La segunda parte del libro elabora una crítica inter y transdisciplinaria de la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa con el objetivo de enriquecerla y fortalecerla, pues consideramos que el trabajo es esencialmente correcto, pero puede refinarse con el apoyo de otros autores contemporáneos que han hecho observaciones en torno al tiempo dentro de sus respectivos análisis sobre la modernidad. Para ello, hemos optado por adoptar algunas categorías relacionadas con la temporalidad en otros autores y generar algunas propias, de manera que podamos entablar un diálogo siempre constructivo con nuestro autor.
El libro toma el nombre Los bordes del tiempo porque, para hablar de la temporalidad, es necesario revisar, como lo propone John Searle desde la filosofía del lenguaje, sus aspectos ontológicos y epistémicos. El análisis del tiempo es complejísimo, pues implica no sólo la comprensión ontológica del sujeto que tiene un tiempo existencial, sino también la revisión del tiempo del mundo que habita, un mundo que, a su vez, transforma al sujeto y es afectado por éste; asimismo, debemos abordar la epistemología del tiempo, desde su percepción hasta su medición, para delimitar sus bordes. Por si fuera poco, estamos ante una noción tanto abstracta como concreta, en ocasiones superficial y por momentos dramática.
La teoría de la aceleración social no delinea los bordes del tiempo, simplemente asocia observaciones sociológicas con argumentos filosóficos; en este libro proponemos establecer los bordes del tiempo a partir de la teoría de Rosa con el fin de comprender los límites del tiempo mismo y de la teoría dentro de dichos límites.
La complejidad propia de la teoría impide abordar todas sus aristas, pero muchos otros pensadores contemporáneos exploran aspectos relacionados con la aceleración social; considerando lo anterior, en nuestro estudio son pertinentes desde los filósofos Searle y Byung-Chul Han, hasta sociólogos como Zygmunt Baumann o Pierpaolo Donati, pasando por pensadores más polifacéticos como Iván Illich y Steven Pinker, el economista Serge Latouche, el científico Carlo Rovelli o la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt –de la que el mismo Rosa se ha convertido en pionero desde una nueva forma de comprenderla–, sin olvidarnos nunca de los clásicos, que constituyen la base del pensamiento occidental. Todo lo anterior desde la comprensión de que no son los únicos autores con quienes se podría dialogar un fenómeno tan importante como éste, particularmente a partir del año 2020 en que la forma de relacionamos con el mundo está cambiando.
Una de las ventajas de analizar los aspectos ontológicos del tiempo es que nos permite abrir la teoría de Hartmut Rosa hacia una idea de trascendencia (que también precisa su propia temporalidad) no presente en su obra, en buena medida, porque es heredera de la tradición filosófica heideggeriana que contempla al ser-en-el-mundo como uno limitado por el mundo mismo, un ser para la muerte sin más destino que la muerte misma.
A pesar de que la idea de trascendencia escapa a la teoría de la aceleración social, el propio Hartmut Rosa comprende que la religión es un aspecto importante para que la persona tenga cabal serenidad en el mundo; independientemente de la que se profese, el espíritu humano halla una paz que permite pausar la vida cotidiana y despliega la posibilidad de que el ser humano se pueda replantear su existencia en el mundo.
Además de la religión, el propio autor a lo largo de su obra menciona las ideas de estrategia y de resonancia, nociones que reconcilian la negatividad del discurso de Rosa con la posibilidad de una buena vida. Por un lado, la estrategia consistiría en asumir la aceleración del mundo y aprovecharla en propio beneficio, pues el aumento en la velocidad de ciertas actividades puede ser provechosa. Los cambios de ritmo, como cuando corremos o hacemos ejercicio, pueden ser benéficos; una estrategia de aceleración con un objetivo claro sería la forma inteligente de acelerar y frenar el ritmo de la vida intencionalmente. Por su parte, la resonancia consiste en la posibilidad de comunicar a los otros la problemática del sistema inercial de aceleración, de modo tal que cada uno pueda tomar sus propias decisiones para modificar el ritmo de su vida. Si los seres humanos cambian inercial e intencionalmente sus ritmos vitales, necesariamente el sistema institucional del mundo cambia también. Estas tres categorías serían el término medio entre los procesos de aceleración y sus efectos desaceleratorios.
Además de considerar las categorías religión, estrategia y resonancia que el autor contempla, aunque no desarrolla, realizamos una crítica a la teoría de la aceleración social e incorporamos cinco categorías de reflexión adicionales que ayudarían a dar respuesta a la pregunta central de la teoría sobre la buena vida y la manera en que vivimos el tiempo. La primera de las categorías es la contraproductividad, que puede entenderse como la condición adquirida por una herramienta cuando ha perdido la razón por la cual fue creada, o bien, como la herramienta, que es un medio para la obtención de un fin, y se convierte, en sí misma, en un fin.
En el análisis histórico de la condición humana observamos que el ser humano ha modificado su manera de relacionarse con el trabajo, pasando de un animal laborans que debe realizar un trabajo físico que le exige extenuarse, hasta un homo faber que diseña herramientas para facilitar su trabajo. El ser humano debe impedir que sus herramientas, diseñadas para facilitar sus actividades lo regresen a una condición de animal laborans. Esto ocurre cuando dichos objetos se convierten en fines, o bien, al producir más trabajo del que prometían facilitar; en otras palabras, cuando se vuelven contraproductivos.
La segunda de las categorías que sirven como crítica a la teoría de la aceleración social de Hartmut Rosa es la desincronización. Esta categoría se desprende de la aceleración tecnológica, pues las nuevas herramientas que, en teoría, facilitan la vida del ser humano, permiten la sensación de control del tiempo; sin embargo, si las herramientas tecnológicas son contraproductivas, lo que tenemos en realidad es (des)control del tiempo. La desincronización surge cuando se pierde la unidad espaciotemporal en los aspectos subjetivos del tiempo, ontológico y epistémico, y trae como consecuencias la insatisfacción del goce del presente, la impresión de que no se tiene la buena vida que se persigue.
El problema con la desincronización es que rompe la continuidad del tiempo, el ser se encuentra presente espacialmente, pero ausente temporalmente, y esta discontinuidad del tiempo conduce a una acción desafortunada en el timing de la vida cotidiana, lo que equivale, en términos de la mitología helénica, a permitir que Kairos se escape.
Con la idea de que “somos tiempo”, se traza una línea de continuidad histórica, individual en cada ser humano, además de colectiva. Los acontecimientos, al igual que la vida individual de las personas, requieren de una narración pero, como toda narración, se necesita una dirección y un sentido que rija el tiempo que se narra; así, la dirección y el sentido del tiempo son la tercera categoría de nuestro análisis. En la vida cotidiana se usan expresiones como “hay un tiempo para todo” que no es otra cosa que la forma en la cual cada persona da sentido a su tiempo, pues la libertad permite a cada uno, a pesar de las circunstancias de vida, llevar a cabo las acciones que considere convenientes para su existencia, y estas acciones, así como sus consecuencias, sólo son posibles en el tiempo y dejarán, asimismo, una huella en el tiempo.
Uno de los problemas de la aceleración social expuesta por Hartmut Rosa consiste en que las personas ya no se percatan del tiempo cotidiano, la vida se ha vuelto rutinaria y acelerada como el primer satélite artificial Sputnik (que después de ser lanzado al espacio, ya sólo daba vueltas alrededor del planeta sin mayor sentido). A fin de recuperar el sentido del tiempo, es necesario hacer una pausa para contemplar el motivo de nuestras acciones y retomar el rumbo, es decir, la dirección que queremos dar nuestras existencias.
Читать дальше