé mirando a mi amigo a la espera que me desvelara lo que ya me estaba empezando a intrigar demasiado. —¡Tú dirás, soy todo oídos!

—Verás Toni, la última vez que nos vimos te enseñé una fotografía donde aparecía con Sonia, mi novia. Era una foto que nos habíamos hecho un mes antes, en ocasión de una excursión hecha a Camprodón. No la he vuelto a traer porque me da “yuyu” por el motivo que a continuación te explicaré y que es el motivo que nos hayamos encontrado, por mi parte, con cierta urgencia. El hecho es que esa misma noche, cuando encontré a Sonia, le comenté con tono jocoso y burlesco nuestro encuentro y, la verdad sea dicha, le mostré la fotografía que ya conocía y hice un poco de coña respecto a que según tú, se veía una vieja, a mi lado derecho, detrás de mí. Espera y déjame terminar todo lo que tengo que decir —añadió al ver mi intención de querer interrumpirle—. El caso es que Sonia, que es muy fantasiosa y cree en cosas extrañas, me advirtió muy seria, que a veces estas cosas pasan con las fotografías y que no tenía porque dudar de lo que habías visto, a pesar de que ni ella ni yo la pudiésemos ver. Viendo el tono que tomaba la conversación y como no me quería enfadar con ella lo dejé correr y escogimos una peli para ir al cine después de cenar. Aunque fui dejando el tema de lado, no me pude sacar de la cabeza ni tu seguridad ni la descripción de la presunta vieja que habías visto detrás de mí en esa maldita foto. El caso es que el domingo pasado fuimos a comer a casa de mi madre y no sé cómo, pero el hecho es que salió el tema de la foto y de la vieja que sólo veían tus ojos. No sé por qué, pero me acordaba muy claramente de la descripción que me hiciste de aquella señora mayor. Mi madre me escuchó en silencio y una vez terminé con mi descripción me dijo:

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Señales 2.0»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Señales 2.0» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Señales 2.0»

Обсуждение, отзывы о книге «Señales 2.0» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x