En un inicio esta demostración de cariño y todo lo que hacemos para que el otro se sienta bien sin pedir nada a cambio, es una demostración del amor verdadero que habita en cada uno de nosotros, es nuestro potencial de amar incondicionalmente. Esta capacidad de amar incondicionalmente también debe ser trabajada de manera consciente, porque de no ser así, podemos caer en desequilibrios amorosos.
El amor incondicional es aquel amor que da sin esperar nada a cambio, que no esta haciendo cuentas exactas de cuanto da y cuánto recibe, sino que simplemente disfruta del proceso de dar amor. Obviamente también debe existir amor por uno mismo y un cierto equilibrio entre la dinámica del dar y recibir, pero sabiendo que el otro no va a darme exactamente lo que yo quiero, como yo lo quiero y en el tiempo, forma y cantidad que yo quiero.
Al principio cuando me encuentro bajo la intoxicación química que genera el enamoramiento, es muy común que ambas partes de la pareja tengan momentos de amor incondicional, ya que sienten que es la otra persona quien les hace sentir cosas tan lindas, y quieren cuidar a esa persona y ese vínculo.
A medida que va pasando el tiempo ese enamoramiento inicial se va transformando y llega un momento en que nuestro cerebro empieza a ver que ya “conquistamos” a esa persona que deseábamos, que ya llevamos un tiempo o unos años de relación y entonces deja de enviar sustancias químicas de la felicidad a nuestro organismo. Esto sucede porque el cerebro esta diseñado para enviar sustancias químicas de la felicidad en mayor o menor medida cuando en nuestra vida nos topamos con algo nuevo que pueda satisfacer nuestras necesidades, y cuando ya lo conseguimos o nos acostumbramos a ello, el cerebro ahorra sustancias químicas para seguir su búsqueda de mejores condiciones para nuestra vida. Esto sucede así porque se cree que si viviéramos en estado de “felicidad” continua, no tendríamos incentivos para continuar buscando mejoras en otros ámbitos de nuestras vidas. Así es como funciona nuestro cerebro a nivel biológico, por diseño automático, pero nosotros al conocer su funcionamiento podemos entender mucho mejor lo que nos pasa e influenciarlo a nuestro favor.
Muchas personas confunden el fin del enamoramiento,
(que en realidad es el fin de la segregación de grandes cantidades de sustancias químicas por parte de nuestro cerebro), con el fin del “amor”, como ya dijimos anteriormente. Cuando ya no siento eso tan lindo que sentía antes, supongo que ya no quiero ni amo a esa persona. Es en este momento cuando empiezo a buscar el por que ya no siento lo mismo que antes, y buscando empiezo a centrarme en los aspectos negativos de la otra persona, empiezo a ver sus defectos, que siempre estuvieron ahí, pero que antes no veía, y empiezo a culpar al otro de no hacerme sentir lo mismo que antes. Empiezo a hacer cuentas, y ya no estoy dispuesto a dar amor incondicionalmente, ahora le reclamo al otro que no es tan cariñoso como lo soy yo, que no me presta tanta atención como me gustaría, que hace tal cosa que no me gusta, y empiezo a convencerme que no siento lo mismo que antes por la culpa del otro. Ahora con un libro de cuentas debajo del brazo y reclamos de un lado y del otro, la relación comienza a tornarse cada vez más difícil. Es en este punto cuando debemos tomar la gran decisión, o salimos de esta relación y vamos de relación en relación y de enamoramiento el enamoramiento, repitiendo la misma dinámica inconsciente, o vemos realmente al otro con sus defectos y sus virtudes y si creemos que vale la pena seguir con la pareja empezamos a construir el verdadero amor.
El verdadero amor se construye de manera consciente, eligiendo a la otra persona con sus defectos y sus virtudes, negociando con el otro para lograr armonía en la pareja, buscando maneras de divertirse juntos, jugar juntos, disfrutar juntos, haciendo proyectos juntos y trabajando para tener una relación lo mas sana dentro de lo posible.
Cuando uno sabe que el enamoramiento es algo pasajero, que responde a una programación biológica cerebral, puede atravesar el momento de su declive de otra manera. Cuando somos conscientes y tenemos la información de que es muy probable que luego de unos años mi sensación de enamoramiento decaiga, no voy a caer en la confusión de que se terminó el amor, ni tampoco voy a culpar al otro, si no que voy a empezar a activamente cuidar ese vínculo y hacer cosas para que el amor se fortalezca.
Amor propio y su expresión en las relaciones de pareja
Un punto clave para tener una relación de pareja armoniosa es que tengamos un buen nivel de autoestima y un sano amor propio a la hora de relacionarnos con otras personas.
Muchas personas no se quieren a sí mismas, a veces a causa de eventos que sufrieron en el pasado que fueron interpretados de manera errónea, como por ejemplo, el hecho de sentir que nuestros padres no nos daban la suficiente atención, o que no celebraban nuestros triunfos, si no que solo nos corregían nuestros errores. Por un lado, esta situación puede llevarnos a la conclusión errónea de que no éramos lo suficientemente buenos hijos o que había algo malo en nosotros, por lo que nuestros padres no nos querían como a nosotros nos hubiese gustado que nos quisieran, y esto puede llevarnos a tener una baja autoestima y a no sentirnos dignos del amor de los demás.
Quizás nuestros padres se pasaban largas horas trabajando, porque creían que la mejor manera de demostrarnos su amor era que no nos faltara nada y tal vez nuestra madre no tenía demasiada paciencia con nosotros, y eso llevó a que no nos sintiéramos muy queridos. Interpretamos erróneamente, ya que seguramente nuestros padres hacían lo mejor que podían con sus trabajos, responsabilidades y quehaceres diarios, pero esa sensación quedó allí, en el inconsciente y nunca se volvió a analizar, ni a tratar de ponerle otra interpretación, por lo que esa herida sigue afectando nuestro comportamiento hoy en día.
Cuando tenemos una baja autoestima y no nos queremos a nosotros mismos, es muy probable que atraigamos a nuestras vidas a personas que son acordes a esa baja autoestima que tenemos. De esta manera podemos formar pareja con personas que pueden terminar maltratándonos, o podemos quedarnos mucho tiempo en relaciones que no son sanas por miedo a perder a esa persona y quedarnos solos.
También, si no nos queremos a nosotros mismos de una manera sana, podemos sentir un gran vacío interior que necesitamos que otra persona llene dándonos su amor. Nos convertimos en mendigos emocionales, dependemos de las demostraciones de amor de la otra persona para ser felices, pero muchas veces nada es suficiente, ya que el vacío es muy grande. Esto a la larga puede generar muchos conflictos en nuestras relaciones, desde celos hasta continuos reclamos y peleas porque no nos dan lo que nosotros pretendemos, que como vimos anteriormente, a veces nunca nada es suficiente.
Hace falta reconocer primero, si somos una persona con niveles muy bajos de autoestima, para poder buscar ayuda y sanar eso en nosotros mismos. La ayuda se puede encontrar en un terapeuta, como en libros de autoayuda o buscando opciones gratuitas por la web en el caso de no ser posible acceder a una terapia. Solo si tenemos un sano amor por nosotros mismos podemos luego amar sanamente a los demás.
Mi pareja no es la encargada de hacerme feliz
Muchas veces al entrar en una relación ponemos todas las expectativas en que esa persona nos va a hacer felices, de esta manera ponemos nuestra felicidad en manos de otro. Esto se da más que nada en personas que no tienen una sana autoestima, ni tampoco se conocen a sí mismas, nunca iniciaron ninguna terapia ni camino de autoconocimiento como para darse cuenta que poner tu felicidad en algo externo es el peor error que se puede cometer.
Читать дальше