A dicho estado de vida se accede por medio de un vehículo único que la recitación de la gran Ley, que luego Nanjo revela como la Ley del Sutra del Loto.
Esa Ley Mística está plasmada en un Mandala u (en jap. objeto de veneración) en donde figura inscripta y se le concede a cada prácticamente cuando desea comenzar a realizar la práctica diaria.
El primer Mandala denominado “Primer Gran Mandala” (Gran Objeto de Veneración) fue escrito por el propio Nanjo para dejarlo en el Templo en donde se conserve la enseñanza, custodiado originariamente por Nikkio, sucesor de Nanjo.
Además comenzó a otorgar Mandalas personales con asiduidad a ciertos creyentes, que junto a él habían atravesado diversas persecuciones por difundir sus enseñanzas y arribó a la necesidad de dejar plasmado en los mandalas individuales para todos los creyentes cuando tres hermanos fueron ejecutados luego de ser detenidos y negarse a abandonar la fe en las enseñanzas de Nanjo.
Luego, esa costumbre de otorgar el Mandala para practicar la Ley del Sutra del Loto y observar la propia vida se replicó por parte de Nikkio Shonin (en jap.: Nikkio “El Gran Sabio”) y los sucesivos Sumos Prelados y Sacerdotes de la Nanjo Shu.
Duró varios siglos el derrotero de las enseñanzas de Gautama, hasta el advenimiento del Buda Nanjo en el siglo XIII, donde el budismo tuvo una propagación de sus enseñanzas.
No obstante, el budismo del Sutra del Loto ha seguido la denominada “ruta de seda” hacia el este. Es decir de la India a la China, para pasar por el resto del sur de Asia y arribar finalmente al Japón, el país del Sol naciente.
Y ya en el siglo XX, esos dos maestros de escuela, comenzaban a darle vida a las enseñanzas, difundiéndolas en la ciudadanía común, dándole vida también a la Nanjo Shu, que no había experimentado ninguna clase de propagación fuera de los legados ancestrales.
Así pues se transmitían las enseñanzas solo de generación en generación de practicantes y no ampliamente al resto de los ciudadanos.
Así pues que en 1928 dio origen a las primeras publicaciones de la teoría pedagógica generadora de los valores basada en los principios del budismo de Nanjo del Sutra del Loto.
Ya entrado 1930, había sido tal el crecimiento de las reuniones de diálogo promovidas por Maguchi y Tore que surgió, dentro del seno la Nanjo Shu, la imposibilidad de que un sacerdote asista a cada uno de los encuentros promovidos por los maestros.
La Nanjo Shu hacía principal énfasis en que la transmisión de las enseñanzas del Buda Nanjo, que consistían desde cartas enviadas a creyentes, hasta tratados y disertaciones sobre las enseñanzas budistas y del Sutra del Loto, las que debían ser transmitidas por sacerdotes o clérigos iniciados y no por laicos.
Era una entidad netamente basada en el linaje sacerdotal y en establecer una tajante distinción entre cleros y laicos.
Si bien los clérigos tenían ciertas normas de conducta, se les permitía contraer matrimonio y tener hijos y era muy frecuente que el aspecto ancestral sea también una especie de condicionante a la hora de un laico pretender ingresar al clero.
Eso para Maguchi y Tore no era concebible, máxime a la luz del espíritu esencial de las enseñanzas del propio Nanjo, que en ningún pasaje mencionaba tal precepto.
No obstante ello, el liderazgo de los maestros Maguchi y Tore era cada vez más notorio y acercaban una a otra a las personas a las enseñanzas de la Nanjo Shu, que comenzó como entidad literalmente a revivir, experimentando un crecimiento exponencial y haciendo realidad el anhelo de la propagación y la difusión amplia de los valores de la paz basados en el mensaje del Sutra del Loto: la amplia propagación del Movimiento por la Paz.
Cada vez más personas recibían el Mandala transcripto y otorgado por el Sumo Sacerdote de la Nanjo Shu, gracias a los maestros Maguchi y Tore.
Eso dio origen a la fundación oficial de la Bukkyo Kai, que quedó establecida en noviembre de 1930 como la organización laica de la Nanjo Shu y cuyo primer presidente sería Saburo Maguchi, respaldado por su incondicional discípulo, Dorei Tore.
El crecimiento de nuevos creyentes en las filas de la Nanjo–Shu era constante y las clásicas reuniones de diálogo lideradas por los maestros de la Bukkyo eran cada vez más concurridas y dinámicas.
En pocos años había dejado simplemente de ser una tesis educativa para la enseñanza escolar, basada en los principios filosóficos del budismo Nanjo y se expandiría en numerosas familias del Japón de la década de los años treinta.
La actividad esencial de la Bukkyo eran las denominadas “reuniones de diálogo”, en donde se invocaba la Ley del Sutra del Loto al Mandala durante unos minutos, se recitaban los extractos de la enseñanza esencial antes descrito, denominada recitación y luego los miembros profundizaban sobre algún texto de Nanjo, compartían experiencias en la fe y se alentaban mutuamente, a la vez que invitaban a familiares y amigos para compartir la enseñanza.
Pero el 1 de septiembre de 1939 un hecho que marcaría a fuego a la historia de la humanidad no podía dejar de hacer mella en la sociedad del entonces Japón Imperial: la Alemania nazi invadía Polonia y dos días después quedaba declarada la Segunda Guerra Mundial.
El Imperio nipón meses más tarde firmaría el Pacto del Eje Tripartito con Hitler y el Reino de Italia, para pasar a ser una nación aliada y envuelta en una escalada belicista sin precedentes y que dejaría entre cincuenta y cinco y sesenta millones de víctimas fatales.
Declarado el estado de sitio por parte del gobierno imperial japonés, se limitó el derecho de reunión y asociación.
Los maestros Maguchi y Tore consideraron que las reuniones de dialogo de la Bukkyo eran lo suficientemente importantes y vitales para los miembros y por ello decidieron continuar con ellas, pero concentrándolas en núcleos más pequeños y en los hogares de aquellas personas que tengan suficiente espacio para realizarlas y ya no en lugares o establecimientos públicos.
No obstante ello, comienzan las primeras rispideces con integrantes de la Nanjo Shu, que preferían acatar los mandatos imperiales, y sin poder restringir del todo las reuniones de diálogo promovidas por los maestros de la Bukkyo se dio una especie de escisión no deseada, plasmada en el desacuerdo entre acatar o no las restricciones individuales.
El avance del autoritarismo imperial de esa época llegó pronto al ámbito religioso, cuando el emperador Hiroito ordena a todos los ciudadanos japoneses venerar el talismán sintoísta, conforme a los ritos tradicionales desde la era Meiji y tomando más auge en la confrontación de la guerra.
La cúpula clerical del Templo de la Nanjo Shu citó a Maguchi y Tore para solicitarles que en todas las reuniones de la Bukkyo se adhiera el talismán sintoísta dentro de los muebles en donde están introducidos los Mandalas y que los miembros invoquen la Ley del Sutra del Loto a dicho talismán.
La negativa de ambos fue rotunda, ya que se estaban tergiversando de una manera burda los principios esenciales de la práctica del budismo de Nanjo de la enseñanza del Sutra del Loto y dicha situación iba a confundir a los numerosos creyentes nuevos.
Así pues, Maguchi continuó realizando las reuniones de diálogo, algunas custodiadas por la policía y las milicias japonesas, creándose un verdadero efecto disuasivo entre la membresía.
Avanzada la contienda bélica, el autoritarismo y el extremo nacionalismo del estado imperial sintoísta se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, hasta que en 1943 los maestros Maguchi, Tore y diecinueve integrantes de la Bukkyo son arrestados y acusados de haber violado el estado de sitio y desacato contra la orden del emperador, equiparable a una sedición o traición al Imperio japonés.
Читать дальше