Sí. Mi investigación sobre cine y violencia política comprendía dos temas muy afines a mí, porque el cine me gustaba desde siempre y, por otro lado, había trabajado en derechos humanos; entonces, quise tratar ambos aspectos en esa investigación y así fue que descubrí las películas de Palito Ortega.
Pero ¿imaginabas una dimensión tan amplia y variada?
No. Eso también lo hemos descubierto en la investigación, porque conocíamos lo de Palito, pero casi no conocíamos lo de Berrocal, por ejemplo. Luis Berrocal tiene una película sobre los ronderos de Defensa Civil. Se llama Gritos de libertad (2003), que es una película muy valiente y que trata un tema que hasta ahora el cine limeño no ha tocado. Es un tema muy conflictivo y difícil de abordar, porque también Defensa Civil cometió crímenes y violaciones a los derechos humanos. La dimensión del conflicto fue muy grande, fue una guerra civil en realidad. De todos contra todos en esa zona y ese tema de la actuación de Defensa Civil lo toca Berrocal en esta película.
¿Los primeros focos de investigación fueron Ayacucho y Puno?
Sí, y en Puno, principalmente en Juliaca, porque allí hubo en algún momento una producción altísima, mayor a la producción ayacuchana.
Los departamentos más pobres del país. Con Apurímac y Cusco, ¿no? La zona del sur andino. Ustedes registran 1996 como un año fundacional con Lágrimas de fuego , de José Gabriel Huertas y Mélinton Eusebio, y en todo este tiempo se producen 147 largos, a diferencia de los 135 producidos en Lima. ¿Qué porcentaje de estos 147 superan un nivel mediano de calidad?
No es muy alto el porcentaje. Tampoco lo es en las películas limeñas e, incluso, ni siquiera en las películas que se hacen en el mundo. Si me apuras, podría decirte que unas quince películas. Ahora, en cuanto a calidad, el criterio es muy subjetivo y no tomamos en cuenta estándares técnicos, que es otra cosa.
Claro, en una entrevista tú haces una diferenciación que me parece muy pertinente: ni la mirada ni los procedimientos tienen que sujetarse a la visión de hacer cine en Lima. Es como si la categoría de cine regional estableciera nuevos criterios…
Sí, es difícil. La idea de hablar de la existencia de este cine regional tropieza con el concepto de cine nacional, porque antes se hablaba del cine nacional, pero en realidad se refería al cine limeño. Ahora, cuando se habla de cine nacional, tenemos que incluir a este cine regional que no se hace en Lima. Sin embargo, el término no es muy feliz. Me acuerdo que tú lo dijiste en su momento…
¿Y qué opinan los cineastas llamados regionales ?
Hay algunos que discrepan del término, aunque en su mayoría lo aceptan. Lo consideran menos discriminador y ofensivo que cine provinciano , que los ubica en una situación de inferioridad respecto al cine que se hace en Lima. Ahora, algo paradójico: cuando nosotros hicimos las entrevistas y les preguntamos a los directores sobre sus películas peruanas favoritas, ellos mencionaban solo películas limeñas y entonces decíamos… ¿y las películas regionales? Y entonces recién señalaban las películas no limeñas.
¿Pero no lo hacen por un afán de compadrería… de congraciarse? Porque no veo mucha influencia de este cine limeño sobre el cine regional.
Creo que hay dos cosas. Por un lado, una especie de hegemonía del cine limeño que se ha apropiado de la categoría del cine nacional o cine peruano. Por otro lado, sí, hay una especie de aspiración de ser como Lombardi, como Chicho Durant… Es una aspiración profesional, de tener una presencia nacional como la tienen ellos.
Hagamos un poquito de historia, ¿quiénes son los precursores antes de Lágrimas de fuego (1996)?
Bueno, la Escuela del Cusco. El cineclub Cusco hizo varios cortometrajes y también los largometrajes Kukuli (1961) y Harawi (1964), que son películas muy importantes e influyentes… Ahora en el Cusco hay un cierto orgullo, pero también rechazo, porque sienten que son los padres a quienes deben matar para poder seguir. En Loreto, Antonio Wong Rengifo hizo películas en los años treinta y cuarenta, una de ellas: Bajo el sol de Loreto (1936), espera restauración para ser vista. En Huancayo hubo algunos cineastas… y un festival a fines de los cincuenta.
Entiendo que el cine regional no se ha constituido aún como un movimiento, no está articulado. Los cineastas apenas se conocen.
Se conocen, pero todo es muy variado. Los cineastas de la región andina, bási-camente de Puno a Cajamarca, todos se conocen. Han tenido diversos encuentros en Arequipa, Puno, Ayacucho, Cajamarca. Se mantienen comunicados por Facebook. Y hay otro grupo de cineastas regionales que están más cerca del documental y del cine de autor, que también se conocen.
Las 147 películas que registras en tu libro son de no ficción, ¿no? Veo muy poca presencia femenina.
Son de ficción y no ficción. Bueno, está Karina Cáceres de Arequipa, una chica muy ilustrada. Hay otras directoras en Arequipa, Chiclayo, así como Jacqueline Riveros en Huancayo…
Cuando te preguntan sobre el apoyo del Estado al cine regional, tú contestas: “Ofrecer mejores canales de exhibición y distribución”. Es verdad, pero me sorprende que no pongas énfasis en premios de fomento para la producción. Porque es una de las razones de la precariedad… Hay muchos ejemplos de películas con bajísimo presupuesto. Este es el caso de Forero o Catacora…
Sí, pero precisamente ellos son directores que han ganado premios del Estado. O sea, existen premios y existen categorías para las regiones desde el año 2006. Son premios anuales y postulan muchos.
¿Y el monto asciende?
Creo que está alrededor de los cuatrocientos mil soles por película. No es igual al monto del premio nacional, pero es bastante alto.
Entonces, básicamente habría que corregir canales de exhibición y distribución.
Sí, y mejorar los premios del Estado que tienen varias deficiencias. Es un poco largo… pero uno de los problemas es que hay cineastas no regionales que postulan al premio regional porque les resulta más fácil ganarlo que el premio nacional. Tiene menos postulantes y, entre comillas, es menos exigente.
Has contado que se trasladan a la región y forman su empresa para postular.
Hay varios casos. Por ejemplo, unos chicos que postulan a un premio para desarrollar un proyecto en la región Junín… es un premio para escribir el guion, luego ganan y crean otra empresa en otra región para volver a postular...
¿Y ellos viven en Lima?
Sí, claro. Es más, en un encuentro que convoca DAFO 1, estos cineastas, que viven en Lima Metropolitana, dicen que están en contra de los premios exclusivos para regiones porque ellos tienen tantas dificultades para hacer cine como los de regiones. Entonces, ¿qué les queda? Pues postular a premios regionales.
ARTE Y TRADICIÓN
Más que a la pacificación del país y a cierta bonanza económica (mal distribuida) que ha gozado, ¿tú atribuyes el auge del cine regional al abaratamiento de aparatos y cámaras audiovisuales? ¿Crees que es así? Y también a la necesidad de revalorar aspectos propios de cada tradición, de cada cultura.
Bueno, lo que has mencionado es cierto y no lo hemos considerado. Es importante la pacificación del país, porque ha dado mayor seguridad para hacer películas.
Sobre todo en las zonas álgidas.
Sobre todo. Palito Ortega cuenta algunas dificultades que tuvo para hacer sus películas, incluso alguna vez lo detuvieron. Pero yo creo que el abaratamiento es fundamental, porque comienzan haciendo películas en VHS y luego pasan pronto al digital. También hay algo que me decía Raúl Castro: para estos jóvenes cineastas, muchos de ellos de familia campesina, es más fácil expresarse en imágenes que expresarse por escrito; no tienen ese capital cultural de la palabra escrita, pero conservan una tradición visual y oral.
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