Dieta amarilla: la acción de alimentarse en las playas de taxis en Bogotá
El juego y el descanso
8. Redes sociales y de reciprocidad
Entrada al mundo de los conductores de taxi
Compañerismo entre conductores de taxi
Fiesta de la Virgen del Carmen: la patrona del gremio amarillo
9. Conducir taxi: ¿un trabajo de meros machos ?
Mujeres que no le temen al volante
Las playas y la hora del “rulo”
Conductores de taxi: los guerreros de la movilidad
Conclusiones
Referencias
Autores
Lorena Galeano
Socióloga con mención en periodismo y opinión pública de la Universidad del Rosario. Tiene un diplomado en Pedagogía y estrategias didácticas para la práctica docente. Ha participado en congresos estudiantiles, en mesas sobre identidad y género, y en sociología de las organizaciones. Es presidenta del Grupo Griis de la Universidad del Rosario. Cuenta con experiencia como docente de bachillerato y como voluntaria en el trabajo con comunidades lgtbi y población indígena.
Daniela Madrigal
Socióloga de la Universidad del Rosario. Comprometida con entender y apoyar la experiencia de vida de las personas por medio del trabajo cercano. Cuenta con experiencia en investigación, acompañamiento en procesos pedagógicos y asistencia de proyectos de educación. Ha participado como voluntaria en diferentes fundaciones y programas sociales con población indígena, infantil y adolescente.
Agradecimientos
Damos gracias infinitas a Dios que nos dio la inteligencia y renovó nuestras fuerzas siempre que estuvimos cansadas. Agradecemos inmensamente a todos los conductores y conductoras de taxi que compartieron su tiempo, sus historias y su experiencia con nosotras: por ustedes y para ustedes hemos hecho esta investigación. Queremos agradecer especialmente a Fernando Galeano, quien más que nuestro informante, fue nuestro compañero en el trabajo de campo, pues no dudó en acompañarnos y en compartir con nosotras sus opiniones, anécdotas y aprendizajes sobre la labor de conducir taxi en Bogotá. Gracias a nuestras familias, incluyendo a Alegría y Abigail, por acompañarnos y animarnos en este proceso. Agradecemos a Ricardo Henao, quien con corazón de servicio, buenos consejos de edición y corrección de estilo construyó esta publicación con nosotros. A nuestros demás amigos y amigas: muchas gracias por todo el apoyo que nos brindaron desde el principio hasta el final de la tesis. Gracias a Johanna Parra, nuestra directora de tesis, por sus correcciones y por guiarnos en la realización de nuestra primera gran investigación. Finalmente, agradecemos a todas las personas que de alguna u otra manera nos acompañaron en este proceso: gracias por su paciencia y colaboración en la realización de este libro.
Introducción
El significado del trabajo desempeñado por los conductores de taxi en Bogotá va más allá de conducir el vehículo y llevar a un individuo de un lugar a otro. En medio de los recorridos por la ciudad, los conductores de taxi generan interacciones con sus pasajeros, con otros conductores, con diferentes objetos y agentes sociales que se encuentran en el ámbito de su ocupación. Dichas interacciones son el fundamento que les permite construir los significados sobre su trabajo.
En este sentido, conducir taxi es una ocupación en la que se intercambian símbolos (significados cognitivos, emocionales, estéticos o morales) entre productor y consumidor. De ahí que Enrique de la Garza (2010 y 2013), partiendo del concepto trabajo inmaterial de Lazzarato (1993), haya relacionado este tipo de trabajos que ofrecen servicios, como el de los conductores de taxi, con los conceptos de trabajo no clásico y de producción inmaterial.
De manera que cuando un individuo solicita el servicio de taxi, el conductor responde esta solicitud e interpreta al solicitante como pasajero, luego este le indica al conductor el destino, el conductor lo transporta y, finalmente, este le cobra al cliente por el servicio. La interacción a lo largo del trayecto, que en promedio es de 34 minutos —en Bogotá—, está presente (producción inmaterial), pues tanto el conductor (productor) como el cliente (consumidor) hacen parte de la producción de este trabajo (Acevedo y Rodríguez, 2012).
De igual modo, se construyen significados, como ya se dijo, a partir de las interacciones que los conductores tienen entre ellos, así como de las interacciones que tienen con otros objetos —todos ellos importantes en ese trabajo (el taxi mismo, por ejemplo)—. Tales significados forman a su vez el ambiente en el que el conductor de taxi conduce. Estos objetos pueden ser de carácter físico, un ser humano o un ideal; en términos de Latour (2005): actante humano o no humano. Además, cabe decir que los significados de los objetos se crean a través de los encuentros entre individuos y se sostienen o se modifican a través del proceso de interpretación que viven los humanos cuando se encuentran con dichos objetos (Blumer, 1969).
Con lo que se acaba de explicar, se identificó —a través del trabajo de campo y de algunas obras académicas— que existen dos tipos de dinámicas relacionadas con la falta de información acerca de los significados del trabajo de conducir taxi en Bogotá, desde una perspectiva de los conductores, las cuales serán explicadas en profundidad a lo largo de los capítulos de este libro.
La primera tiene que ver con la creación de redes sociales: lazos de amistad o de unión que cualquiera que crece en una sociedad construye —en parte, de forma heredada y, en parte, por sí mismo— a través de interacciones continuas (Clyde, 1969). De esta manera, en el contexto del servicio de taxi, se difunde información que les permite a los individuos interesados adquirir el vehículo de taxi para trabajar con este y el conocimiento que se requiere para ejercer este oficio. Es decir, no hay una capacitación formal ni acceso al trabajo por medio de canales sistematizados.
La segunda dinámica se relaciona con las rutinas y los horarios en los que cada conductor trabaja o, más precisamente, con los turnos de trabajo para poder prestar el servicio en la ciudad las 24 horas del día. Los conductores diferencian las modalidades de turnos con los términos turno largo1 y doble turno2. Según la aproximación de Acevedo y Rodríguez (2012), 9000 conductores de taxi trabajan en doble turno y 41 000 lo hacen en turno largo. No obstante, esta dinámica de turnos dificulta el conteo de conductores por cada vehículo registrado, pues solo se tienen en cuenta los carros y no el número de conductores que conducen un mismo vehículo.
Por otra parte, y como un punto central de la investigación, una de las características de los trabajos no clásicos —como el de conducir taxi— es su desterritorialización. Este término hace referencia a que no hay un lugar ni un tiempo específico que limiten esta labor, tal y como se podrá identificar a lo largo de esta obra. Esta situación permite que los conductores de taxi construyan interacciones con otros actores sociales diferentes de los pasajeros: otros conductores de taxi, las tinteras, los vendedores de gasolina y los policías de tránsito, entre otros.
Otro aspecto relevante tiene que ver con el estatus que cada conductor tiene en relación con la propiedad del vehículo que conduce: propietario3 o arrendatario4. De este modo, los arrendatarios deben pagar a los propietarios una cuota por el alquiler del vehículo, o lo que los conductores de taxi llaman el producido5. No obstante, hay que aclarar que el arrendatario no funciona como empleado del propietario del carro. Como en los casos anteriores, esta dinámica se desarrollará extensamente en el capítulo que corresponda para ello.
Por tanto, el propósito de la presente investigación es analizar e interpretar los significados que tiene el trabajo para los conductores de taxi de Bogotá, a través de las interacciones que se construyen entre compañeros, así como con otro tipo de actantes humanos (pasajeros y vendedores de alimento) y no humanos (el taxi, el tiempo y el espacio) relacionados con su trabajo. Así, lo que llevó a este planteamiento fue que, pese a la cantidad de datos sobre el número de taxis que recorren Bogotá —en 2009 se hizo un cálculo aproximado de 52 000 taxis trabajando en la ciudad, distribuidos en las 47 empresas habilitadas (Acevedo y Rodríguez, 2012)—, con respecto a los significados del trabajo de conducir taxi no hay casi información. Tampoco hay suficientes datos acerca del papel de los conductores en el servicio de transporte público de la ciudad —que movilizan al 7 % de los habitantes de la ciudad— (Acevedo y Rodríguez, 2012).
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