iba Cóndor Quispe por el Jr. Cañete s/n
y cuatro soldados de civil lo detuvieron.
Fui al cuartel Los Cabitos: ¡silencio!
Fui a la Fiscalía: ¡silencio!
Fui al Palacio de Justicia: ¡silencio!
¡Ha desaparecido! ¡Javier Cóndor Quispe ha desaparecido!
207 ¡Aló dígame por favor dónde está
qué ha pasado ayer estuvo aquí tomé una foto
tomé esta foto ¡aló! aló! qué pasa
qué está sucediendo qué ocurre A
por qué no contestan qué ocurre
por qué no contestan qué pasa ¡aló! ¡aló!
vi
VIENTO Y LUZ
208 En Ayacucho—
en vuestra tumba muchacha eterna—
hay dos velas alumbrando. El viento viene y las apaga—
pero suaves manos una y otra vez las vuelven a encender...
vii
DECLARACIÓN
209 Sr. Morales— Sr. Morales
veo cuerpos que— ay— pronto o rápido
guardarán una bala— un hachazo
o un bulto de agua turbia...
210 A cada rato veo cuerpos vivos por última vez B
y yo me cubro— ay— con lo que amo...
y doy al golondrino lo que olí
y vi en las manzanas de este año...:
¡la quemazón que se traga las chozas de Soccos
y el dolor que dibuja el hueco de mi tamaño!
viii
IRA
211 Sr. Morales Sr. Morales—
brotan chispas de mi serenidad
¡ya no puedo esconder la ira en mi cuerpo!
ix
IGNACIO
212 Mi hijo Ignacio Quispe ha nacido
en la cárcel de Andahuaylas— allí ha nacido—
¡y desde ahora su rostro firmará
los regalos a con cada cuchillo nuevo!
213 ¡Su rostro firmará la respiración!
¡Firmará el suelo todo el suelo y las alas
derribadas en el fondo del pie!
¡Y porque así ha nacido—
y por haber nacido
también su rostro firmará el camino—
todo el camino
y las puertas atoradas con ventanas!
____________________________
A. ¡Cuenta cuenta Jaime Ayala—
qué está pasando en Huanta
qué está pasando en Huanta!
……………………………………..
B. A cada rato veo cuerpos vivos por primera vez...
El almanaque perdido
TERCERA PARTE / XXXI
Pregúntale a los muchachos, pregúntale:
ellos saben que los días no perdonan,
ellos conocen que en cualquier hora
cae una jaula dentro del cuerpo
que después incluso la respiración propaga…
Pregúntale a los muchachos, pregúntale:
ellos saben que no se puede salir de la tierra
y que eso no es castigo
sino el perfume de un milagro inacabable
Ellos (como debe ser) son fuertes
porque la naturaleza los jala al amor puro,
al amor puro posado sobre el suelo
como una piedra blanca
o un pájaro cordial recién llegado.
Pregúntale a los muchachos a dónde llegarán,
quiénes están viajando y qué encontrarán
los que están buscando.
Pregúntale qué color tiene la explosión,
qué sabor el trago de incendios.
Y dónde están ahora los 36 kilómetros de vía férrea
que la dinamita, de la Cordillera Negra, separó.
Pregúntale no qué agua rasguña la sed colosal,
sino qué álgebras no mostrarán al firmamento
los nuevos valles que vienen apurados.
Pregúntales lo que harán los niños
con las lunas arrugadas
y con los luceros recogidos por el pensamiento
detrás y lejos de la carne de los sueños…
Pregúntale a los muchachos
Pregúntale a los muchachos…
Los muchachos
de Las armas molidas
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