Graeme Macrae - La desaparición de Adèle Bedeau

Здесь есть возможность читать онлайн «Graeme Macrae - La desaparición de Adèle Bedeau» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La desaparición de Adèle Bedeau: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La desaparición de Adèle Bedeau»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Manfred Baumann es un hombre solitario y socialmente torpe que se pasa las tardes bebiendo mientras alimenta su tóxica y retorcida obsesión por Adèle Bedeau, una seductora camarera del monótono Restaurant de la Cloche, en Sant-Louis, Alsacia. Pero cuando ella desaparece, Baumann se convertirá en el principal sospechoso del inspector Gorski, un detective al que le persigue el fantasma de uno de sus primeros casos, en el que dejó que condenaran a un hombre inocente por el asesinato de una chiquilla. El policía, atrapado en una ciudad de provincias y un matrimonio desapasionado, presiona a un Manfred rodeado de oscuridad y misterio a que se enfrente a los antiguos demonios de su atormentado pasado.La infatigable búsqueda de la verdad se convierte en un cúmulo de infortunios abrumador, tanto para el cazador como para el que realmente espera ser cazado.

La desaparición de Adèle Bedeau — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La desaparición de Adèle Bedeau», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los dos hombres se quedaron de pie en la cocina mirándose cara a cara. Manfred tuvo la sensación de que el detective lo estaba escudriñando. Si apreciaba un atisbo de reconocimiento en sus ojos grises, podría atribuirlo con casi total probabilidad al hecho de que, en un pueblo como Saint-Louis, los caminos de sus habitantes se cruzaban muy a menudo. Es más, aunque por lo general se mantenía en la acera opuesta, Manfred pasaba por delante de la comisaría todos los días al ir y volver del Restaurant de la Cloche. Raro sería, de hecho, que el detective no lo hubiera visto nunca.

Manfred se sentía como en la escena de una película. Ahora el policía le diría: «¿Cómo es que no me ha preguntado de qué va todo esto?», y él quedaría al instante bajo sospecha. Pero Manfred había perdido su oportunidad. Dijera lo que dijese ahora sonaría rebuscado y poco natural. Obviamente, se olía el porqué de que Gorski se encontrara allí. En cierto sentido había estado esperando su visita. Tendría que haberse limitado a recibirle con un atento: «¿En qué puedo ayudarle?». O bien haberle dicho sin tapujos que daba por sentado que la visita del policía guardaba alguna relación con la camarera. Gorski no parecía haberse percatado del malestar de Manfred. Debía de estar acostumbrado a que la gente se comportase con torpeza en presencia de la policía. Es más, un comportamiento relajado podría sugerir que uno estaba habituado a tratar con las fuerzas del orden y que, por lo tanto, era una persona sospechosa.

Gorski dio unas palmaditas en el respaldo de la silla donde Manfred había estado hacía unos instantes.

—¿Le importa? —dijo mientras tomaba asiento sin esperar una respuesta.

Manfred preguntó si podía ofrecerle al detective una taza de café. Gorski declinó el ofrecimiento y Manfred se sentó en el lado opuesto de la mesa. Le hubiera gustado entretenerse con los preparativos del café. El policía no había hecho nada para que se sintiera cómodo. Cogió el libro que Manfred había estado leyendo momentos antes, lo examinó y esbozó una sonrisa culpable. Pensó en contarle que era muy versado en literatura más elevada, pero no lo hizo. Quizá aquel hombre solo leyera novelas de detectives, o nada en absoluto y le creyera un esnob. En cualquier caso, ¿qué tenía de malo pasar un sábado por la tarde con una novela corriente?

Gorski depositó de nuevo el libro sobre la mesa con cuidado.

—Esto no debería llevarnos mucho tiempo —dijo, aunque tampoco pareció que tuviese ninguna prisa.

Manfred cruzó las manos encima de la mesa tratando de disimular su inquietud. No le pareció que estuviese ofreciendo una buena impresión.

De repente, Gorski arrastró su silla hacia tras y se puso de pie. Esto hizo que Manfred sintiera al instante que estaban a punto de someterle a un interrogatorio, pero difícilmente iba ahora a levantarse de un salto para colocarse en una posición de igualdad con el policía.

—Investigo la desaparición de Adèle Bedeau —dijo Gorski.

—¿Desaparición? —repitió Manfred.

Le complació cómo le había salido, como si estuviera sorprendido de verdad, y llegó a la conclusión de que era mejor que no hubiese mencionado a Adèle antes de llegar a este punto. Que una chica no se presentara a trabajar, ni informara a sus jefes del motivo de su ausencia no tenía por qué significar que hubiera sucedido algo malo.

Gorski se encogió de hombros.

—Quizá la palabra «desaparición» sea demasiado fuerte. Hace un par de días andaba por aquí y ahora ya no. Nadie sabe dónde está. De modo que, a efectos prácticos, ha desaparecido.

Manfred asintió con la cabeza.

—Tengo entendido que conoce usted a mademoiselle Bedeau, ¿no es así?

—Sí —contestó Manfred. Habría sido una estupidez negarlo—. Es camarera en el restaurante donde almuerzo.

—¿Y su relación se limita a eso?

—Yo no me atrevería a llamarlo relación. Hasta ahora ni siquiera conocía su apellido.

Se sintió un poco más relajado. No daba la impresión de que Gorski fuera a presionarlo más de lo debido. El detective se sentó.

—Ella es camarera y usted un cliente. ¿Eso es todo?

—Sí.

—¿Nunca la ha visto fuera del restaurante?

—¿Se refiere en sentido social?

—En cualquier sentido.

Manfred negó con la cabeza muy despacio, como si recapacitase sobre el asunto.

Gorski no mostró indicios de que no le creyera.

—Mademoiselle Bedeau no ha sido vista desde que salió de trabajar el jueves por la noche. ¿No la ha visto usted desde entonces?

El jueves fue el día que había espiado a Adèle y al joven en el parquecito. Manfred no tenía ninguna gana de verse envuelto en una investigación policial, aunque tal vez lo que había visto tuviera relevancia. ¿Y si el joven de la motocicleta era sospechoso de la desaparición de Adèle? ¿Y si él era el único que los había visto juntos? Pero tan solo un momento antes le había dicho a Gorski que nunca había visto a Adèle fuera del restaurante. No era prudente contradecirse.

—No —respondió—. No la he visto.

Gorski asintió con cierta gravedad, como si esto fuera precisamente lo que esperaba que Manfred contestara. ¿Es que acaso estaba ya al tanto de que había visto a Adèle la noche en cuestión?

El detective se puso de pie abruptamente.

—No le entretengo más, monsieur. Gracias por dedicarme su tiempo.

Le tendió una tarjeta de visita a Manfred y le pidió que lo telefoneara si se le ocurría algo.

Tras acompañar a Gorski a la puerta, con el consiguiente trasiego embarazoso en el pasillo, Manfred regresó a su silla junto a la mesa de la cocina. Qué estupidez había sido mentir. El policía lo había desconcertado. No le habría costado contarle lo que había visto el jueves por la noche; haberle descrito al joven y la dirección que tomaron al marcharse. No le habría hecho falta mencionar el hecho de que se había quedado merodeando en la linde del parque. Ahora había ocultado información relevante para la investigación. Peor aún; cuando su omisión saliera a la luz, como era inevitable que sucediera, seguro que pasaba a estar bajo sospecha.

Poco después, Manfred iba sentado con la frente pegada a la ventanilla del tren con destino a Estrasburgo. Ya no había marcha atrás. A menos que llamase al número que aparecía en la tarjeta de Gorski y fingiese haber recordado de repente lo que había visto, no había forma de remediar la situación. Además, de verse de nuevo en la misma circunstancia, ¿no se comportaría de idéntica manera en cualquier caso? ¿Qué ventaja habría tenido divulgar lo que vio? Seguro que esto habría desencadenado una cascada de preguntas. Se vería involucrado en la investigación y a Manfred no le gustaba verse involucrado en nada. Y, después de todo, ¿dónde acababa la verdad? ¿Acaso tendría que haber confesado su ridículo enamoramiento hacia Adèle, un enamoramiento sustentado única y exclusivamente en el hecho de que la chica hubiese ocultado a su amigo la familiaridad entre ambos? ¿Tendría que haberle contado a Gorski cómo, de manera subrepticia, observaba a Adèle realizando sus tareas en el restaurante, deseando, igual que un colegial, alcanzar a verle el sujetador?

Antes de dirigirse a Chez Simone, Manfred se pasó por una enorme brasserie situada cerca de la estación. El camarero lo reconoció y lo saludó levantando el mentón. Manfred pidió una tortilla de setas con frites y media botella de vino, como siempre. Un grupo de estudiantes, tres chicos y dos chicas, ocupaba una mesa próxima a la suya, junto al ventanal, con las bufandas anudadas al cuello con mucho estilo. Manfred abrió su libro sobre la mesa, pero no se enfrascó en la lectura. Se dedicó a observar a los estudiantes con la imparcialidad de un antropólogo. Ellos permanecían totalmente ajenos a su presencia. Manfred no estaba lo suficientemente cerca para oír de qué hablaban, pero era obvio que los chicos competían por impresionar a sus acompañantes femeninas con observaciones ingeniosas o eruditas. En un momento dado, una tercera muchacha se unió al grupo, momento en el que se produjo el intercambio de una compleja ronda de apretones de manos y besos. La recién llegada era guapa a rabiar y ellos, sin el menor reparo, concentraron ahora toda su atención en ella. Manfred tuvo la sensación de estar presenciando un implacable ritual evolutivo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La desaparición de Adèle Bedeau»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La desaparición de Adèle Bedeau» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La desaparición de Adèle Bedeau»

Обсуждение, отзывы о книге «La desaparición de Adèle Bedeau» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x