En 1922, Eugenio d'Ors publicó en la colección «La Novela Semanal», de Publicaciones Prensa Gráfica, de Madrid, El sueño es vida (con ilustraciones de Ochoa). Persiste todavía la duda de si existió previamente un texto original en catalán titulado El somni és vida , nunca localizado. El mismo Ors afirma, en el prólogo a la edición de Jardín botánico de 1940, que la obra fue escrita originariamente en catalán. Ors transcribe los sueños de una alumna de la Escuela de Bibliotecarias llamada P. L. que el año 1916 se enamora de su director, seguramente contrafigura del mismo Ors, que tiene cara de Goethe. La joven estudiante, soñadora, muy impresionable, no paraba de pedir en préstamo libros de historia, se emocionaba con las novelas románticas y, sobre todo, recordaba cada día los sueños de la noche anterior. Por la mañana, los transcribía, con una mezcla de sensualidad reprimida y de turbación metafísica.
La huella psicoanalítica de la narración es muy orsiana, y, al parecer, los personajes que aparecen son reales. ¿Quién sería la bibliotecaria P. L.? ¿En qué profesor se debía fijar Ors, aparte de él mismo, para retratar al personaje que, en pleno delirio, acaba crucificado? ¿Qué se debía explicar por aquellos años en la Biblioteca de Cataluña, en las oficinas del decano, en las aulas de la escuela por donde corrían las estudiantes sobre los supuestos amores con el profesor? ¿Por qué Carles Riba, que era profesor de la Escuela de Bibliotecarias, fundada por el mismo Ors, se indignó tanto cuando leyó El sueño es vida y la calificó de «obra idiota»?35.
Para Carlos X. Ardavín, El sueño es vida «es la novela arbitraria en la que d'Ors se aproxima con mayor intensidad al espíritu vanguardista de la época»36. El lector puede leer los sueños un tanto inconexos de la protagonista y, a la vez, el proceso de escritura de las experiencias oníricas, creando una difusa atmósfera de irrealidad que consigue objetivar al máximo el material narrativo. Según Óscar Barrero:
«El respeto a una cierta idea tradicional de la trama existe incluso en el texto ficcional más caótico entre los analizados aquí, El sueño es vida , conjunto aparentemente anárquico de textos que, sin embargo, están ordenados con precisión cronológica (cada uno lleva una fecha) e incluso se caracterizan por la presencia de alguna nota reveladora de un cierto propósito “novelístico”: sobre la noche del 12 de julio se dice que, dado que el tema de los baños de mar se repite, únicamente se seleccionará uno de los sueños relacionados con él. El argumento se reconoce, no sin dificultades, en estas ficciones, pero no es lo más relevante del texto ni sigue una linealidad que facilite la tarea de interpretación»37.
Lo significativo parece ser la imagen. De hecho, Carlos X. Ardavín, tras advertir la importancia del elemento visual en el texto, apunta que «la disposición del material novelesco asemeja a la de un filme. La novela está formada por un conjunto de planos (capítulos), y cada plano, a su vez, está compuesto de diversas y múltiples imágenes»38.
HISTORIAS DE LAS ESPARRAGUERAS (1919)
Las «Histories de les Esparregueres» fueron otra de las series estivales en lengua catalana que aparecieron en forma de glosas en el periódico La Veu de Catalunya durante los meses de agosto, septiembre y octubre de 1919. Calificadas de «historietas raras y divertidas» por el crítico y discípulo orsiano Josep M. Capdevila, y como «divertimento» estival por su biógrafo Enric Jardí, Eugenio d'Ors recoge irónicamente en estas prosas una serie de leyendas, impresiones y anécdotas vividas durante una estancia en el Mas de les Esparregueres, propiedad de la familia del mismo Capdevila. Según parece, fue en esta masía que el joven Capdevila tuvo que reposar durante cierto tiempo. La masía está situada en el Sallent de Mieres, cerca del pueblo de Santa Pau, en la comarca de la Garrotxa del norte de una Cataluña no precisamente mediterránea, sino sensiblemente centroeuropea. Tal como el mismo Capdevila recuerda, un mediodía, volviendo de la Escuela de Bibliotecarias en Barcelona, explicó a sus amigos y maestros Eugenio d'Ors y Joan Palau Vera que, por consejo médico, debía pasar una etapa de reposo en la montaña39, Ors decidió acompañarlo en su convalecencia y aprovechar aquellas semanas de tranquilidad y solitud para escribir, entre otras, «Una primera lección de filosofía», que se publicaría en 1926.
Ors y Capdevila se trasladaron al Mas de les Esparregueres en una tartana desde la ciudad de Olot, cuyas luces, de lejos, «parecían las de París», y cuya Biblioteca Popular había inaugurado el mismo Ors en el año 1918. Les acogieron unas sirvientas, Consol, hija de Gasparic de Mieres, el de la canción, y una payesa llamada Magdalena. Les visitaron las bibliotecarias Dolors Hostalrich y Valeria Seligman, así como los pintores Joaquim y Marià Vayreda. Parece que Ors se entusiasmó con la rusticidad del lugar y el catalán ligeramente arcaico y sabroso de sus habitantes. Los dos amigos, maestro y discípulo, reposaron, comieron abundantemente, fumaron habanos, simpatizaron con los campesinos de la zona y asistieron a las fiestas mayores de los pueblos cercanos. Durante aquellas semanas, Ors leyó los Elogios de Fontenelle y Pinya de rosa del gran prosista Joaquim Ruyra. En uno de los últimos capítulos, Ors afirmaba: «¡Inteligencia, señora de mi vivir, norte de todos mis pensamientos! ¿Cómo he podido licenciarme, por tanto tiempo, de tu servicio? ¿Cómo he podido gozarme en la natura , yo, que en este mundo he amado a la cultura nada más?». Dos años más tarde, las Historias de las Esparragueras se publicaron, traducidas al castellano y en un volumen junto a Oceanografía del tedio .
Una de las más desconocidas y poco valoradas obras de Eugenio d'Ors es la narración Aldeamediana , libro pesimista, dramático y visiblemente reaccionario. Aunque parece lógico: la dedicatoria al mariscal Pétain y a su esposa que aparece en su primera edición en forma de libro, en pleno año de 1942, debe de alejar de inmediato, todavía hoy, a sus posibles lectores.
La redacción de estas glosas, según afirma el autor en el prólogo, data del año 1932. Se publicaron, efectivamente, en forma de otra de las series estivales, esta vez algo alargada, entre el 7 de agosto y el 5 de noviembre de 1932 en El Debate de Madrid, dentro de la serie de «Glosas desangeladas». Diez años tendrán que pasar entre la primera publicación de aquellas glosas y la edición de Aldeamediana en forma de libro, gracias a la iniciativa del editor Josep Janés, quien también había impulsado en los años anteriores la publicación de Jardín botánico (1940), Historias de viejos y enfermos (1941) o Gnómica (1941). Pasaron diez años convulsos, decisivos y dramáticos para Ors, para toda la cultura y para la conciencia europea.
Aldeamediana es una negra fábula apocalíptica del mundo contemporáneo. O, para seguir las mismas palabras de Ors, esta novela es la «representación simbólica de un proceso de salto atrás y descomposición en la ruralidad francesa, cuando los años inmediatamente anteriores a la guerra última, que retrocede tan visiblemente a la Paganía»40. Precisamente, para Enric Jardí, en Aldeamediana la fábula quizás peca de haber supeditado en exceso el relato a la demostración de las tesis orsianas sobre la evolución de la Humanidad en tres etapas: Subhistoria, Historia y Cultura, haciéndolo además en forma inversa: presentando el caso del pueblo francés como un ejemplo de regresión de la Civilización a la barbarie41. En todo caso, la novela presenta a un pueblo francés en estado moribundo que ha perdido toda noción de los valores tradicionales: el sacristán se da a la bebida, la ciencia y la religión parecen haber desertado frente a las estructuras políticas (de ahí que no se aluda ni al maestro ni al alcalde), el cine (metáfora de la democratización del espacio público) sustituye a la iglesia como templo sagrado y, en fin, el médico del lugar se ha suicidado. El pueblo es indeterminado y el mismo Ors afirma que varios modelos han dado materiales a las descripciones de esta «aldea mediana»/ village moyen que, en resumen, adquiere, naturalmente, valor de símbolo. Como recuerda Óscar Barrero, la condición de símbolo negativo que tiene este lugar francés es reconocida también por el propio narrador en el prólogo. Para evitar que la paganización y la evolución se extiendan, Ors parece proponer que sólo el triunfo de la religión católica asegura el «destino» del país. Alfredo Sosa-Velasco ha apuntado que, en el momento de su edición, en Aldeamediana Ors sugiere, en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial y con media Francia ocupada por los nazis, un modelo de sociedad elitista, basado en una concepción no igualitaria y pesimista del hombre, y «reivindica la sociedad de antiguo régimen y la necesidad de un régimen totalitario, presentando así los principios doctrinales de lo que la dictadura de Franco definirá como el proyecto nacional-católico español»42. El libro se publicó en 1942, justo cuando Ors acababa de cesar de su cargo como secretario perpetuo del Instituto de España, liberado de las obligaciones oficiales que contrajo con el primer Gobierno franquista. Y también justo en el momento en que Ors empezaba a reemprender sus actividades de promoción del arte contemporáneo con la creación de la Academia Breve de Crítica de Arte.
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