Ahora considera esto: aunque la invariabilidad es la ganadora en la mayoría de tus batallas, las consecuencias son típicamente más riesgosas que los resultados que surgen del cambio. La gente se muere de infartos por todo tipo de razones, pero nadie ha colapsado por dejar de comer pan.
Los resultados negativos de la invariabilidad no sólo son personales, son globales; se ven más claramente en cada centímetro del aumento del nivel del mar. Hemos recibido el diagnóstico definitivo con respecto al cambio climático, y los expertos ofrecen estrategias realistas para mitigarlo, 10y aun así seguimos enganchados a hábitos viejos y destructivos de forma colectiva.
A pesar de todos los riesgos potenciales de permanecer igual, y sin importar las innumerables recompensas que podemos obtener al cambiar, por lo regular no transformamos nuestros comportamientos. Y Dios sabe que lo intentamos. De hecho, intentarlo o sentirnos culpables cuando no avanzamos lo suficiente, o planear con frenesí la siguiente estrategia, con frecuencia nos consume. ¿Entonces por qué nuestro esfuerzo termina en más fracaso que éxito?
La respuesta es que la invariabilidad tiene su propia lógica. Aunque comúnmente hay buenas razones para cambiar, con frecuencia hay otras más atractivas, e incluso sensatas, para permanecer igual: sentirnos seguros y estables en los viejos y predecibles patrones, evitar verte fracasar o decepcionar a tus amigos y familiares si no cambias. También existen otras razones todavía más poderosas para permanecer igual (más profundas que yacen debajo del umbral de tu conciencia).
De hecho, cuando sigues un consejo sin considerar de forma cabal e imparcial si realmente quieres cambiar, ves la transformación como la única opción que es razonable elegir, y consideras la invariabilidad como una opción no razonable.
Esa visión del cambio como una conclusión inevitable (como la única definición del éxito) por lo regular no funciona .
Las investigaciones nos muestran que un cambio profundo y duradero es el resultado de la contemplación, 11, 12, 13de sopesar con imparcialidad los pros y los contras de la situación. Eso no quiere decir que seguir el consejo sea del todo inútil. Es sólo que no vas a tomarlo y usarlo de una forma que en efecto te ayude, hasta que hayas contemplado los dos lados de la moneda, en la cual la invariabilidad lleva la ventaja hasta ahora.
Escoge una dieta, cualquiera; síguela y perderás peso. Elige una rutina de ejercicio, estarás más en forma si la realizas. Sigue consejos para dejar un hábito y verás cómo desaparece. Las instrucciones para hacer algo son tan fáciles como decir uno , dos , tres . Pero seguirlas no lo es. Esto es porque el cambio personal sólo sucede desde dentro . Hacer una transformación personal es tomar una decisión y comprometerte con ella. La única forma de tomar una determinación comprometida que puede llevarte a cambiar es realizar el trabajo duro y muy humano de observar las ventajas y desventajas de tu situación antes de actuar. No existe el acertijo del huevo o la gallina entre la observación y el consejo. La observación siempre viene primero cuando “decides” el cambio que deseas.
LAS FORTALEZAS DE LA OBSERVACIÓN,
LA DEBILIDAD DEL CONSEJO
Hay una estadística que quizá te sorprenda. 14Se trata del comportamiento que comúnmente consideramos el más difícil de cambiar: la adicción. Resulta que muchas personas en Estados Unidos que dejan de beber de forma habitual, lo hacen sin tratamiento alguno. Así es: la mayoría de la gente deja por sí misma este hábito tan adictivo. Además, permanece sobria más tiempo que quien lo hizo bajo tratamiento. Se miran a sí mismos de forma seria y dura y deciden que dejar beber es mejor para ellos. Es probable que su sobriedad dure más que la de quienes la alcanzan bajo tratamiento porque la persona sobria que se impulsó a sí misma se aferra con firmeza a su propia brújula interna durante su recuperación, en vez de seguir el consejo de alguien más. En otras palabras, es un trabajo interno.
Eres ese foco en el consultorio del terapeuta: para cambiar debes querer cambiar, y sólo puedes quererlo al considerar las razones por las cuales te resistes a hacerlo.
Este libro justamente te ayuda a eso.
Te ofrezco diez razones para no cambiar que te ayudarán a observar tu situación, sin importar la transformación que desees realizar. Al analizar y especificar los motivos por los cuales nos resistimos al cambio, estas razones te muestran por qué has elegido quedarte en una situación particular. Tu resistencia al cambio ya no se sentirá como una fuerza gigante y misteriosa que no puedes controlar, sino que podrás verla en una galería para revisar qué retrato corresponde a tu experiencia. Si puedes equiparar el retrato con la razón (o las razones) para no cambiar con las que estás luchado, tu camino hacia el cambio será mucho más efectivo.
Cómo te ayudan las diez razones para no cambiar
“Si te conoces a ti mismo, pero no conoces al enemigo, por cada victoria ganada también sufrirás una derrota”, escribió Sun Tzu en El arte de la guerra . 15El adagio de Sun Tzu se aplica a la lucha por cambiar. Saber lo que quieres (un estilo de vida más saludable, relaciones más felices, trabajo más interesante) es sólo la mitad de la batalla. El complemento crucial es conocer las barreras que eriges (el enemigo), las cuales boicotean estos cambios y te mantienen estancado. Nos oponemos a la invariabilidad (al mismo estilo de vida sedentario, las relaciones sociales insatisfactorias o el mismo trabajo que no nos llena), pero en realidad hay algunas razones no tan obvias para nuestro estancamiento. Si quieres cambiar, es sumamente útil explorar estas razones e identificarte, comprender e incluso aceptar las seducciones de la invariabilidad.
A continuación presento cuatro formas en que esta exploración de las complejidades de la invariabilidad te acercará al cambio que deseas:
1. Sacar a la luz la vergüenza . Cuando uno o más de los diez retratos se equipare con tu experiencia, significa que hay, por lo menos, dos personas que coincidimos en esto. Eso puede ayudarte a sentirte menos avergonzado por fracasar en cambiar.
A diferencia de la culpa (un mal sentimiento que tienes cuando haces algo malo o inmoral), la vergüenza es el sentimiento de que hay algo fallido o dañado en ti como persona. Es importante que te liberes de la vergüenza sobre las cosas que deseas cambiar, ya que es un sentimiento taimado y peligroso; es un lobo disfrazado de otro lobo, que frecuentemente se considera un obstáculo temible (una especie de amenaza psíquica que te impide moverte y que en realidad inhibe la motivación). “Eres imperfecto”, te dice, “así que date por vencido.”
Al ser un secreto que uno guarda, la vergüenza se alberga y se cultiva en aislamiento. En la oscuridad, inalterada por la realidad y la soledad, la vergüenza crece más. Por lo tanto, cuanto más veas comportamientos que tú consideras vergonzosos en los demás, menos poder tendrá la vergüenza sobre tu vida.
Imagina que estás en un grupo de apoyo para personas que quieren dejar de fumar. El terapeuta les pide a todos los participantes que comiencen un proceso de visualización guiada. Con los ojos cerrados, visualizas el éxito de dejar de fumar y cómo te sentirías, tanto psicológica como físicamente, ese día. Abres los ojos, miras a tus compañeros del grupo de apoyo. ¿Ahora te sientes más cerca de ellos?, ¿percibes que están en un camino similar?, ¿durante este ejercicio obtienes motivación para dejar de fumar? Tal vez un poco. Pero ¿qué pasa si el terapeuta pide a los miembros del grupo que enumeren las razones por las cuales no dejan de fumar, y las escribe en el pizarrón para encontrar las similitudes? Alguien dice que es por la deliciosa primera bocanada, alguien más habla de que fumar lo calma, otro narra el ritual de sacar el cigarro de la cajetilla y encenderlo. Tú mencionas que te ayuda a concentrarte mientras trabajas. La gente asiente en reconocimiento; algunas sonrisas muestran estar de acuerdo, ¿cómo te sentirías entonces? Quizá conectado y, como resultado, menos avergonzado. En otras palabras, tu acto vergonzoso sale a la luz y se comparte, y eso disminuye la vergüenza. Aunque hables sobre algo que consideras parte de tu mala conducta, tal vez tu moral se levante conforme la carga de la vergüenza se disipe.
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