una sombra nos persigue.
Es decir, este mundo
tiene su truco.
El mundo es como un lunar
en el rostro de una muchacha.
No podemos inventar paraísos
porque no estamos
autorizados para ello.
Ahora tenemos que ser cautos.
No presumir que nuestro corazón
es puro y, calladamente,
adaptarnos
al truco de este mundo.
LA MALA DISTRIBUCIÓN DE MI TIEMPO
Jamás he negado que tengo malas costumbres.
Sobre todo cuando el sol hace garabatos en mis ojos,
o cuando una muchacha me sonríe con su blusa amarilla.
Por eso siempre que puedo dirijo mi batuta hacia mis viejos,
y hacia esos despojos solemnes que frecuentan mi casa;
a la abuela, sobre todo, que aún sueña con Rodolfo Valentino.
Este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir lo tengo mal distribuido,
hablo demasiado y no construyo más que castillos en el aire;
y de noche me atormento como un miserable y hago invocaciones al
Marqués de Sade.
Pero a veces yo me escapo de esta rutina y frío monos en la sartén de palo;
vivo en constante peligro de encontrarme con la horma de mis zapatos,
de encontrarme con algún enemigo que me ponga los puntos en las íes,
o de que mi padre se encarache y me mande al diablo.
Pese a todo visito las cantinas,
escupo en los lugares públicos donde no debo hacerlo,
y toco los timbres de los vecinos y corro como un cretino.
Ya los policías se han dado cuenta y me tienen entre ojos,
me marcan a presión y me han acusado de tener malas costumbres;
y el día que me agarren la voy a pagar una por todas.
Pero yo me río,
porque este tiempo asqueroso que me ha tocado vivir
lo tengo mal distribuido.
de Poemas de entrecasa
RÉQUIEM PARA EL SORDOMUDO JACK QUINTANILLA QUE DEJÓ LA VIDA TIRADA SOBRE LOS ASFALTOS (HISTORIA DE CHOBORRAS)
Te acordarás de este otario
que un día, cansado
se puso a ladrar...
(Yira... Yira... tango)
ENRIQUE DISCÉPOLO
Por primera vez desde aquel encuentro
En La Chilena el sol se habrá borrado de su rostro. Y ebrios y gamberizos,
Choborras y guaraperos abrieron su corazón rojo-pisco al desborde
De la ternura. Jack Quintanilla sumido en la niebla.
Imagino también a la canalla, fracasados triunfantes de la vida. A Toto,
Obdulio, Rafo, Al Trabuzón Zapata, Al Mocho Gutarra y Dedalito, amigo
De las grandes procacidades y el trago corto Y las muchachas antiguas
Criaturas pasadas de moda— buitriando un gato de los mil demonios,
No es menos interesante, por cierto, la historia de Faltapincho castrado
En la guerra del Chaco. Jack Quintanilla sumido en la niebla
Y esa terrible mirada condimentada con ajos y cebollas, esa terrible
mirada antologizando los principales burdeles y chongos de la costa, es
De pronto en picada una campana apachurrada bajo las ruedas de un FORD.
(Intuyo que nuestro tiempo llama presto a celebrar la amistad).
Un rumor de botellas vacías los separaba para siempre. Y Bienvenido
Granda,
Daniel Santos y la Sonora Matancera, y otras caliginosas voces,
Se adhieren al merecido homenaje y callan desde a radiola AMI music,
Y hasta Sudapisco, el perro
Alcohólico de Marambio, tirado sobre los gargajos.
Y el aserrín ocre del piso, deja escapar lágrimas caninas, testimonio
Del más grande homenaje. Jack Quintanilla bajo los neumáticos.
Y dicen las malas o buenas lenguas— que llegó de Chincha con dos
Soles cincuenta y una chalina. Afirman. Sordomudo de nacimiento.
Su idioma, indiscutible, mágico mundo de señales, era
Para entenderlo de corazón a corazón. El mundo aparecía en sus manos,
Hasta aquí mi historia no deja de ser cierta. Había recibido 10 kilos.
Y decidir celebrarlo con los amigos. Y fui a buscarlos donde siempre.
Sabido es que en La Chilena, los borrachos
Arrojan sus problemas a empellones, las sillas vuelan
Y nadie sabe quién pegó a quién. O mejor dicho,
Los entripados y los pleitos de barrio comienzan en la calle; hasta que,
Finalmente, uno se arma de coraje y decide concluirlos en La Chilena.
(Por supuesto que hay libertad de cátedra y carajos).
Cuando llegué después de seis meses de exilio voluntario, de pugnas
Y claudicaciones interiores, todos estaban con el suelo en los ojos
Jack Quintanilla sumido en la muerte. Había
Dejado la vida tirada sobre los asfaltos, para siempre
Y ahora que estoy en Chincha con Jorge Vega, con Enano y Peluca, yo
Le ofrezco dos palmadas de tierra de mi corazón. Jack Quintanilla.
Descansa en paz.
Juan Ramírez Ruiz
(Chiclayo, 1944 - 2007)
• Un par de vueltas por la realidad . Lima: Movimiento Hora Zero, 1971.
• Vida perpetua . Lima: Ames, 1978.
• Las armas molidas . Lima: Arteidea Editores, 1996.
I
Sin vanidad ni modestia
no delante ni detrás de nada
y nadie;
sabiendo que no hubo ni habrá
otro
como cada uno de ellos ,
un día y un poeta
cruzan juntos
la semilla del Perú .
La oscuridad hendida
indica Kay: excursión excepcional
y el rumbo que conducen
señala
… cada cual sabe dónde va…
… ” ” ” qué trae…
El día avanza firmando los rincones
y trajeando —veloz— las superficies .
El poeta firma incendios perfectos
y criaturas interrumpidas completa .
Sosegados por el amor bravío
van de cosa en cosa
y ninguno olvida qué falta
y qué no falta fuera y muy dentro
de la semilla del Perú .
El poeta limpia los materiales
que el día trabaja
y el día con ellos deja la melodía
que nunca en ninguna semilla falta .
El poeta reúne las partes más lejanas
y las une con las maneras de curar:
en la luz colocada en, sobre la noche ,
cuando llega el sonoro resplandor
arrulla las casas ,
pone con ellas el día que falta
y después se va en con la sangre del número
y después regresa en por la carne de palabras…
¡El tu mi Perú próximo Hanan, escucha
a la luz que tiene sus vergüenzas ,
al ojo pleno de virtud no conocida
y a la paz que funda lo sagrado!
Un Día y un Poeta
de Las armas molidas
EL JÚBILO
Atención, éste es el júbilo, éste es el júbilo
huyendo del silencio, viene, viene, se queda,
limpia, éste es el júbilo, el silencio le huye.
Elfina tú decías no, pero está conmigo
tómalo en mis ojos, en mis manos. Elfina
deja la tarde en la calle, avisa y que vengan,
que se alejen de las ofensas, que descuiden la
acechanza, el improperio, la alevosía,
aviso, dilo y abandona las oficinas,
corre, ven con todos, corre, separa tus dedos
de las máquinas sumadoras, cierra cierra,
los libros, los llaveros, los insultos, éste es el júbilo,
éste es el júbilo, reconócelo Elfina, éste es el júbilo.
Este que se aleja de la redondez del cuatro,
de la punta involuntaria del cinco
o del alambre que sigue al viento. Este es el júbilo,
éste es el júbilo, éste viento cargado
con sonidos de vidrios verdes, éste es el júbilo
y conmigo está mirando la tarde. Entro en los pechos,
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