El Mí y el Sí del actante narrativo: Un modelo de producción del acto
Todo actante “encarnado” se puede analizar en dos instancias por lo menos: el Mí-carne de referencia y el Sí-cuerpo propio en devenir. El Sí está en construcción en los desplazamientos y en los gestos del actor, y esa construcción puede obedecer a un principio de repetición y de similitud (el Sí-idem de los roles narrativos), o a un principio de “mira” permanente (el Sí-ipse de las “miras” éticas y estéticas, de las actitudes ).
Podríamos decir que, en el caso de Sí, la programación interesa a uno de los dos tipos del Sí (al Sí-ídem ) y que la desprogramación singularizante procede del Mí-carne individual de referencia: en el acto fallido, el Mí-carne impone su ley al Sí-ídem en construcción, y singulariza el acto.
Si aceptamos que toda identidad actancial se construye en el acto, y que todo acto emerge de la animación sensoriomotriz del actante, el modelo de producción del acto se apoyará necesariamente en la interacción entre la carne y el cuerpo propio, entre el Mí y el Sí . El acto será entonces el resultado de la correlación (convergente o divergente) entre las presiones ejercidas sobre el Mí-carne (de tipo sensoriomotor) y las presiones ejercidas sobre el Sí-cuerpo propio : seguir siendo el mismo, devenir y apropiarse, etcétera. Toda figura de acto puede ser definida, en ese sentido, como el resultado de una doble determinación, de un equilibrio o de un desequilibrio entre esos dos tipos de presiones.
El Mí-carne será representado en el modelo por una valencia de intensidad (fuerza, resistencia, energía, intensidad sensible), y el Sícuerpo propio , por una valencia de extensión (duración, espacio, número de alteridades integradas, etcétera). Ahí pueden tener cabida: el acto programado (mantenido y contenido), el acto fallido, el arrebato, el temblor gestual y el “bello gesto” (o gesto noble):
Entre el temblor gestual, caracterizado por las valencias más débiles, y el acto fallido, caracterizado por la valencia de intensidad más fuerte, se ubicaría el “bello gesto” (o gesto noble); el “bello gesto”, verdadera retórica de la provocación, funciona como un acto fallido que reivindica una provocación, como una ruptura de continuidad y una negación de los programas y de los valores en curso, que marcaría su capacidad de apertura hacia otros horizontes de la acción y de los valores.
Los tres ejes de la identidad
Recapitulemos: Siendo el Mí-carne la instancia de referencia, la identidad postulada, aunque siempre susceptible de desplazarse, adopta una o varias posiciones, y es la sede y la fuente de la sensoriomotricidad, que determina toda “mira” y toda “captación” semióticas. Es también el “sistema material” cuya inercia puede manifestarse por remanencia o por saturación .
El Sí-cuerpo es la instancia que se refiere al Mí-carne (de donde procede su carácter reflexivo, el cual justifica la elección del pronombre reflexivo para designarlo) y a la sensoriomotricidad para seguir sus presiones o para contrariarlas, para acompañarlas o para derivarlas; es, pues, la identidad en construcción en el ejercicio mismo del hacer semiótico.
Como hemos distinguido dos tipos de Sí , vamos a oponer:
• La identidad de los roles ( Sí-ídem ), cuyo modo de producción implica que cada nueva fase recubre la precedente; ese tipo corresponde a la perspectiva de la captación.
• La identidad de las actitudes ( Sí-ipse ), cuyo modo de producción se basa en la acumulación progresiva de rasgos transitorios, y en el hecho de que la nueva fase no recubre la fase precedente, puesto que en cada identidad transitoria, el actante se descubre siendo otro ; ese tipo corresponde a la perspectiva de la mira :
Los tres tipos de identidad permiten describir el devenir del actante, y remiten por consiguiente a tres operaciones semióticas de base: la toma de posición y la referencia (por lo que se refiere al Mí carne ), la captación (por lo que atañe al Sí-ídem ) y la mira (por lo que concierne al Sí-ipse ). Como esas tres operaciones son las homólogas semióticas de las diferentes “presiones” y “tensiones” evocadas anteriormente, entran en interacción en el modelo de la producción del acto, presentado aquí en forma de un punto triple [con tres vectores].
Las “áreas” indicadas designan las zonas de correlación donde van a aparecer las diferentes figuras de actos. La cohesión de la acción se apoya en la superposición de las diferentes fases del Mí-carne con el principio de repetición-similitud que caracteriza al Sí-ídem . La coherencia de la acción se basa en la conducción de las fases del Mí-carne por el principio de “mira” permanente que caracteriza al Sí-ipse . La congruencia de la acción, finalmente, reposa en la confrontación entre los dos modos de construcción del Sí (la “repetición-similitud” de “roles” es considerada como más o menos congruente con la permanencia y el mantenimiento de la “mira” que caracteriza a las “actitudes”). La congruencia, en suma, es la resultante de la cohesión y de la coherencia.
Diferentes regímenes de la acción
El desarrollo del modelo consiste entonces en explorar las diferentes posibilidades de correlaciones tensivas entre esos tres tipos de valencias 13.
En cada una de las tres áreas, son posibles dos tipos de correlaciones: las correlaciones directas y las correlaciones inversas; cada correlación es susceptible de definir una infinidad de valores posicionales y, por tanto, de figuras del acto. Por razones prácticas evidentes, y a título de ilustración, nos limitaremos a los valores posicionales extremos.
Obtenemos así tres zonas de valencias débiles (en el centro del esquema), donde el acto apenas emerge por ausencia de presiones y de impulsos del Mí y del Sí, y mueve zonas de valencias fuertes (en el contorno del esquema), entre las que hay que distinguir:
• las zonas donde las tensiones del Mí y del Sí se combaten y se controlan recíprocamente (arcos de correlación B, C y F):
1) las zonas donde el Mí domina ( inadvertencia y distracción & negligencia y relajamiento ;
2) las zonas donde el Sí-ídem domina ( concentración & conformismo );
3) las zonas en las que domina el Sí-ipse ( esfuerzo y contención & distinción y compostura );
• las zonas donde las tensiones del Mí y del Sí se confortan y se amplifican recíprocamente sin controlarse (ejes de correlación A, D y E):
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