Media hora después, por fin, aparecía por las escaleras, bajando los peldaños como si bajase de su casa, con aspecto tranquilo y media sonrisa en la cara, besó a Diana y se marcharon despidiéndose de los últimos candidatos que quedaban, así como de la señorita de recepción. Iban callados mientras se dirigían al coche, Diana expectante, esperaba que le contara como había ido mientras que Rafael seguía sumergido en sus pensamientos, con una sonrisa que ponía nerviosa a su novia.
– ¿Bueno, qué, me vas a contar como te ha ido? – Visiblemente impaciente, después de dar un tiempo prudencial.
– Bien. Me ha caído bien este hombre. — Con tranquilidad pasmosa, poco usual en él, lo que provocaba cierto desconcierto en Diana.
– ¿Ya está? Algo me tendrás que contar después de media hora. ¿Qué te ha preguntado, que has contestado? – Perdiendo los nervios por momentos.
– Hemos hablado de muchas cosas, de donde había trabajado antes, de mi opinión sobre ser Vigilante Jurado. — Comenzando a dar información ante el palpable nerviosismo de su novia.
– ¿Y qué le has dicho? – Muy interesada sobre el desarrollo de la entrevista.
– Le he hablado de mis anteriores trabajos. Sobre lo de mi opinión de ser Vigilante, le he dicho que no tengo opinión. — Sin dejar el impropio estado de tranquilidad.
– ¿Cómo que no tienes opinión? – Extrañada, temiendo definitivamente sus peores augurios.
– Sí, que no podía opinar porque no tenía ni puta idea de que va esta profesión. En realidad le he dicho que ni idea. — Con tono guasón, intentando relajar a su novia.
– ¿Cómo le dices eso? Creía que había quedado claro lo que hablamos. Era una pregunta obvia, con decir que era una profesión con futuro, que estabas muy interesado en pertenecer a una empresa como ésta etc. etc., estaba contestada. — Cada vez más convencida de que no había servido de nada sus instrucciones.
– No te preocupes, le ha gustado mi contestación. — Calmando a Diana a la vez que la sumergía en un estado de confusión.
– Ahora sí que no entiendo nada. — Totalmente perpleja.
– Me ha pedido sinceridad y se la he dado. — Convencido de haber hecho lo correcto.
– Sinceridad te suelen pedir siempre, el problema surge cuando te pasas de sincero. — Más tranquila, escuchando atentamente a su novio, sin verlo claro aún.
– Más que una entrevista ha sido una conversación amena. Se ha sorprendido cuando le he dicho que no tenía ni idea de cómo desarrollar este trabajo, pero por otro lado que confiaba en que me formaran, el resto lo ponía yo. Responsabilidad, trabajo, seriedad etc. era algo que tenían garantizado conmigo. — Con total seguridad en sus palabras.
– Continúa. — Más relajada y con una visión diferente.
– Me ha explicado por encima, las responsabilidades de la figura del Vigilante, las diferencias con otro tipo de profesiones, como trabajar a turnos, fines de semana, festivos etc. de alguna forma quería darme una visión de las cosas negativas, creo que para ver mi reacción.
– ¿Y cómo le has contestado?
– Le he explicado que tenía experiencia en trabajar de noche, por lo que no suponía un problema, ya que aguanto muy bien. Sobre lo de los uniformes, armas y todo lo que conlleva esta profesión, ya le he dicho que aprendo rápido y si otros lo han hecho, yo también. Parece que le ha gustado, más que nada por la cara que ha puesto. — Dando un enfoque más divertido ante la tensión que soportaba Diana.
– ¿Qué cara ha puesto? – Más relajada y contagiada por el aire optimista de Rafael.
– Pues no sé, la misma cara de satisfacción que pone mi madre cuando le contesto lo que quiere oír. — Soltando una sonrisa al imaginarse el símil.
– De verdad, no dejas de sorprenderme. — Contagiándose del ambiente cómico que se había creado.
– Y nada, hemos estado hablando de todo, hasta de música o de cine.
– Ya veo, sobre todo por el tiempo que has estado arriba.
– Finalmente, me ha preguntado, cuanto tiempo me gustaría estar en esta empresa. — Haciendo memoria.
– Hombre, esa era una de las preguntas que podían salir y habíamos preparado. — Satisfecha de haber sido útil, al menos en algo.
– Me he acordado de ti y le he dicho que veinte años o más, por decir un número. — Intentando agradar a Diana.
– La respuesta habría sido, el máximo posible. Lo de los veinte años es de tu cosecha. — Matizando de forma sosegada.
– Ya, pero ha puesto cara de sorpresa. ¡Eso son casi siete trienios! Me ha contestado. — Totalmente distendido.
– ¿Y qué más? – Atenta y curiosa.
– Poco más, que tal se me da el trabajo en equipo, la comunicación en general, esas cosas.
– No creo que haya tenido dudas que esos aspectos son tu fuerte. — Sonriendo con tono irónico.
– ¿Tú también te has dado cuenta? – Siguiendo el tono sarcástico de ella.
– Bueno ¿Y cómo ha sido la despedida? – Satisfecha su curiosidad.
– Pues como siempre, si soy admitido en el Instituto de Formación, en una semana me llamarían. Ya me he acostumbrado que todo se desarrolla de semana en semana.
– ¿Y tú qué crees? – Volviendo a tomar un tono relajado y serio.
– Yo creo que me van a llamar. — Contundente, haciendo gala de su característico optimismo.
– ¿Por qué lo tienes tan claro?— Escéptica por naturaleza.
– No te puedo decir por qué, es una intuición, por la forma que me ha hablado, por cómo me miraba o porque creo que le he caído bien. Además, creo yo que ya nos merecemos que la situación cambie. — Invadido por un aire de esperanza.
– Pues sí, llevas razón. — Contagiada por la ilusión de Rafa, a la vez que aparcaba su escepticismo durante un instante.
– No te preocupes cariño, verás cómo todo va bien. — Mientras la miraba a los ojos con confianza.
– Eso espero. ¡Ala!, vámonos para casa. — Sellando el tema con un beso.
– Abróchense los cinturones, que nos vamos volando en el bólido. — Soltando una carcajada.
De repente empezó a reinar un aire de entusiasmo en la pareja, sin fundamento claro y con las esperanzas puestas en una empresa y una profesión que aunque desconocida le garantizaran un futuro que hasta el momento no se vislumbraba. Al menos tenían un motivo para soñar, sueños humildes que se simplificaba en un puesto de trabajo estable, algo que por simple que pareciera era el sueño de muchos españoles de mediados de los años ochenta.
El sueño se hizo realidad, como intuía Rafael. De nuevo, una semana más tarde, llegó el aviso a través de telegrama, donde se informaba su admisión en el Instituto de Formación. En esa ocasión fue con la notificación en la mano a casa de Diana, quería decírselo en persona, al fin y al cabo ella era la culpable de todo aquello, con una participación activa durante todo el proceso de selección y merecía escuchar la noticia con él presente y no a través de un auricular. Lo negativo era que en tres días tenía que ingresar en la academia y estarían una semana sin verse, no es que fuese algo terrible, pero para una pareja que estaba acostumbrada a verse muchas horas todos los días, les costaba separarse, aunque fuese durante ese intervalo de tiempo. Cuando se dieron cuenta, el domingo llegó y Rafael tenía que irse para dormir esa noche en lo que sería su nuevo futuro profesional.
Después de despedirse de Diana, cogió su bolsa de viaje y se dirigió a la zona norte de Madrid, a un lugar que jamás había oído, teniendo como única referencia un famoso casino en las inmediaciones. Le llevó su cuñado Lolo en la moto por varias razones, principalmente porque su coche consumía más gasolina que dinero tenía y sobre todo porque con el sentido de orientación de Rafa no estaba garantizada su entrada en el horario marcado. A pesar del pequeño plano que disponía se perdieron, no obstante gracias a la maniobrabilidad de su medio de transporte y el sentido de orientación normalizado de su cuñado, consiguieron llegar con tiempo suficiente. Se despidió de Lolo y se dirigió a la zona de recepción donde habían llegado algunos chicos, entró en el hall para presentarse, inmediatamente se creó un clima cordial entre ellos, un buen rollo que perduraría durante toda la estancia. Una vez que llegaron los veintitrés futuros Vigilantes Jurados, el responsable de recepción distribuyó varias habitaciones donde se alojarían dos o tres personas en cada una de ellas. Informó del horario de la cena una vez estuvieran instalados a la vez que se les convocaba a una reunión previa para informarles sobre el curso.
Читать дальше